A finales de 1949 partió del puerto de Nápoles un barco transoceánico con 1260 emigrantes. Su equipaje estaba compuesto principalmente por sueños de la desconocida costa australiana, amigable y cálida, como una auténtica patria. Tras muchos retos entre las olas llegó también al puerto de Sydney una mujer búlgara, que pasaría medio siglo expatriada antes de regresar al hogar por corto tiempo, y en su última hora mostraría en un solo gesto su corazón erguido para la eternidad.
Al desvelar el testamento de Margarita Zanef, los abogados australianos se enfrentaron a un hecho sorprendente: la anciana de 95 años legaba todas sus posesiones a la Galería Nacional de Sofía y a la Galería de Arte de Nueva Gales del Sur en Sydney. Las repartía entre la ciudad en la que conoció el amor y nació su hijo, y la ciudad en la que estableció su segundo hogar y perdió a sus seres más queridos.
Los casi dos millones de levas que la emigrante búlgara legó a la Galería Nacional ya se encuentran en las cuentas de la institución, y la directora, Slava Ivanova, reconoce que nunca habían recibido una donación tan generosa. Por este motivo la galería buscó a sus parientes e intentó averiguar quién era su benefactor y el por qué de este maravilloso gesto.
Esta señora resultó ser una figura enigmática y al mismo tiempo encantadora. Cuanto más nos acercábamos a su imagen real, más valor adquiría su noble acto en una dimensión puramente humana. Ella resultó ser una persona amable, bondadosa y corriente, en el buen sentido de la palabra, cuenta Slava Ivanova.
Margarita Zanef llegó al mundo el 11 de abril de 1921, como cuarta hija de una familia del pueblo de Pogorelets (actualmente Yakimovo), en la provincia de Montana. Hasta su último aliento utilizó el apodo Greta (diminutivo de Margaret en varios idiomas europeos). Con este nombre firmaba sus postales a Bulgaria. En el árbol genealógico familiar destacan su abuelo, cercano a la corte real y durante mucho tiempo alcalde del pueblo, y su padre, un hombre relativamente rico que pudo ofrecer a sus hijos mayores estudios universitarios. En esa época Margarita iba al instituto en Sofía y soñaba con proseguir sus estudios en Munich. Sin embargo, el destino la reunió con el amor de su vida y ella abandonó su sueño de estudiar. Así, con apenas 19 años se casó con Tsanko Tsanev, miembro de una conocida familia de Shumen, y un año más tarde nació su hijo Anton. Y a mediados de los años 40 la familia partió a Viena y posteriormente emigró a Australia. Se establecieron en Sydney, donde llevaron una vida tranquila: ella trabajaba como mecanógrafa, su marido en la administración estatal y su hijo era abogado. Pero Tsanko y Anton se fueron pronto de este mundo y ella terminó su vida en una residencia de ancianos, legando las propiedades familiares a las galerías.
¿Pero quién fue el hombre que conquistó su corazón y cambió sus planes, y por qué ambos eligieron un destino sin regreso?
Él amaba mucho Bulgaria, y constantemente tenía el sueño inalcanzable de volver a verla de nuevo, dice Slava Ivanova, que sugiere que tras la emigración había motivos políticos. A diferencia de su mujer, que en el año 2000 regresó por poco tiempo, él nunca regresó a su patria, y solo le dedicó el poema bajo pseudónimo “Gord Balkan”. Y en los años siguientes de su vida, cuando ya estaba muy enfermo, se instaló en un lugar que le recordaba al paisaje montañoso búlgaro.
Margarita hablaba a menudo de Bulgaria, afirma a su vez su contable, Alex Whitehead. Según él, no apreciaba a los comunistas, ya que el régimen se lo quitó todo a su familia, y por esa razón partió. Sin embargo, ¿por qué esa señora tranquila y modesta, amante de la música y de las flores, decidió donar la riqueza familiar al arte, y además a dos continentes? Tal vez nunca lo entendamos. Por eso, su nombre permanecerá al pie de los cuadros como testimonio de su generosidad. Y el aroma de la azalea blanca plantada en el jardín de su hijo Anton extenderá durante mucho tiempo el recuerdo de una familia que toda la vida llevó a su patria en el corazón.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal, BGNES y nationalgallery.bg
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