La Agencia Estatal de Archivos cuenta la interacción secular de los búlgaros con el resto de Europa a través de los testimonios materiales que conserva: documentos, fotografías, mapas y grabados desde la Edad Media hasta mediados del siglo XX.
No es casual que el álbum “Bulgaria y Europa” salga precisamente el año de la Presidencia búlgara del Consejo de la Unión Europea. Sin embargo, mirar los documentos más valiosos tiene un sentido simbólico más profundo, ya que permite no solo regresar al pasado, sino también echar un vistazo al presente y al futuro.
El álbum incluye documentos y materiales almacenados en todos los departamentos de la Agencia Estatal de Archivos, explica su director, Mijail Gruev.
Cabe mencionar las réplicas de mapas de geógrafos europeos antiguos y medievales, los grabados y fotografías del siglo XV hasta la actualidad de la valiosísima colección de un emigrante búlgaro, el Dr. Simeon Simov. Mediante documentos, mapas y fotografías, tratamos de presentar también las relaciones seculares entre los búlgaros y Europa, y las inversiones en la europeización de las ciudades búlgaras en los años posteriores a la Liberación. En general, todos los pasos que dio la sociedad búlgara a finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX para pasar a ser una parte integral del espacio cultural europeo.
La noción de “Europa” es más bien una metáfora mediante la cual los búlgaros reflexionan sobre su modernización, su separación del espíritu del orientalismo otomano y su vida al ritmo de los nuevos tiempos, opina el historiador. Según Gruev, viajar en el tiempo, desde la Edad Media hasta la Segunda Guerra Mundial, está representado también mediante personalidades significativas que contribuyeron a la integración cultural, política y económica de Bulgaria en el Viejo Continente.
La mayoría de los personajes presentados son monarcas que realizaron su propia aportación atrayendo europeos para que vinieran a trabajar a Bulgaria y ayudaran a europeizar el país, cuenta Mijail Gruev. Se trata principalmente de la numerosa colonia checa que vino a Bulgaria con grandes personalidades, como los hermanos Jiří y Teodor Prošek, Konstantin Jireček, Václav Dobruský y muchos otros, así como la colonia de suizos, entre los cuales estaba Louis Eyer, profesor del Instituto de Lom y voluntario en la Guerra de los Balcanes, y los jardineros que construyeron los parques de Sofía y Plovdiv y los convirtieron en emblemas de estas ciudades. Fue especialmente importante para la modernización de Bulgaria en los años posteriores a la Liberación el papel del príncipe (más tarde rey) Fernando, que contribuyó con sus donaciones recibidas de gobernantes europeos, con fotografías y sus obras de arte.
En el álbum se incluyen también textos en cirílico, así como en lenguaje de Valaquia (región del sur de Rumanía), que junto con “Historia de los eslavo-búlgaros” de San Paisio de Hilendar ilustran el gran impacto de esta literatura mucho más allá de las fronteras étnicas de los búlgaros. Se presentan también en el álbum libros religiosos judíos de estilo antiguo, datados entre el siglo XVI y el siglo XX, pruebas de la convivencia de búlgaros, judíos y otros pueblos en el Imperio Otomano.
A pesar de que geográficamente Bulgaria se encuentra en Europa, tuvo que regresar al club de los países democráticos y prósperos de los que estuvo separada durante medio siglo. Sin embargo, ¿su pertenencia a ese club es para siempre, o las acciones de los políticos pueden desviar al país de nuevo?
Estoy convencido de que el camino es irreversible, gracias a Dios, opina el director de la Agencia de Archivos. Así, lo que presenta Bulgaria es un ejemplo más de que no se trata de algo coyuntural o de hoy en día. Son relaciones de siglos, que sin duda nos hacen parte de Europa. Sin embargo, como historiador debo decir que nada es para siempre. Pero aún así, creo que no hay alternativa al camino que recorre Bulgaria.
Versión en español por Marta Ros
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