La casa museo de Dobri Voynikov se encuentra en el mero corazón de Shumen, una ciudad que guarda recuerdos de numerosos búlgaros insignes que han contribuido al desarrollo de la villa como un centro espiritual, político y económico en el renacimiento búlgaro. Revela un hecho curioso de la historia de esa ciudad una carta de Hadji Minasa Puzhiaskian, inserta en sus apuntes de viajes “Viaje a Polonia y a otros lugares”, que vieron la luz en Venecia en el año 1830. En esa carta el viajero armenio describe un espectáculo teatral-musical dedicado a los Santos Hermanos Cirilo y Metodio. El “Espectáculo vespertino” lo organizó el teatro local de Shumen, en él participaron tres hombres y, según el autor, fue considerado un acto grandioso. Se trata del primer testimonio conservado y alusivo a tal conmemoración civil y pública en Bulgaria. Siempre en Shumen se creó una de las primeras Casas de Cultura en el país, en el año 1856, tuvo lugar la primera función teatral y se formó la primera banda de música urbana. La historia de la ciudad ha recogido otras muchas primicias culturales y una buena parte de ellas se asocian al nombre de Dobri Voynikov. La colección museística guardada en su casa está integrada por documentos, manuscritos, objetos personales, vestuario teatral, que evocan su multifacética actividad. Krasimira Chalakova, gerente del museo y admiradora y estudiosa fogosa de su obra, dice:
En primer lugar, Dobri Voynikov fue educador, maestro de escuela y como tal hizo algunas de sus primeras “revoluciones”: introdujo la notación musical sustituyendo a los neumas e instauró un estilo europeo de enseñanza.
Escribió algunos de los primeros manuales de historia y gramática. No era aficionado a los métodos de tutelaje, populares en aquella época, y organizaba charlas interesantes orientadas íntegramente a los intereses de los alumnos a los que literalmente llegaba a cautivar con la materia que les enseñaba. Ya desde su edad escolar Dobri Voynikov había dado pruebas de ser un músico destacado. Figuró entre los primeros integrantes de la primera orquesta búlgara de corte europeo, creada en Shumen por el director de orquesta húngaro, Sáfrány Mihály, en el año 1850. Cuando éste se iba de la ciudad hizo entrega de su batuta precisamente a Dobri Voynikov, quien llegó a ser así el primer búlgaro que dirigiría una tal orquesta.
En los años posteriores, Voynikov fue ampliando el alcance de su actividad. Descubrió el teatro, vio en la música un vehículo capaz de despertar la conciencia nacional. Él fue uno de los actores en el primer espectáculo teatral. En Brăilaen Rumanía, donde estuvo en el año 1864, creó una compañía teatral que actuó en los primeros dramas históricos búlgaros escritos por él. Allí se apasionaron por su actividad un gran número de emigrados búlgaros, guerrilleros e intelectuales. Uno de ellos fue Hristo Botev uno de los actores en su troupe teatral. Voynikov creó la primera sociedad teatral nacional e invitó a las primeras actrices búlgaras para las funciones teatrales. De hecho, en el ámbito del arte, la cultura y la pedagogía, Dobri Voynikov se mantuvo realmente obrando por la liberación de Bulgaria del dominio otomano. Sin armas, sin derramamiento de sangre logró salvar de la ignorancia a numerosas personas ayudándoles a que tomaran conciencia de su identidad nacional. Hadji Dimitar y Stefan Karaca, voivodas ambos de guerrilleros también llegaron a actuar en aquellas funciones teatrales. No por casualidad, canciones compuestas por Voynikov eran entonadas durante los combates librados contra el dominio otomano.
Tras recorrer diferentes ciudades ribereñas del Danubio, en 1875 Voynikov retornó a Shumen y se encontró con una actividad teatral y cultural “mortecina” que él reavivó provocando su renacer. La esposa de Voynikov fue la primera mujer que tuvo el valor de aparecer en el escenario teatral para ser una “auténtica actriz”, como él mismo dice. Las funciones teatrales más numerosas fueron las de “La civilización malinterpretada”, pieza teatral escrita por Voynikov que sigue gozando de popularidad incluso hoy en día.
Voynikov fue un trabajador muy humilde, dice Krasimira Cholakova. Consideraba sus obras como simples trabajos de alumnos. Los científicos modernos también descubren con facilidad los desperfectos pero su valía se apoya en la revolución cultural de la que Voynikov fuera protagonista. Él fue haciendo la notación de muchos temas musicales tradicionales a la vez que iba componiendo canciones estudiantiles. Por vez primera introdujo en la escuela el canto polifónico, fue fundador del primer coro estudiantil polifónico. Su mérito no reside en la perfección de las obras, sino en la esencia de las mismas. Habiendo tomado conciencia del vigor enorme de las artes, la música y el teatro para Voynikov llegaron a ser indisolublemente unidos con un mensaje común. Voynikov fue, por igual, autor, escenógrafo, director teatral yactor. Canciones suyas suenan en sus piezas teatrales y en los entreactos. La música y las técnicas teatrales las empleaba Dobri Voynikov como recursos auxiliares en su labor de maestro y educador. Es, para mí, el maestro eterno quien incluso hoy en día nos enseña a ser buena gente, buenos vecinos, ser humildes, amar a la patria y regresar siempre a ella.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: museum-shumen.eu
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