El 3 de abril de 1879 la Asamblea Constituyente, reunida en la antigua capital de Tarnovo, declaró Sofía capital de la Bulgaria libre.
Había diversas opciones de ciudades que podían ser declaradas capital: Sofía, Tarnovo y Plovdiv. El que propuso que fuera Sofía la capital de Bulgaria fue el Prof. Marin Drinov. Una de las razones para ello era que se encontraba en el centro geográfico de las tierras étnicas búlgaras. Drinov conocía bien la ciudad, ya que era el vicegobernador en la época del primer gobernador de la Sofía de después de la Liberación, Piotr Alabin. Ya que Drinov no era diputado de la Asamblea Constituyente, presentó su propuesta la figura renacentista Todor Dzhavarov, explica Zdravko Petrov.
Zdravko, urbanista de profesión, es uno de los jóvenes de la agencia de excursiones históricas “Rutas Históricas de Sofía” que con mucho entusiasmo presentan ante los habitantes y los turistas de la capital el “puzzle de la historia” de la ciudad, ya que buscan las piezas que faltan del rompecabezas. Zdravko explica que la Asamblea Constituyente tomó la decisión de que Sofía fuera la capital de Bulgaria y que Tarnovo quedara como la capital histórica. No fue casual que en 1908 la Independencia de Bulgaria se anunciara precisamente en Tarnovo. Pero, ¿qué aspecto tenía Sofía en los primeros años tras la Liberación?
Con toda seguridad era exótica, intrigante, colorida, porque hasta entonces había sido una ciudad otomana, con callejuelas estrechas y curvas, y sin alcantarillado. Poco después de la Liberación, debido al barro de las calles Konstantin Irechek declaró que Sofía era “la Venecia búlgara”, recuerda Zdravko Petrov. En la ciudad había numerosos minaretes y menos iglesias, pero también las intrigantes ruinas de la ciudad romana de Ulpia Serdika.
Entre los edificios que existían en aquella época estaba la basílica de Santa Sofía. Antes de la Liberación se utilizó durante un tiempo como mezquita; tenía un minarete que fue destruido en un terremoto y entonces la mezquita fue abandonada. Inmediatamente después de la Liberación, el edificio fue utilizado como atalaya del cuartel de bomberos, explica Zdravko Petrov.
El corazón comercial de la ciudad estaba aproximadamente en la zona conocida actualmente como “Largo”. Cerca de la mezquita Banya Bashi, del siglo XVI, había un mercado de cereales. Tras la Liberación, esa zona se convirtió en la principal calle comercial de Sofía, llamada “calle Comercial”.
En 1881 el príncipe Alejandro I aprobó el plan urbanístico de Sofía, en el cual en lugar de callejuelas curvas había cómodas calles anchas y rectas. Empezó entonces el desarrollo europeo de la ciudad. Los primeros cambios se implementaron en la calle Moskovska, continúa Zdravko Petrov:
Antes de la Liberación esta calle se llamaba “Orhaníiska”. Desde la ciudad de Orhanie (la actual Botevgrad), donde tuvo lugar una ofensiva rusa contra el ejército otomano, por esta calle de Sofía entraron los soldados rusos, y la calle pasó a llamarse “Moskovska” (de Moscú) en su honor. Inmediatamente después de la Liberación, el viejo konak turco (un tipo de mansión otomana) que se encontraba ahí fue reconstruido como palacio principesco mediante un proyecto del arquitecto húngaro Víctor Rumpelmayer, señala Zdravko Petrov, y añade:
En 1833 se celebró en el salón de baile del nuevo palacio una gran recepción solemne. El evento supuso un gran shock cultural para los asistentes al baile, ya que hasta entonces no habían visto nada parecido. Incluso hay constancia en algunos libros de que los invitados a menudo se golpeaban contra los espejos de cristal del palacio.
Los primeros edificios que surgieron tras la Liberación eran de estilo neoclásico, popular en Europa en aquella época. A partir de 1890 se fue desarrollando la secesión. Los primeros arquitectos del nuevo Estado búlgaro eran extranjeros, porque, como cuenta Zdravko Petrov:
Justo después de la Liberación no había arquitectos búlgaros en Bulgaria. Muchos extranjeros llegaron al país, ya que veían oportunidades laborales. La influencia cultural más destacada fue la de los austro-húngaros. Entre ellos estaba Friedrich Gruenauer, autor de muchas de las bellezas de la antigua Sofía. Son obra suya muchos de los edificios de estilo secesionista, como la antigua Embajada de China (actual rectorado de la Universidad de Sofía), la actual legación turca, uno de los edificios de la Embajada griega y la Embajada española.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: historicalroutes.bg
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