Algunos llegan a compararlo con el Montmartre parisino pero a mí me parece el de la Malá Strana de Praga. Si alguien decidiera mostrarle a un extranjero en Sofía la historia del arte y las letras búlgaras a comienzos del siglo XX podría acompañarle en un paseo por las callejuelas del Bajo Lozenets. Son como la enciclopedia “Quién es quién”. Basta con sólo conocer los nombres de las personalidades que ahí vivieron.
Así comienza su relato sobre los secretos del barrio sofiota de Lozenets Magdalena Guigova, periodista, escritora, viajera, fotógrafa y estudiosa de historias olvidadas o ignoradas de ilustres búlgaros del pasado. Muy poca gente puede imaginar que en esa prestigiosa zona de Sofía, que es una de las más lujosas y preferidas para residir en la capital de Bulgaria, haya historias con las que se escribiría más de una novela. El poblamiento de esa zona se inició en el lejano año 1921 por decreto del Gobierno y del Ayuntamiento de Sofía. En virtud de aquel documento se concedieron a intelectuales y militares retirados parcelas para la construcción, de 550 metros cuadrados cada una, en la zona llamada Kurubaglar palabra turca que significa los viñedos secos.Esos parajes formaban parte de la Tercera Zona Extrarradio que carecía de suministro de agua y de alcantarillado.
No fue hasta el año 1928 que gracias al ingeniero Nikola Seliminski, se construyó la red de acueducto y alcantarillado. A los efectos de mantener extensiones suficientes de áreas verdes, los dueños de las parcelas tenían la obligación de no excederse en las obras de construcción ciñéndose a una extensión de 250 metros cuadrados. El plan arquitectónico de esa zona elitista de Sofía fue elaborado en el año 1920 por arquitectos e ingenieros titulados en Europa. En la manzana llamada el Barrio de los Periodistas, en vecindad a la actual Plaza del Periodista no había comercios, almacenes ni talleres, algo que convertía la zona en un lugar sumamente agradable y sosegado para vivir. En el período de 1920 a 1938 se construyeron allá edificaciones coquetas con hermosos jardines, proyectadas por arquitectos famosos de la época como Gueorgui Ovcharov y Yordan Milanov. Cada uno de ellos aspiraba a dejar bien visible "su letra”, a no imitar ni repetir obras ya hechas. Es por esto que en Lozenets hay mucha hermosura: bajorrelieves pétreos de flores, balconcitos coquetos, ventanas de formas inusuales, señala Magdalena Guigova.
En la antaño calle “Mosul”, actualmente “Arquitecto Yordan Milanov” estaba situado el invernadero de Antón Kraus, jardinero del Palacio y asesor preferido para la formación estética de jardines. Entre los primeros ilustres búlgaros que se asentaron en el barrio estaban el escritor Elin Pelin y el actor Krastio Sarafov. La casa del maestro del cuento corto se encuentra al pie de la colina en la que está la Escuela de Teología. La casa del escritor era muy frecuentada por destacados intelectuales; escritores, personalidades del teatro, investigadores de los círculos científicos. A menudo ante la puerta del humilde hogar del escritor aparecía el propio zar Boris III, solo y sin escolta, dice Mahdalena Guigova y prosigue:
Un extranjero seguramente no sabe quién es Elin Pelin pero si lo llevas a la taberna “Pod Lipite”, en español “Bajo los Tilos”, encontrarás ahí el ambiente justo para contarle al forastero la historia de cómo el escritor llegó a ser padrino de este establecimiento. El extranjero se sentirá tentado de conocer que allá se reunían famosos escritores y personalidades de las artes de Bulgaria. La taberna era propiedad el general Stefan Tasev, jubilado a causa del Tratado de Neuilly. Y si nos ponemos a rastrear las historias de amoríos en ese barrio, son éstas realmente infinitas. Por entre ellas destaca la historia de amor entre Dora Gabe y Peyo Yanorov, autores ambos de obras poéticas quienes solían mantener sus citas en el ático encima de la taberna. Además de tener el vínculo de amor, que era muy recio, los dos se encontraban relacionados por sus valores e intereses comunes.
En el Barrio de los Periodistas, en el año 1925 Gueorgui Nikolov, gran estudioso de la historia del periodismo búlgaro y su esposa la italiana Elisa abrieron el primer hospicio para perros y gatos. Su casa era visitaba por Mustafa Kemal Ataturk quien estaba enamorado de Miti Kovacheva, amiga de la hija de ese matrimonio.
Por entre los moradores del barrio Lozenets en el siglo pasado descuellan los nombres del compositor Parashkev Jadzhiev, la cantante lírica Ilka Popova quien llegó a triunfar en la Grande Opera parisina y en La Scala de Milán. Resulta curiosa la historia de la actriz Irina Maleeva, respecto a la cual Magdalena Guigova dice:
Es la única búlgara que ha actuado en cuatro películas de Federico Fellini. A la edad de 15 años se había ido ella a Roma para estudiar dibujo, y allá encontró al famoso director de cine italiano. Irina Maleeva es, además, el único ser humano, dibujado por el célebre pintor vienés Hundertwasser en su “La tierra de Irina" sobre los Balcanes.
Y, para concluir sus historias sobre Lozenets Magdalena Guigova desvela otro secreto más. Resulta que el nombre de “Muro Romano” con el que ha sido bautizado el mercadillo en ese barrio no es romano en absoluto, sino un monumento otomano religioso del siglo XVI. Se considera como la tesis más verosímil que se trata de una edificación sepulcral para un turco destacadísimo que se construyó en medio del cementerio turco que existió allá antes de la liberación de Bulgaria del dominio otomano en el año 1878.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Magdalena Guigova, Darina Grigorova
y archivo
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