A veces uno deja que el corazón guíe sus pasos. Antes solamente le habrá bastado con encariñarse de alguien. Entonces los pasos resultan fáciles porque los pies se encaminan por el camino desconocido que ya ha sido bendecido por la ternura. Un día Victoria, protagonista de esta historia, miró en los ojos de Mimosa tras lo cual hizo los pasos invisibles que han dejado huellas en la infinidad. Esta historia aunque hermosa, esta marcada, con todo, por inquietudes y tormentos. Se trata de una chica que ha obsequiado con su cariño a una yegua sin sospechar cómo un arrebato de afecto podría transformar toda su vida.
Victoria Dancheva, de 29 años de edad, tiene tres diplomas de tres universidades de otros tantos países. No obstante ha invertido toda su pasión en desarrollar una instalación hípica en su ciudad natal. Hace dos años entró por casualidad en una caballeriza de Plovdiv y de repente sintió cómo en su corazón despertaba el cariño de antaño. Siendo hija de deportistas profesionales sus padres ensayaron con ella toda clase de “atletismos” hasta el día en que presenciaron la muestra del amor más acendrado entre su hija y un equino. Cuando en aquella jornada especial, al cabo de tantos años, Victoria se fue a montar caballo, no sólo comenzó a desvelarse por la yegua Mimosa, sino que se hizo la promesa de luchar por mejorar las instalaciones hípicas cuyo recinto semejaba un campo de concentración.
Tras superar muchos impedimentos que ponían los dueños de la base hípica, hace medio año, Victoria consiguió triunfar en la licitación pública por la adjudicación de la base y ahora ya cuida de siete caballitos. Uno de éstos se llama Gramática y había tenido malísima suerte: por poco habría terminado su vida en un matadero. Otra yegua, Indra, muy hermosa y de pelo negro reluciente, participa frecuentemente en sesiones fotográficas. El caballo Etalón llegó a la base equina tras haber sufrido un duro trance: lo había atropellado un tranvía y luego tuvo que ser operado en dos ocasiones en Alemania. Victoria tiene importantes planes para su base ecuestre, “Victory Equestrian”, en la periferia de Plovdiv. Pretende ampliar la caballeriza, acristalar el segundo piso desde el cual los visitantes puedan observar a los jinetes, crear áreas verdes, abrir un establecimiento gastronómico y un montón de cosas más. Está haciendo todo esto movida por su amor por los caballos.
El caballo es un animal extraordinariamente inteligente y noble, nunca dañaría a un ser humano de manera premeditada, antes, al contrario, siempre lo protegería, Entre el ser humano y el equino van surgiendo una confianza y un cariño ilimitado que brota de estos ojos grandes en los cuales uno ve cómo el caballo espera pacientemente la llegada de su amo que le dará de comer y lo acariciará. En la equitación he tenido numerosas caídas, incluso debajo del caballo pero éste nunca me ha pisoteado.
Por su noble comportamiento, el animal consigue despertar también el afecto de menores de edad de necesidades especiales y contribuir a su desarrollo. Así, muchos niños se aprovechan de la oportunidad de paseos a lomo de caballo en la base hípica de Victoria.
Cuando el niño va a lomo de caballo se mantiene disciplinado. Además, el caballo lo atrae y entre los dos se establece una relación. De repente el niño autista, tan ensimismado y callado que no permite que se le toque, ya desea estar en contacto con el caballo que también quiere ir con él. Todo esto proporciona al niño satisfacción y seguridad y lo predispone a que se mantenga más abierto al mundo. Por otra parte, para los menores de edad con problemas en la espina dorsal la equitación es muy útil, pues crea en esos niños un equilibrio y refuerza su aparato vestibular.
Ella, al igual que toda la gente normal, se sintió recientemente profundamente consternada por la crueldad con la que la Agencia para los Alimentos había dado muerte a cuatro caballitos. Este hecho a su juicio es un motivo más para meditar sobre el comportamiento que los seres humanos mantenemos con respecto a los animales.
Participé en la protesta por aquella atrocidad. La temperatura en Sofía estaba a diez grados bajo cero, nevaba, y ningún funcionario de la agencia dio la cara. Sí, creo que somos bastante crueles para con los animales, es que lo somos incluso unos con los otros. El hecho de que haya tantos perros y gatos callejeros, y que nadie tome cartas en este asunto es un argumento de peso. Respecto a esos caballitos no encuentro palabras para calificar tanta atrocidad. Creo, sin embargo, que existe una fuerza suprema, por encima de los seres humanos, que cuidará de que se haga justicia.
Seguramente habrá sido la misma fuerza que le ha ayudado a Victoria a seguir los pasos de la yegua Mimosa y encontrarla en una base ecuestre en el Parque Central de Sofía. Quizás muy pronto se la llevará a casa, a Plovdiv, ¿quién sabe?
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo personal
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