Las mentes brillantes de una serie de búlgaros han contribuido al progreso de la humanidad en diversos ámbitos. Una de estas mentes puras nació en 1919 en una aldea perdida en algún lugar del noroeste de Bulgaria pero recorrió un camino que lo llevaría a las estrellas.
Recientemente, la Agencia Estatal de Archivos recibió los documentos personales del profesor búlgaro Widen Tabakoff quien contribuyó con su labor al programa espacial de los Estados Unidos para enviar al primer hombre a la Luna.
El Prof. Widen Tabakoff es natural de la aldea de Stakevtsi, en el municipio de Belogradchik. Estudió ingeniería en Praga y en poco tiempo consiguió integrar la élite de ingeniería del Tercer Reich –cuenta Mijaíl Gruev, director de los Archivos– . En 1945 se graduó en Construcción Aeronáutica y defendió un doctorado en Ciencias de Ingeniería en Berlín. En el joven científico se fijó el jefe del programa de cohetes del Tercer Reich, Wernher von Braun. Después de la capitulación de Alemania, Widen Tabakoff emigró a Argentina. En aquel entonces los EE.UU. se orientaron hacia una cooperación con ex nazis que podrían serles útiles en la rivalidad con la Unión Soviética en los años de la Guerra Fría. Se pusieron en contacto con Wernher von Braun, y éste, a su vez, se acordó de su antiguo colaborador y lo invitó a unirse al Programa Espacial Apolo. Widen Tabakoff comenzó a trabajar para los norteamericanos y se hizo amigo íntimo de Neil Armstrong, quien pisó la luna en 1969. También fue director científico del astronauta en el Instituto de Investigaciones Espaciales de Cincinnati, ciudad donde vivió y trabajó hasta el final de su vida en 2015.
El desafío al que se tuvo que enfrentar el Prof. Tabakoff para que la misión a la Luna fuera exitosa estaba relacionado con las altas temperaturas en la atmósfera. A causa de ello había riesgo de que los cohetes explotaran pero el científico búlgaro encontró una solución: inventó un recubrimiento metalúrgico para las paletas de los motores. Así, el Apolo 11 cumplió su objetivo y aterrizó en la Luna.
Según Awatef Hamed, profesora de Mecánica Aeroespacial y jefa del Laboratorio Universitario de Cincinnati, fundado por el Prof. Widin Tabakoff, los logros del científico búlgaro son en diferentes campos de la ciencia como, por ejemplo, la Energía y la Ingeniería de la Aviación; muchas de las tecnologías en aviación han sido desarrolladas por él.
Tierra, aire y agua, ha contribuido para todos los elementos. En el aire hay una necesidad de motores aéreos, en el agua, de motores diesel para barcos. Ha hecho que los motores sean más eficientes en combustible, más rápidos, más baratos, más seguros y segregando menos emisiones nocivas.
Por sus méritos excepcionales, en 2012 la NASA confirió al Prof. Widen Tabakov el título de “Profesor Honorario”, una distinción otorgada a escasos extranjeros. Cuando regresó a Bulgaria, después de los cambios democráticos iniciados a finales de 1989, empero, la comunidad académica no lo recibió con entusiasmo, los hombres de Estado no le invitaban a reuniones ceremoniosas para así quitarle su halo glorioso, y escondieron con avaricia las órdenes. No obstante, el científico abrió su alma para los lugares que lo vieron nacer; en los últimos años de su vida, con el cerebro secuestrado por el Alzheimer, día y noche susurraba recuerdos del pasado.
Ante un coterráneo suyo, el Prof. Borislav Toshev, compartió con angustia: Después de la guerra no fue posible regresar a Bulgaria. De haberlo hecho me habrían enviado a un campo de concentración, y luego, algunos años más tarde, tal vez me habrían nombrado ingeniero jefe de una granja cooperativa en alguna aldea pero dudo que hubiera recibido un ascenso en Belogradchik.
El archivo de este búlgaro destacado ya está en la patria pero, según Mijaíl Grúev, los científicos aún no han mostrado interés por aquél. Además, la casa natal del Prof. Widin Tabakoff está en ruinas. Como al Estado no le importa la memoria de sus personalidades talentosas, un ciudadano de a pie, Boyán Minkov, se ha hecho cargo de convertir la casa del Prof. Tabakoff en museo.
El Prof. Widin Tabakoff llevaba consigo en Alemania, Argentina y Estados Unidos cosas que guardaba de su infancia en Bulgaria, y yo espero que vuelvan aquí, dice Boyán Minkov.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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