Creada como escaparate propagandístico del arte socialista con la bendición personal de Ludmila Zhívkova, ministra de Cultura e hija del líder comunista búlgaro Tódor Zhivkov, la Casa Wittgenstein poco a poco logró sacudirse de la concepción ideológica de su existencia y consiguió ganarse un público de élite. Con ocasión del 40º aniversario de este Instituto Cultural Búlgaro en Viena, la Agencia Estatal de Archivos cuenta su historia en una exposición documental.
La Casa Wittgenstein es el primer instituto de este género inaugurado en tiempos de la Guerra Fría en una de las capitales culturales del mundo capitalista. Además, se ubica en un edificio exquisito de valor arquitectónico en cuya construcción colaboró un gran filósofo austríaco-británico.
La casa fue construida por encargo de Margarethe Stonborough, hermana de Ludwig Wittgenstein –cuenta Galina Pindíkova, curadora de la muestra– . En 1928 le pidió a su hermano que le proyectara una casa y él así lo hizo junto con un amigo suyo, arquitecto. Crearon un edificio de formas geométricas limpias y sobrias, que no derrocha lujo ornamental. La historia de la casa es larga y llena de vicisitudes, y cuando estuvo amenazada de ser demolida, arquitectos austríacos iniciaron un movimiento para salvarla. Por suerte para Bulgaria, el movimiento estaba encabezado por Carl Auböck, de madre búlgara, que conocía al embajador búlgaro de la época. Precisamente el arquitecto austriaco reveló la existencia de este edificio y que Bulgaria podía comprarlo; así a la vez lo salvaba y adquiría una propiedad valiosa.
La casa reformada abrió puertas el 4 de enero de 1977 con un recital operístico en la sala de conciertos recién construida, y acogió el Instituto de Investigación Búlgaro, organizador de conferencias científicas y eventos culturales, la Asociación Amigos de la Casa Wittgenstein, la Organización Cultural y Educativa Santos Cirilo y Metodio, y muchas otras.
En más de 300 imágenes y documentos de archivo, que se exhiben por primera vez, la Agencia Estatal de Archivos se remonta a los primeros eventos y rastrea el desarrollo del Instituto Cultural hasta nuestros días.
De los miles de eventos es muy difícil elegir los más descollantes pero, con todo, uno de los hitos fue en 1984: la exposición de 156 dibujos de Picasso –dice Galina Pindíkova– . Muchos podrían preguntarse, ¿por qué precisamente Picasso? En aquellos años, las relaciones entre los dos campos, el comunista y el capitalista, eran complicadas. Esos dibujos, empero, eran propiedad del Dr. Peter Ludwig, un coleccionista que tenía una estrecha relación con nuestro Ministerio de Cultura, y que accedió a concederlos a la Casa Wittgenstein. La exposición fue objeto de gran interés, y más tarde se mostró también en la Galería de Arte de Sofía. Por lo demás, a lo largo de los años, el Instituto Cultural acoge predominantemente exposiciones. En las hermosas y siempre llenas salas han exhibido sus obras artistas búlgaros contemporáneos y clásicos, artistas aplicados, escultores, artistas del vidrio y el textil, diseñadores… En segundo lugar están los conciertos, ya que para Austria los cantantes líricos búlgaros como, por ejemplo, Ljuba Welitsch, Kammersängerin de la Ópera de Viena, son unos de los mejores embajadores del país. También se organizan numerosas lecturas y representaciones teatrales. La imagen más reciente que mostramos es de la clausura, a finales del año pasado, de la exposición dedicada al 40º aniversario de la Casa Wittgenstein, cuyo rostro es el profesor catedrático de la Universidad de Viena, Stoímen Stoílov. Cabe añadir que a lo largo de los años, el arte abandona el espacio de la Casa Wittgenstein para ser llevado a los grandes museos y salas de arte de toda Austria.
El 24 de mayo, el Día de la Escritura Eslava, de la Enseñanza y de la Cultura búlgaras, la exposición documental será montada en los opulentos salones de la Casa Wittgenstein como recuerdo los sublimes momentos pasados con arte de talentosos artistas.
Versión en español por Marta Ros
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