El pastel de la boda de Meghan y Harry se elaboró probablemente bajo la estricta tradición de la casa real británica, pero su sabor no se puede medir con el búlgaro. 300 periodistas de todo el mundo acreditados para la boda del sexto en la sucesión al trono británico probaron ambos pasteles y todos prefirieron unánimemente la obra maestra pastelera del búlgaro Iván Alexandrov.
En los años 90, dos talentosos hermanos ingresaron en la escuela de cocina de Bankia, uno con la idea de convertirse en un famoso cocinero, y el otro para obtener un diploma que le permitiera estudiar arte dramático. Al cabo de unos años, Iván llegaría a la corte real, y Vladimir, con la familia de artistas Karamazov, actuaría en el Teatro Nacional.
Iván Alexandrov lleva apenas 5 años viviendo en Inglaterra, pero ya ha logrado tal renombre como repostero que fue invitado a elaborar el segundo pastel más importante de la reciente boda real: el de los periodistas. Y en solo una semana erigió una “torre” de 5 pisos y 100 kilogramos, decorada con flores hechas a mano de color melocotón, blanco y violeta, y lavanda.
Recibí comentarios muy positivos y los periodistas lo definieron incluso como mejor que la original”, cuenta Iván Alexandrov. “En un momento dado apareció el pastel auténtico y admito que era muy extraño. Todos dijeron que el mío era mejor. Lo que más les impresionó fue su efecto y su altura, ya que parecía un auténtico pastel nupcial, pero, por supuesto, también el sabor, muy fresco y agradable, como se pidió. Naturalmente, yo lo habría hecho más búlgaro, más almibarado y con crema por dentro, y no sólo bizcocho seco.
Iván incluyó en su receta saúco y limón, la combinación clásica del pastel del repostero real, pero con su propia interpretación.
La crema de limón está basada en zumo de limón exprimido y huevos, y las placas de bizcocho, en vez de llevar la tradicional cáscara de limón, llevan saúco y también sirope de saúco. Esta combinación es muy fresca gracias al limón, y el saúco aporta un buen sabor. Así, el pastel resulta primaveral y ligero.
Iván empezó a hornear sus primeros pastelitos redondos, ”kurabiiki”, ya en la escuela primaria, elaborándolos especialmente para su abuela enferma. Cuando terminó sus estudios en la escuela decidió, costara lo que costara, conseguir la receta para la elaboración del pastel japonés, muy en boga en aquella época. A tal efecto comenzó a trabajar en la pastelería que comercializaba aquel dulce, muy sigilosamente, en los aseos, copió en un pedazo de panel sus codiciados ingredientes y, al tercer día de contratado abandonó aquel trabajo alegando que “no le gustaba esa labor”. Luego intentó montar una pastelería propia, fue trabajando en los grandes hoteles, quería desarrollarse pero veía que en Bulgaria resultaba difícil cumplir ese sueño.
La situación económica era pésima, yo me dije que no tenía qué hacer acá, recuerda Iván. Los primeros pasos que fui dando en Londres fueron muy duros. Necesité 6 meses para tramitar y sacar mis documentos y luego fui candidato a ocupar el puesto de repostero. La primera cocina en que comencé a trabajar resultó una auténtica pesadilla, tenía que empezar desde cero pero me motivé para quedarme y así, algún tiempo después fui recorriendo la mitad de los hoteles y restaurantes mejores de la ciudad. De esta manera fui recopilando recetas y me puse a forjar mi estilo. Al año ya me había establecido trabajando de repostero jefe en un hotel y aquella experiencia también contribuyó a mi evolución profesional.
Así Iván llegó al Haymarket Hotel, un hotel de cinco estrellas que es uno de los cinco mejores hoteles londinenses, y actualmente está desarrollando su Boutique Cookies Cakes, tienda en la que elabora obras de repostería artísticas y en la que disfruta de variados clientes VIP. Reconoce, sin embargo que aún le queda mucho por aprender, sobre todo en lo tocante a la decoración de sus tartas y pasteles.
Para un repostero la tarta nunca acabará siendo perfecta, señala con contundencia Iván. Veo los errores que cometo, y también los que hacen los otros reposteros. De manera que la tarta puede ser perfecta únicamente para el cliente. Hay cosas que nunca me ha gustado pero, al mismo tiempo, he escuchado opiniones de clientes que han calificado a alguna de mis tartas como la más increíble y hermosa. Y es que esto me sorprende y en tales casos me digo en mi fuero interno que mi opinión no ha sido, pues, de tanta importancia.
En breve Iván llegará a Bulgaria por corto tiempo para ofrecer cursos de máster. Será un retorno parcial, pero sé que algún día volveré definitivamente a la patria, comenta el repostero búlgaro.
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