En la noche del lunes en un par de horas la cumbre de los líderes UE-Turquía, celebrada en Varna, ha ofrecido respuesta a expectativas, suposiciones y reservas mantenidas durante dos meses. Las conjeturas de que la cumbre pudiera no celebrarse por las contradicciones violentas entre las partes negociadoras que la antecedían, no se han justificado. El objetivo único que el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, se había planteado asegurar la continuación del cumplimiento del acuerdo migratorio de la UE con Turquía, ha sido logrado. Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, ha reconocido que en Varna la UE y Turquía no han logrado compromisos ni llegado a soluciones pero de las declaraciones de los participantes en la cumbre ha trascendido que, pese a las distinciones, el diálogo continuará. Continuará, pero transcurrirá nuevamente en medio de una situación ardua y contradictoria.
Antes de emprender su viaje a Varna, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan decía en Estambul que su país se encontraba interesado en la continuación de las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE y, al término de la cumbre, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, respondió que se oponía tajantemente al cese de las negociaciones sobre la adhesión de Turquía y que él era garante de su continuación. La declaración del presidente de la CE es testimonio de la existencia de contradicciones internas en el seno de la UE en lo tocante a este tema, a juzgar por la reciente posición, manifestada por el canciller austriaco, Sebastian Kurz, en Sofía, de que en estos momentos Turquía no se ajusta a los criterios para mantener relaciones de negociaciones con la UE.
El presidente de Turquía ha expresado también algunas pretensiones turcas, difíciles de satisfacer. Con vistas a la evolución favorable de los contactos con la UE, Ankara esperará la liberalización cuanto antes del régimen de visados de la UE para los ciudadanos turcos. Además, la parte turca esperará a que la UE no sólo deje de criticar sus acciones contra algunas organizaciones terroristas fuera de sus fronteras, sino que también le ofrezca un recio respaldo. Esta última pretensión es particularmente ardua de aceptar por parte de la UE, especialmente por la posición crítica que ésta no deja de expresar ante la actuación de Turquía en Siria. Tras la cumbre en Varna, siguen asimismo en vigor las exigencias de la UE a Turquía en lo tocante al respeto de los derechos humanos, el mejoramiento de las relaciones con Grecia y Chipre y la liberación de los dos soldados helenos, recientemente detenidos por Turquía.
Pese a la complejidad y las contradicciones diametralmente opuestas entre la UE y Turquía con respecto a algunos temas de la agenda de sus relaciones, cabe esperar que en lo sucesivo el diálogo entre las partes vaya a ser más constructivo. Una de las premisas para ello reside en el reconocimiento expreso por parte de los líderes europeos de que Turquía sigue cumpliendo su acuerdo migratorio pactado con la UE y que gracias a aquél país actualmente la presión migratoria a Europa Occidental es prácticamente nula. En lo que hace a los reproches virulentos lanzados por Ankara en el sentido de que la UE no está cumpliendo sus compromisos financieros en el marco de este acuerdo, el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, ha dicho con contundencia que no debe existir ni asomo de duda sobre el desembolso del resto de la asistencia pecuniaria prometida del orden de 1200 millones de euros.
Para el primer ministro de Bulgaria, Boiko Borisov, en concreto, la cumbre de los líderes UE-Turquía en Varna ha surtido, además, un positivo efecto político interno. El premier búlgaro se ha aprovechado del foro para plantear ante la parte turca algunos problemas, a petición de la oposición, por entre los cuales el más difícil es el del pago de indemnizaciones por los bienes raíces de los refugiados de la Tracia de Edirne. En respuesta, el jefe de Estado turco ha formulado en contrapartida peticiones relacionadas con los bienes raíces del Muftiado en Bulgaria, con el proceso de cambio forzoso de los nombres de los turcos búlgaros, las pensiones de los emigrados búlgaros en Turquía, la gestión de las aguas. Es obvio que estos asuntos implican también un diálogo no sólo arduo, sino también prolongado. En este sentido, el primer ministro de Bulgaria espera que hasta mediados del año en curso se pueda celebrar una reunión bilateral con la parte turca, dedicada especialmente a estos temas.
Versión en español por Mijail Mijailov
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