La Batalla de Stara Zagora del 19 de julio de 1877, librada en el curso de la Guerra Ruso–Turca de 1877–1878, libertadora para Bulgaria, fue una de las más épicas y, al mismo tiempo, más trágicas. Terminó con la victoria del Ejército turco, la masacre de la población y la quema de la ciudad. En esta batalla heroica y abnegada por la salvación de esa ciudad del centro sur de Bulgaria, es el bautismo de fuego del cuerpo de voluntarios búlgaros que formaba parte del Destacamento de Vanguardia Ruso al mando del General Gurko.
Retirándose del campo de batalla, búlgaros y rusos fueron librando un combate resuelto y encarnizado por salvar la Bandera de Samara, símbolo de los voluntarios búlgaros. En ese combate el teniente coronel ruso Pável Kalitin cumplió la promesa que había dado en la ciudad rumana de Ploiesti al recibir el estandarte, de que moriría antes de dejarlo caer en manos enemigas. Sacrificando su vida Kalitin logró salvar la Bandera de Samara, la única en la historia de Bulgaria distinguida con la Orden a la Valentía. Un gran número de artífices del pincel han recreado en sus obras esta reliquia histórica búlgara. En la colina Chadar Moguila, en Stara Zagora, en la que estaba el centro de mando de los voluntarios búlgaros se yergue el Complejo Conmemorativo “Defensores de Stara Zagora 1877”. En palabras de Vaña Dóneva–Tsénkova, experta del Museo Regional de Historia, el Complejo “recrea con gran acierto la Bandera de Samara”:
En el transcurso de la guerra libertadora, la Bandera de Samara peligró en dos ocasiones: en la Batalla de Stara Zagora y en la del puerto de montaña de Shipka, el 11 de agosto de 1877. Las tropas de las que también formaba parte el cuerpo de voluntarios búlgaros, fueron cercadas por el Ejército otomano pero el arrojo de los defensores del ejército ruso regular y los voluntarios búlgaros evitó que el enemigo se apoderara del estandarte reliquia. Fue así como los portaestandartes que murieron cerca de Stara Zagora, y la hazaña de Pável Kalitin, comandante de la Tercera Compañía de Voluntarios, quien, con esfuerzos heroicos y al costo de su vida, salvó la Bandera de Samara, dejaron una estela luminosa en la Historia. Los acontecimientos del 19 de julio han sido recreados un siglo después en este majestuoso monumento llamado la Bandera de Samara.
El monumento, de unos 50 metros, es obra de los escultores Krum Damyanov y Bozhidar Kozarev y de los arquitectos Bogomil Davidkov y Blagovest Valkov. El ingeniero diseñador es Antón Maléev.
El monumento está realizado de una manera plástica original –prosigue Vaña Tsénkova –. La estructura de la bandera ondeante se sustenta en tres sólidas columnas. En sus bases está el osario en que reposan los restos mortales de las víctimas. El osario recuerda el sangriento epílogo del memorable combate. Sobre el sarcófago están grabadas las palabras del poeta de Stara Zagora, Mijaíl Berberov, que rezan: “Stara Zagora, Stara Zagora, ciudad viva con fundamentos hincados en huesos”. Montan una guardia sempiterna seis voluntarios búlgaros y un oficial ruso, símbolos de obstáculo insalvable formado por las seis compañías de voluntarios búlgaros que bajo el mando de los oficiales rusos entraron en combate por vez primera en las afueras de Stara Zagora.
El fuego eterno en memoria a los caídos arde en una estructura en forma de bayonetas, y refleja la veneración de los héroes que se inmolaron por la libertad de la patria. Otra parte del monumento son los muros del memorial en los que un par de textos señalan la trayectoria de la Bandera de Samara: el discurso pronunciado por el hombre público ruso Pyotr Alabín en Ploiesti el 6 de mayo de 1877 cuando la enseña fue entregada a los voluntarios búlgaros, y también las palabras del Gen. Iosif Gurko en las que hace referencia también al destacamento defensor de Stara Zagora. Llama la atencion, asimismo, la decisión compositiva integral en la que se distinguen nítidamente dos zonas. La primera consiste en una escalinata monumental de 100 peldaños que aluden a que el monumento se ha construido por el centenario de los combates. Integran la segunda tres terrazas consecutivas que enlazan los distintos componentes en un todo único. Representan una conexión entre el pasado y el futuro por medio del presente.
En 1977 los restos mortales de los héroes que defendieron Stara Zagora al precio de su vida fueron trasladados solemnemente del mausoleo osario (construido para las víctimas de Stara Zagora en 1910) para depositarlos en el sarcófago en el acto de inauguración del Complejo Conmemorativo. En 2007, con ocasión del 130 aniversario de la batalla, por idea de uno de los autores del monumento, Krum Damyanov, y del escultor Filip Papazov en los accesos del Complejo fue montada una cruz ortodoxa en la que está empotrada la tradicional cruz búlgara.
Desde 2007 se impuso la tradición de hacer, alrededor de ese Complejo, reconstrucciones de los combates con el fin de mantener vivo el interés por la memoria de los caídos, y también el recuerdo de los momentos heroicos y trágicos de los acontecimientos del 19 de julio de 1877, dice en conclusión Vaña Tsénkova.
Después de la Batalla de Stara Zagora, dirigiéndose al Destacamento de Vanguardia Ruso y al cuerpo de voluntarios búlgaros, el Gen. Gurko expresaría: “Este fue el primer combate en el que se enfrentaron al enemigo. En él hicieron gala de tal heroísmo del que se puede enorgullecer todo el Ejército Ruso. Ustedes son el núcleo del futuro Ejército Búlgaro. Pasarán años y ese futuro Ejército Búlgaro exclamará: Somos descendientes de los gloriosos defensores de Stara Zagora".
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Svetlana Dimitrova
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