La escuela está en crisis debido a déficits en el financiamiento, el sistema de valores y la forja de confianza. Esta foto momentánea del estado de la educación en Bulgaria ha marcado el inicio del nuevo curso escolar, y la pregunta que se mantiene invariable es: ¿seguiremos sumidos en la ignorancia, la corrupción y la pobreza o la escuela acabará formando a una generación con mejores conocimientos y nueva moral, capaz de cambiar el destino del país?
El cambio en la educación búlgara se mueve entre dos extremos: por un lado, imita la verdadera reforma pero en realidad no avanza, y por otro, adopta innovaciones que sólo son una implementación superficial de la experiencia extranjera.
Según Ogñán Minchev, existe un potencial intelectual para actualizar el proceso de enseñanza en las universidades, entre los jóvenes especialistas y los expertos. Sin embargo, la selección actual es inadecuada.
El problema radica en que la escuela sigue reproduciendo métodos educativos característicos de épocas históricas precedentes –considera el politólogo– . Por supuesto, algunos valores persisten y deben ser transmitidos de generación en generación pero la forma de enseñarlos debería cambiar. En el mundo moderno los adolescentes manejan libremente equipos electrónicos y manipulan un enorme flujo de información, mientras que el material en los manuales está presentado de forma tan engorrosa, y a veces con tanta estrechez de criterio, que no es simplemente insulso sino insoportable para su modo de pensar.
Hace unos días el ministro de Educación, Krasimir Valchev, dijo que los niños que no asistían a la escuela por distintas razones superan los 200.000 y propuso la persecución penal para sus padres.
Si los niños de la etnia gitana pudieran ser sacados de los guetos yo estoy a favor de este tipo de procedimiento –comenta a ese respecto Ogñán Minchev– . Es un hecho que en los últimos 25 años han crecido tres o cuatro generaciones de niños gitanos, la mayoría de los cuales, totalmente analfabetos. De modo que, cualquier forma de intento organizado de frenar su existencia inerte en la pobreza, la ignorancia y los hurtos debe ser valorada de manera crítica. Sin embargo, habría que empezar por alguna parte. No creo que sancionar a los padres sea la única medida correcta pero podría ser acompañada de privarlos de prestaciones sociales y otros beneficios otorgados por el Estado si no garantizan la presencia de sus hijos en la escuela. Evidentemente, es así cómo rendirían fruto tanto los procedimientos forzosos como los intentos realizados por atraer el interés de los propios niños hacia lo que se hace en clase.
El primer paso que se debe hacer de inmediato en la esfera de la educación es asegurar los fondos necesarios para interesar a profesores jóvenes, opina, categórico, el politólogo. En sus palabras, en la actualidad dos tercios de los maestros o bien están en edad de jubilación, o bien próximos a la misma. El segundo paso sería invertir en un proceso de enseñanza de calidad que vincule la escuela a las etapas superiores de la educación, pero también a actividades más prácticas, tales como oficios concretos y negocios.
No basta sólo con declarar que la educación es una prioridad, hay que proporcionar inversiones dignas y asegurarse de que el dinero no se vierte para desaparecer como agua en la arena sino que produce cambios reales –prosigue Ogñán Minchev– . Sumirse en el analfabetismo es un proceso que podría continuar infinitamente, como también la degeneración de la sociedad. Es por eso que, como ciudadanos, tenemos que decidir si estamos satisfechos con la calidad de la educación, con los valores que desarrollan nuestros hijos en sus comunidades, y en qué medida son capaces de influir en ellos los padres y los maestros. A través de las respuestas a estas preguntas debemos extraer la decisión común de si queremos prestar más atención e invertir más en la educación para ver a nuestros hijos más inteligentes, más instruidos, más educados y más felices, o queremos dejar las cosas tal y como van, en estado de caída libre.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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