Los ejercicios escolares pueden ser divertidos si un amigo de confianza está ahí para ayudar a descifrar las fórmulas, las palabras complicadas y el significado escurridizo trufados en las lecciones aparentemente para amargar la vida de los alumnos. Precisamente ayudar es la misión que se han propuesto los voluntarios de la Fundación “Regala un libro”. Su vida cotidiana pasa ante la pantalla del ordenador, en las aulas o en negociaciones con socios pero llegado el fin de semana emprenden el camino que los lleva donde los niños que patrocinan. Los voluntarios de la Fundación llevan ya 7 años ayudando a los niños privados de cuidados parentales no sólo a adquirir conocimientos, sino también la sabiduría que necesitarán cuando llegue el momento de salir de la institución social en que crecieron.
La idea se gestó como una iniciativa en Facebook con el objetivo de recolectar libros para instituciones sociales para niños y crear allí bibliotecas –dice Elena Marínova, responsable de la coordinación dentro de la Fundación–. Pronto nos dimos cuenta de que una gran parte de los niños no sabían leer y los libros donados no les servían para nada. Así nació la idea de que los voluntarios se dediquen a ayudarles a ponerse al día en la escuela y colmar las lagunas en sus conocimientos. En la actualidad, guiados por el deseo de que puedan progresar y asimilar de forma adecuada el material didáctico, financiamos salas de estudio donde los niños son visitados dos veces por semana por pedagogos que les ayudan a aprender el material enseñado en clase y hacer las tareas. Además, para los voluntarios se han elaborado lecciones que abarcan cada esfera de nuestra vida cotidiana. Cuando visitamos a los niños discutimos con ellos los temas de estas lecciones porque queremos estimular su curiosidad y mostrarles que la información puede ser presentada de una manera divertida.
Elena Marínova comenta que es mucho más fácil donar un libro que consagrar tiempo para hacerse amigo de un niño y tenderle la mano. Muchas personas visitan unas cuantas veces los hogares pero luego renuncian. Otros, los más perseverantes establecen amistades duraderas con los niños y se convierten en sus mentores. La propia Elena cuatro años ya dedica cuidados a una chica, y explica que es muy emocionante observar el avance de un niño en la vida.
Cuando conocí a mi niña ella tenía 14 años –recuerda Elena Marínova– , y ahora, en agosto, cumplirá 18. Terminó la Secundaria y está por venir a Sofía. Se instalará en un alojamiento transitorio. De una adolescente muy agitada ha pasado a ser una joven serena que tiene sus inquietudes y emociones. Lamentablemente, en cuanto a los estudios no ha cambiado mucho. Necesita un maestro de educación especial pero él no la visita muy a menudo. No obstante, lo importante para mí es que logró mantenerse alejada de un gran número de malos hábitos que podría haber adquirido. Ahora, cuando se establezca en Sofía podrá contar con la ayuda de más especialistas que en la pequeña ciudad de provincias. Estoy segura de que conseguirá subsanar las omisiones en los conocimientos de la materia escolar.
La voluntaria y su pupila mantendrán su amistad también en la gran ciudad y sus reuniones serán diarias, al menos al principio, asegura Elena Marínova. Pese a las dificultades, esta historia tiene un final feliz. Sin embargo, la lucha en las instituciones para niños desamparados todavía está por librarse.
Lamentablemente, hay niños que terminan el bachillerato sin poder leer, y aún así obtienen su diploma –señala Elena Marínova– . Surge una brecha entre el hogar social, la escuela y las personas que ayudan a los niños en los estudios. A la postre, son los niños los que más sufren en esta situación. A menudo, los niños que saben leer no dominan la capacidad de entender el texto; leen mecánicamente, sin entender el contenido. Por lo demás, tienen acceso a libros tanto por medio de las casas de cultura locales como a través de nuestras bibliotecas. Además, si un niño expresa deseos de leer un libro en concreto, se lo facilitamos a la mayor brevedad posible.
El sueño de los voluntarios de la Fundación “Regala un libro” es que junto a cada niño haya un amigo que lo acompañe. Cumplir este sueño para ellos significará que habrán cumplido su misión.
Nuestro objetivo es ayudar a los niños, mediante nuestras visitas regulares, ya sea en los estudios, ya sea en el aprendizaje de algún oficio artesanal, dependiendo de sus capacidades y deseos, dice en conclusión Elena Marínova.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Fundación “Regala un libro”
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