Su alma viajera ve mundos que él recrea sobre una hoja negra. Sin embargo, el Cosmos con sus infinitos secretos se revela bajo los dedos del pintor en un momento en que lo abstracto y lo fantástico chocan con el materialismo aprisionador de la época. Las autoridades consiguieron encarcelar sus dibujos pero ni el régimen más oscurantista puede encerrar el espíritu humano libre.
En 1963, Vasil Ivanov preparaba su primera exposición de dibujos dedicados al Cosmos cuando, en la víspera de la apertura, se le citó en el Comité Central del Partido Comunista Búlgaro donde se le invitó a renunciar a sus búsquedas artísticas. Según el régimen, el artista no sólo se había desviado de la línea del realismo socialista en el arte, sino que se había convertido en “estandarte de un grupo de jóvenes de comportamiento inconveniente” que ocultaban sus prácticas religiosas bajo el disfraz de clases de yoga.
Vasil Ivanov era un pintor excepcional, magnético como artista y también como persona, que por desgracia fue relegado a la impopularidad –dice Luben Guenov, presidente de la Unión de Pintores de Bulgaria– . Nació en 1909 en Sofía, terminó el bachillerato en la ciudad de Kazanlak donde estudió pintura con el escritor humorista y artista búlgaro Dimítar Chorbadzhíyski “Chudomir”. En 1939 se graduó por la Academia de Bellas Artes en la clase del gran maestro del pincel Nikola Ganushev. Más tarde, trabó amistad con Petar Danov y se sintió atraído por las ideas de la Hermandad Blanca. En su obra se distinguen dos etapas: la pintura y los dibujos con tiza blanca sobre un fondo negro (los llamados dibujos cósmicos), que lo caracterizan. Este ciclo cósmico es particularmente impresionante por el singular impacto de esos dibujos de fondo negro que irradian luz. Sin embargo, le debemos también espléndidas miniaturas que tienen por tema el bosque, realizadas en la técnica tradicional del lápiz o el carboncillo sobre papel blanco. Sus obras forman parte de las colecciones de personalidades conocidas e intelectuales.
El artista vivió libre en su propio universo; a través de sus dibujos miraba a las estrellas, y por la noche, al reclinar la cabeza sobre la almohada, sus ojos se posaban sobre los retratos de Van Gogh y Einstein que colgaban de una de las paredes de su humilde cabaña. Su filosofía personal, que estaba en concordancia con las ideas del Maestro Beinsa Duno, lo condujo en los últimos años de su vida creativa al laconismo. Usando recursos minimalistas dibujó "mundos desaparecidos desde tiempos inmemoriales, y también mundos que están en gestación", en palabras de su amigo, crítico de cine búlgaro, Gueorgui Stoyanov “Bígor” quien veía la contradicción en estas pinturas; en ellas la destrucción y la muerte se mezclan con la creación.
El alma sensible del artista se revela en la correspondencia íntima con su esposa, la bailarina Elisaveta Yósifova. Hay angustias de las que nadie está a salvo y hay que cargar con ellas hasta el final. En nuestra breve vida terrenal nadie permaneció para siempre en la cima de la ilusoria felicidad terrenal. Cada existencia está condenada a la destrucción. La felicidad está más allá de las formas con las que soñamos, escribió el artista, que había vislumbrado cuán ilusoria era la vida del ser humano. Y, en armonía con esas palabras, en el final de sus días terrenales el artista cuyas obras son bienvenidas en las galerías de arte de París, Nueva York, Tokio y Melbourne, decidió no abortar el feto de su última angustia.
Después de un viaje a París y los intentos de ser presentado allí, Vasil Ivanov vivió una profunda decepción o, más bien, una falta de fe interna en el éxito –prosigue Luben Guenov– . Sus amigos afirman incluso que a su regreso a Bulgaria deliberadamente había acelerado su muerte dejándose vencer por la enfermedad. Lamentablemente, pese a que sus obras se exhibieron en muchos países, Vasil Ivanov nunca consiguió gozar su éxito; como si en los últimos años de su vida no pudo encontrar lo que buscaba y poco a poco fue perdiendo el interés en la misma. Cualquiera que fuere la verdad, la imagen mística del artista seguirá despertando admiración.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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