Hace tres años estudiantes de un colegio de Vidin organizaron un concierto navideño y con el dinero recaudado adquirieron productos alimenticios para las personas solitarias en la región. Al visitar la aldea de Vurbovchets y la residencia de ancianos de la ciudad de Kula se toparon con una soledad y miseria tan estremecedoras que decidieron transformar las atenciones a las personas de la tercera edad en una misión personal, llamada “Seamos humanos”.
“Bienvenidos al noroeste de Bulgaria, región que la mayoría de la gente ha dado en llamar la más atrasada”. Con estas palabras comienza su filme sobre las personas olvidadas del noroeste de Bulgaria Antonina Lozánova, estudiante de 18 años y promotora de la iniciativa de beneficencia. Por tercer año consecutivo sus amigos de estudios y ella organizan en su ciudad natal la campaña “Seamos humanos” en el marco de la cual, un día especial antes de la Navidad, el 21 de diciembre, llevarán comida y calor humano a las personas ancianas a cuyas casas y corazones ni siquiera lleva camino alguno. No se trata sólo de una carencia financiera, sino de una soledad espiritual y emocional, es que nadie se merece la suerte de retornar cada día a su hogar derruido, de estar solo, enfermo y olvidado, dice Antonina.
La mayoría de las historias de esa gente se parecen. Sus familiares han emigrado al extranjero o se han ido a vivir a las grandes ciudades. Sin embargo, la historia más triste es, decididamente, la de la abuela a la que entregábamos los paquetes de alimentos a través de la ventana, ya que la pobre mujer no se podía levantar de la cama. Su casa estaba tan destrozada que no tenía revestimiento en el suelo, había sólo unas pocas pétreas losas, y nosotros no podíamos entrar ni ella podía salir. La abuela nos fue contando cómo sus padres se habían ido a los EE.UU. donde habían juntado dinero y luego retornaron al terruño. Se las arreglaron bien para vivir en la aldea pero, desgraciadamente, todos fallecieron, ella se había quedado sola, no había tenido hijos y llevaba ya mucho años viviendo en soledad. Si no fuera por la alcaldesa ella no hubiera tenido ni leña para calentarse, ni pan, ni quien la cuidara.
A Antonina le gusta desde chiquilla ayudar a la gente y dice que su deseo de ser de utilidad obedece a un “arrebato interno” que también impulse al resto de sus compañeros a obrar el bien. Obviamente lo está logrando, puesto que en las últimas semanas estudiantes de diferentes regiones de Bulgaria, contagiados por sus ideas, han ido visitando aldeas de la región de Vidin para reunirse con sus moradores y donarles comida. Lo han hecho impulsados, probablemente, por una simple pregunta que Antonina hace en su filme “La gente olvidada del Noroeste de Bulgaria” y que es: ¿cuál es el sentido?.
No me la hacía tanto a mí misma como a los espectadores, para lograr impelerlos a la actuación. Cuando uno ve bien claro lo que aprecia, está en condiciones de ver cuáles son las cosas más importantes para él. La respuesta a esta pregunta es diferente, en función de la edad que uno tenga, y así para mí el sentido reside actualmente en cumplir mis sueños, disfrutar de respaldo, comprensión y cariño pero, al mismo tiempo, cuidar yo misma a las personas menesterosas. Es que dentro de unos 50 años también yo seré una de esas personas. Es verdad que las pensiones son muy bajas, el dinero no alcanza pero nada se podrá cambiar si sólo nos quejemos. Así que no hay que decir “ojalá”, ni “esperemos que las cosas mejoren”, es que la esperanza reside en la actuación y en el ejemplo positivo para que las cosas mejoren. Es que se ha visto como en las últimas semanas se han ido desplegando multitud de campañas de beneficencia, organizadas por estudiantes, y éste es un hecho elocuente de que los jóvenes no se quedan impasibles y que ayudan precisamente a personas que no son de la zona en que ellos viven. No creo que pueda haber una cosa mejor de lo que está ocurriendo actualmente.
Además del filme “La gente olvidada del Noroeste de Bulgaria”, por el que se ha merecido un premio en el concurso “Cine en la palma de la mano”, Antonina es autora de cortometrajes sobre Vasil Levski y otros héroes nacionales. Todas y cada una de sus obras han sido distinguidas con galardones. Antonina sueña con estudiar dirección cinematográfica en la Academia Nacional de Arte Fílmico y Teatral de Bulgaria. El cumplimiento de este sueño probablemente la alejará de la ciudad de Vidin pero ella asegura que todo lo valiosos que consiga en el futuro, se lo devolverá un día de alguna manera a la ciudad que la vio nacer.
Versión en español por Mijail Mijailov
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