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Alexánder Alexandrov: “Los cosmonautas estamos hechos de otra madera”

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La Academia de Ciencias de Bulgaria conmemora el 30º aniversario del vuelo del segundo cosmonauta búlgaro, Alexánder Alexandrov, exhibiendo los dispositivos originales con los que se llevaron a cabo los experimentos en la Estación Espacial Mir, la escafandra o traje espacial de Alexandrov, fotografías, materiales científicos y de video.

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El 7 de junio de 1988, la nave espacial Soyuz TM–5 despegó del Cosmódromo de Baikonur con tres tripulantes a bordo: Alexánder Alexandrov y los rusos Anatoli Soloviov y Viktor Savinykh. A un kilómetro y medio del Complejo Espacial Mir al que tenían que acoplarse los cosmonautas se enfrentaron a un desafío que los abocó al riesgo de regresar prematuramente a la Tierra.

Sucedió cuando la antena de acoplamiento se desconectó y, ya que ora se abría, ora se cerraba, la información que recibíamos en la pantalla desaparecía –recuerda Alexánder Alexandrov– . Según las instrucciones, teníamos que regresar pero emprendimos un acoplamiento arriesgado, ya que un segundo fallo de este tipo se habría convertido en un sinónimo de fracaso para Bulgaria*. Es por eso que, aun en la Tierra, habíamos decidido hacer todo lo posible por acoplar la nave, y realmente lo conseguimos.

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Como casi todo chico búlgaro de mediados del siglo pasado Alexánder Alexandrov soñaba con ser cosmonauta. Le apasionaban los libros de Julio Verne, eligió la profesión de piloto y se presentó al proceso de selección para primer cosmonauta búlgaro. A pesar de estar muy bien preparado, el 10 de abril de 1979 al espacio voló Gueorgui Ivanov, el otro cosmonauta búlgaro entrenado; Alexandrov quedó de doble. Nueve años más tarde, al final logró cumplir su sueño de la infancia.

Estando en la Tierra, ¿es posible imaginar lo que es flotar en ingravidez en el infinito?

No, uno no puede imaginárselo hasta que lo pruebe personalmente –dice el cosmonauta– . Antes se consideraba que las corrientes de meteoros, las partículas intergalácticas pesadas y la radiación serían el principal enemigo de la conquista del Espacio, mientras que la ingravidez era imaginada como un estado paradisíaco en el que uno flota en el espacio como un pájaro. Sin embargo, resulta que precisamente la ingravidez no permite a todos volar en el espacio cósmico debido a los muchos factores dañinos que afectan al cuerpo humano.

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Durante el vuelo, la tripulación llevó a cabo con éxito el programa científico Shipka e hizo 56 experimentos.

Lo que hemos logrado es algo que es único para aquella época, ya que por primera vez hemos sido capaces de computarizar todos los experimentos –recuerda Alexánder Alexandrov– . Uno de esos experimentos estaba relacionado con el sueño. Antes que nosotros fue realizado por los estadounidenses pero infructuosamente porque su astronauta no había dormido. Y, como es sabido, el sueño es el principal factor que restaura el organismo humano. Nosotros hicimos el experimento un mes antes del vuelo, durante el mismo y un mes después, y probamos que los cosmonautas pueden recuperarse en el Espacio. Es decir, también ahí hay sueño profundo, sueño superficial y sueño que precede el despertar. Esto demuestra que se pueden realizar vuelos a otros planetas y galaxias. De modo que Bulgaria tiene una importante contribución a los vuelos espaciales internacionales.

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¿Cómo cambia uno después de haber rozado el infinito?

Cada vuelo nos hace cambiar porque vemos que no somos más que un pequeño granito en el Universo –estima Alexandrov– . Es por eso que percibimos la envidia, la maldad y el arribismo existentes en la Tierra como perversos e indecentes, y nos parece ridículo que haya personas llenas de tales emociones. Nosotros, los cosmonautas, parecemos estar hechos de otra madera.

El horizonte de los niños soñadores de hoy en día es mucho más amplio; no sólo quieren volar en el Espacio, sino también colonizar otros planetas. ¿Tendrán, sin embargo, la oportunidad de hacerlo bajo la bandera búlgara?

Para que haya una perspectiva debe haber Estado, economía, agricultura, desarrollo del país. Cuando esto suceda un tercer cosmonauta búlgaro volará en el espacio, dice, convencido Alexánder Alexandrov.

* En 1979, el vuelo del primer cosmonauta búlgaro, Gueorgui Ivanov, fue cancelado antes del acoplamiento con la estación por un problema técnico.

Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Diana Tsankova



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