La carrera profesional de la cantante folclórica Kalinka Válcheva es notable. Su brillante y sonora voz de soprano no deja indiferentes a los oyentes. Modela con facilidad los ornamentos intrincados de las canciones lentas pero entra con agilidad en los ritmos de la rachenika, danetsa y sborenka, danzas animadas típicas de su región natal: la llanura de Dóbrudzha. Esta llanura, conocida como el granero de Bulgaria, es la fuente del enorme repertorio de Kalinka Válcheva; sus registros en el archivo sonoro de Radio Nacional de Bulgaria rebasan de 200, y son modelos de pureza estilística y elegancia musical. Los arreglos de las canciones son obra de unos de los mejores compositores de la música folclórica búlgara: Kosta Kolev, Stefan Kanev, Jristofor Radanov...
En 2017 Kalinka Válcheva ha celebrado dos importantes aniversarios: su 75 cumpleaños, y 55 años de carrera interpretativa. Una carrera que comenzó en su pueblo natal, Sarnets, y pasó por el Conjunto Vocal Femenino de la Radio y la Televisión Nacionales de Bulgaria que más tarde adoptó el nombre de El Misterio de las Voces Búlgaras, galardonado en 1990 con un Premio Grammy. Siguió el período británico con numerosos conciertos y giras por toda Europa junto a su marido, Martin Jenkins (productor e intérprete de mandolina, viola y flauta), para, finalmente, volver a su amada Dóbrudzha, donde en la actualidad continúa cantando y enseñando a los jóvenes talentos. Sus agradecidos conciudadanos han organizado en las ciudades de Dobrich y Térvel, en el noreste de Bulgaria, una serie de conciertos en honor a la renombrada cantante, en los que Kalinka Válcheva ha participado junto con compañeros suyos.
Las personas con las que comencé este camino son mi madre, mis tías, mi abuela –cuenta Kalinka Válcheva– . En mi casa y en mi pueblo natal siempre la música y el baile formaban parte de la vida cotidiana. Cuando empecé en la escuela, mi maestro, contento de que yo cantara, me apoyaba. En 2º grado ascendí a solista del coro de nuestra escuela. Poco a poco fui avanzando hasta llegar a la Dirección de Música que, en aquél entonces organizaba la vida concertística en este país. He viajado por toda Bulgaria con los mejores cantantes y orquestas que me introdujeron a los grandes escenarios. Todos estos grandes artistas decían que mi lugar estaba en el Conjunto Folclórico de la Radio Nacional. Cuando me presenté a un concurso para una plaza en el grupo de las primeras sopranos, conmigo había unas 60 candidatas. Después de mi actuación, el director del Conjunto vino a felicitarme, diciendo “Eres tú la elegida”. Así se cumplió mi sueño. Luego siguieron muchos premios y concursos, en el país y en el extranjero. No olvidaré un concurso en Túnez en 1969; participaban cantantes de 22 países y yo me llevé el primer premio. Tenía que preparar una canción tunecina en dos días. Cuando terminé de cantar el público se puso en pie. En la competición para intérpretes y conjuntos profesionales gané dos primeros: como solista y como integrante de un cuarteto. Tengo también recuerdos interesantes de los músicos ingleses y franceses con los que he trabajado a lo largo de los años. Estuvimos trabajando muy bien juntos. En Francia trabajé con tres grupos. En Bretaña la orquesta estaba compuesta por 16 personas y dábamos muchos conciertos en grandes salas. También he cantado con la Orquesta Topólovo, compuesta por músicos franceses que interpretan únicamente música folclórica búlgara. El grupo lleva el nombre de un pueblo cerca de la ciudad de Plovdiv. Ahora sigo cantando con la Orquesta Bíseri, con la que trabajar es fácil y placentero. Mi gente de Dóbrudzha me ha mostrado su respeto proclamándome ciudadana honoraria de Térvel. Un conjunto infanto juvenil de esa ciudad lleva mi nombre, como también un club de jubilados en Dobrich, el grupo de folclore autóctono del pueblo de Kládentsi, en la provincia de Térvel, y una guardería. Trabajo muy bien con los niños. Sé que habrá quien tome el relevo, quien siga mis pasos cuando llegue el momento, por eso no me preocupo y confío en el futuro.
Versión en español por Marta Ros
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