El 7 de junio el Parlamento de Bulgaria ha aprobado una propuesta por medio de la cual la coalición gobernante del partido GERB y los Patriotas Unidos ha comprometido al Ejecutivo a reanudar la búsqueda de posibilidades para la construcción de la central nuclear de Bélene con la participación de un inversor estratégico, en conformidad con los principios del mercado y sin el otorgamiento de garantías estatales. Al mismo tiempo, el Parlamento ha rechazado la propuesta del Partido Socialista Búlgaro de revocar la resolución de aquél del año 2012 para la suspensión de las obras de construcción de la central en cuestión.
Esta evolución más reciente en la energética nuclear nacional está siendo calificada, en la mayoría de reacciones que circulan en el espacio público, de un “relanzamiento” del proyecto Bélene. Algunos de los medios informativos aportan matices de duda o indefinición por titulares del tipo “Sobre el telón de fondo de vago interés inversionista, el Parlamento descongela formalmente el proyecto” −en el diario Sega− o “Buscamos inversor para la planta nuclear de Bélene en medio de condiciones de moratoria” − la agencia informativa BGNES−.Y es que genera fundamento para dudas incluso la propia historia del proyecto. Tras haberse iniciado las obras de construcción en 1987, en mayo de 1990 las instalaciones se redujeron a dos reactores por falta de recursos, en el año 1991 las obras quedaron congeladas por el primer gobierno democrático de Bulgaria debido a la falta de recursos y a una resistencia de la opinión pública. En el año 1996 el proyecto fue relanzado por el gobierno del Partido Socialista Búlgaro, y en 1997 resultaba rechazado, básicamente por el elevado coste de la energía eléctrica que la planta generaría, para ser restaurado en 2002 por el gabinete de Simeón de Coburgo y Gotha, y, en 2012 , quedaba nuevamente suspendido por el primer gobierno de Boiko Borisov, por falta de inversor estratégico.
Con todo, se trata en última instancia de una reanudación, ya que incluso el propio jefe de Estado, Rumen Radev, en relaciones de tensión con el Ejecutivo, ha celebrado “el levantamiento de la moratoria” y ha instado a dejar al Ejecutivo a que haga serenamente su trabajo de recopilación de la información indispensable, la celebración de las respectivas negociaciones, la confección de cálculos precisos sobre la racionalidad del proyecto, su seguridad, sus beneficios financieros, etc.
Temenuzhka Petkova, ministra de Energía, ha manifestado convencida que la decisión del Parlamento allana el camino para buscar un inversionista estratégico, que como tales han mostrado interés cuatro candidatos y que la planta nuclear podría ser construida en un período de hasta siete años. Es cierto que un día antes de la resolución del Parlamento, la Corporación Nuclear Estatal de China y la compañía rusa ”Rosatom” habían reiterado su interés por invertir en la planta nuclear de Bélene, si bien es igualmente cierto que la parte china plantea la cuestión de las garantías estatales con las que los gobernantes actuales de Bulgaria no desean comprometerse y que la parte rusa irá reflexionando en lo sucesivo sobre sus propuestas en base a la decisión del Parlamento. Constan igualmente los nombres de dos compañías más, interesadas en potencia por las obras. Son la francesa “Framatom” y la norteamericana “General Electric” las que, sin embargo, pretenden, en principio, ser suministradoras en vez de inversionistas estratégicos.
En el transcurso de las negociaciones, los gobernantes búlgaros deberán tomar en consideración no sólo factores exteriores, sino también internos vinculados con ellos. En los debates parlamentarios del jueves, 7 de junio, el Movimiento por Derechos y Libertades se opuso al proyecto nuclear, pese a estar a favor de su materialización. El Partido Socialista Búlgaro, por su parte, abriga sus dudas con respecto a la sinceridad de las intenciones de los gobernantes. La coalición de derechas “Bulgaria democrática”, de reciente formación, ha protestado violentamente contra el relanzamiento del proyecto y, a pesar de ser una fuerza política extraparlamentaria, no puede ser infravalorada por el Ejecutivo, puesto que se encuentra asociada a la llamada “derecha auténtica” y cuenta con un importante potencial público.
La ministra de Energía se mantiene optimista manifestando que de aquí a siete años se pueda construir la planta nuclear de Bélene, pero aún es prematuro juzgar desde ya si tal expectativa es realista o no. Probablemente, empero, sí se puede asegurar desde ya que la sociedad, cansada de tantos años de vicisitudes sufridas por el proyecto, se encuentra madurada para cualquier desenlace definitivo, ya sea éste positivo o negativo.
Versión en español por Mijail Mijailov
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