Una muestra traslada a los visitantes a los baños hogareños y públicos, a los burdeles, los locales nocturnos y las alcobas, familiarizándoles con el mundo más íntimo del hombre urbano en Bulgaria de la primera mitad del siglo pasado. Con la ayuda de 150 dibujos exhibidos en la Galería de Artes Municipal de Plovdid, la muestra titulada “Ilia Beshkov: pudor y pasiones” revela secretos muy entrañables, celosamente guardados de la sociedad.
Tras el golpe de Estado en Bulgaria en 1934, cuando el Parlamento quedaba disuelto, los partidos prohibidos y a la prensa se le impuso una censura total, Ilia Beshkov ya no podía hacer públicas sus caricaturas arrolladoras. En aquella época el artista se apasionó por la idea de dibujar todo lo que la gente hacía con mucho sigilo y fue colmando sus agendas con las imágenes de varones excitados, viudas lujuriosas y manifestaciones de las más bajas pasiones.
La exposición se propone sacar a la luz del día dibujos no mostrados hasta ahora que Beshkov estuvo haciendo únicamente para sí, a la vez que procura rastrear su evolución como artista a través de los años, dice Krasimir Iliev, curador de la exposición. Y continúa: Ilia Beshkov es artista muy receptivo y sensible como caricaturista y se hace eco de cualquier acontecimiento o suceso político. Al mismo tiempo se siente atraído por el mundo íntimo de los individuos ya que, a su juicio, el mundo íntimo repercute en cada comportamiento humano, incluso en el plano político.
Cuando en el año 1938 Ilia Beshkov montó su primera exposición, los críticos de arte no tardaron en llamarlo ”denunciador de lo vicioso en la vida”. Él, sin embargo, les dio el mentís expresando que no era un juez para dictar condenas.
Se trata, en realidad, de cosas entrañablemente humanas, dice el curador. En aquella época se consideraba, por ejemplo, que la visita que un hombre maduro hacía a un lupanar no era especialmente condenable desde el punto de vista de la moral. Frecuentar un prostíbulo era, además, algo muy popular para los artistas del pincel. A las jóvenes habitantes de Sofía se les aconsejaba no transitar por la calle “María Luisa”, ya que no quedaba bien que pudieran ver en ella a mujeres ligeras de ropa. Los baños públicos y caseros eran asimismo recintos curiosos que Beshkov fue presentando y recreando. Él mismo acostumbraba decir que no pintaba a personas al natural, sino que las creaba. O sea, que era capaz de crear a unas damas en un baño, como frecuentemente se entretenía en hacerlo, o bien, a una familia en un baño hogareño, al que, por cierto, nadie conseguía asomarse.
Además de con los dibujos, quienes visiten la muestra podrán familiarizarse con varias reflexiones del artista que éste iba anotando en sus diarios. Recientemente, al cabo de 57 años, justo los años que vivió Ilia Beshkov veía la luz su libro titulado “El cuaderno negro”. Mientras en sus páginas el artista ofrecía el diagnóstico despiadado de la realidad que lo rodeaba, los órganos de la Seguridad del Estado iban cumplimentando afanosamente, con otro tipo de apuntes, su expediente de más de 200 folios.
Algunos fragmentos de las declaraciones de Beshkov son inéditos, precisa Krasimir Iliev. No forman parte de su “cuaderno negro”, sino de otro, de color rojo, y hasta ahora no se han publicado en ninguna parte. En esos peculiares diarios, Beshkov iba apuntando reflexiones que no podía expresar en público y, ni siquiera en la peña de sus amigos.
Ilia Beshkov es uno de los artistas del pincel más significativos del siglo XX. Cuando sus dibujos abandonaron los confines de Bulgaria se le comparó con los artistas más renombrados de todos los tiempos: Rembrandt, Goya. Y, lo que es no menos importante, es que detrás del gran artífice se sitúa un hombre bueno.
Quiero a los seres humanos −confesaría él en su cuaderno rojo−. No hay otra cosa que me provoque ternura, asco, llanto y miedo que los humanos. Toda la amargura de mi vida la estoy transformando en una sonrisa sincera y pulcra que voy obsequiando a la primera persona que se me cruce en el camino.
Versión en español por Mijail Mijailov
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