Su arte nace en vivo, ante los ojos del público y, del mismo modo que en la vida, sin ensayar. La artista búlgara pinta en palacios italianos, salas de conciertos e incluso monasterios, y sus obras sobre lienzo siempre son un espejo suyo, ya que las extrae de su alma.
La joven artista, que cautiva al público italiano con sus actuaciones, es la única búlgara que participará en la exposición final de la Bienal Mundial de Arquitectura en Venecia. El 10 de julio, en el palacio barroco Zenobio, la artista, elegida entre 6.000 candidatos de todo el mundo, improvisará frente al lienzo en presencia del público.
Presentaré el espectáculo “Chiave di lettura” o “La llave de la verdad” en traducción libre: la llave hacia aquellos que nos impulsa a avanzar y a no engañarnos a nosotros mismos”, explica Vanesa. Sin embargo, primero debemos entender quiénes somos. Debemos deshacernos de todo lo superficial y alcanzar nuestra verdadera naturaleza para hacer aquello que sentimos.
Vanesa Katrin creó su primera actuación hace tres años, dibujando la silueta de una mujer en la espalda, y envió un mensaje tan intensamente emocional, que hizo llorar al público. Al ver las lágrimas de la gente, comprendí que había conseguido tocar sus almas y transmitir sus sentimientos, explica.
Con frecuencia mis personajes están en la espalda, porque de ese modo el mensaje es más fuerte. No me importa si la mujer es bella o no, o si tiene los ojos azules o castaños, porque lo que me interesa es el interior de las cosas, y lo que hay en nosotros: la difusión, el movimiento, el habla, los gestos. Yo siempre he buscado la sensación interna. En mis actuaciones utilizo una simbiosis entre pintura, teatro, baile, música, y cuando logro alcanzar la sinestesia, las formas emiten musicalidad y crean poesía. Empiezo por el lienzo blanco e interpreto lo que siento en ese momento, por eso los críticos me llaman “artista con alma”. Mientras pinto, a veces creo a través del espejo un “círculo vibratorio” para que la energía que sale de mí pueda ir al cuadro y después a la gente. Así, todos vibramos en la misma frecuencia.
Vanesa Katrin afirma que es artista “desde siempre”: hizo su primera exposición individual a los cinco años en su Plovdiv natal, y su dibujo infantil acabó en la colección del fallecido Papa Juan Pablo II. Tras completar su educación artística se fue a Verona, donde obtuvo su bautismo artístico en el taller del conocido maestro Athos Faccincani. Siguieron museos, entre ellos el Bargello y la Galería de Arte de Florencia, y la decisión de dedicarse a la pintura a tiempo completo, “día y noche”.
Según la artista, los revolucionarios modernos son quienes se atreven a oponerse a las tendencias comerciales, y se define a sí misma como uno de ellos. Por eso abraza sin dudarlo la idea espontánea de dejar el lienzo en blanco y hacer una actuación solo con el pensamiento. En la vida a menudo nos encontramos ante un lienzo en blanco: antes de decidir qué hacer, tenemos libre elección, añade Vanesa Katrin. En ese sentido no importa la perfección de un cuadro, sino cuánto amor y emoción logra transmitir. La obra de arte puede ser solo una flor, una palabra o un gesto, pero depende de quién, qué y por qué lo hace, opina la artista.
A pesar de ser ciudadana del mundo, Vanesa Katrin dice que siente sus raíces. Y no es de extrañar que pronto suba a una de las colinas de Plovdiv y cuente con su pincel alguna historia fascinante sobre el lienzo, por ejemplo sobre el maestro de Boyana que en el siglo XIII pintó los iconos de una pequeña iglesia en la montaña, como precursor del Renacimiento europeo.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal
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