Solo unos días después del fin del curso escolar en todas las escuelas de Bulgaria, el tema del nivel y de los problemas de la educación escolar sigue preocupando a mucha gente. Algunos de ellos son padres cuyos vástagos escucharán en septiembre por primera vez el timbre escolar. Su deseo de que sus hijos crucen el umbral de las escuelas más elitistas es comprensible, pero no faltan ejemplos de escuelas aparentemente normales que tienen el potencial de ser algunos de los mejores templos del conocimiento en la clasificación de “mejores escuelas”. En ellas, los escolares entran en las aulas de buen grado y no se van en cuanto terminan las clases, sino que se quedan a terminar los deberes. Los resultados a menudo se ven también en el hogar, ya que las aulas cuentan con impresoras 3D, lo que permite a los niños ver y tocar sus obras. Probablemente quien lea esto piense que está leyendo alguna historia utópica sobre cómo serán las escuelas y los escolares dentro de 50 o 100 años, pero en realidad ya existe una escuela así, y en ella estudian más de 800 niños, desde 1º a 12º grado (equivalentes a 1º de primaria y 2º de bachillerato). Sin embargo, las sorpresas en esta escuela no terminan con un ordenador y una impresora en cada aula. Iván Stoyanov, director de la escuela secundaria “Jristo Botev”, aporta detalles sobre cómo empezó la transformación de la escuela:

La escuela empezó su transformación en el lejano 2006. Primero centramos todos nuestros esfuerzos en cambiar el entorno físico, ya que la carpintería era antigua y las temperaturas en invierno no superaban los 13 ºC. Al mismo tiempo invertimos también en reformar las aulas y en adquirir equipos. La creación de un entorno educativo más moderno y tecnológico se ha convertido en un objetivo estratégico para nuestra escuela en los últimos cinco años. El motivo fue el deseo de los estudiantes de trabajar con nuevas tecnologías, así como el de los profesores, que solicitaron utilizarlas en su trabajo. Hace 10 años adquirimos la primera pizarra interactiva, un milagro tecnológico que veíamos por primera vez. En ella los objetos se movían y las clases se hicieron muy divertidas, pero también era un tiempo bien empleado. Las utilizaban solamente los profesores de inglés, porque el software no estaba en búlgaro. Posteriormente conseguimos también pizarras interactivas para las aulas de historia, geografía y literatura. 

¿Y cómo les suena la idea de que sus hijos ya empiecen a programar desde 4º grado? Actualmente nuestros hijos aprenden en cuestión de segundos cualquier nueva tecnología que tocan, sin importar si es un teléfono, una tablet o un ordenador. Actúan de forma intuitiva y descubre un sinnúmero de funciones insospechadas. Precisamente en la intuición se basa el método que utiliza un ex alumno de la escuela, que estudia Informática en Manchester, para introducir a los escolares en las posibilidades ilimitadas del mundo digital. Llegados a este punto, el lector seguro que piensa que la Escuela Secundaria “Jristo Botev” es la primera de Bulgaria en la que las huidas y los cientos de ausencias ya son historia. Lamentablemente, aún las hay, pero según el director se han reducido de forma drástica, y los buenos resultados en lengua búlgara y matemáticas han aumentado en un punto. Eso muestran los resultados de la evaluación externa tras el 7º grado. Los resultados de los exámenes finales estatales también son buenos. Los héroes responsables de tales éxitos son los profesores, que invierten en ello mucho trabajo y esfuerzos, así como deseos de ser amigos de sus discípulos. Ellos, por su parte, notan su buena voluntad y responden de forma apropiada. He decidido dejar para el final en qué ciudad se encuentra la escuela, ya que todo lo demás puede seguir el rastro luminoso que deja tras de sí. Solo se necesitan honestidad y ganas de solicitar acceso a diversos programas europeos. Precisamente de ahí salieron los fondos que han convertido el edificio construido en Karnobat en 1926 en “la escuela del futuro”.

Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal