Durante los últimos días, a las disensiones en torno a la construcción de carreteras, la compra de nuevos aviones de combate para las FF.AA. nacionales, etc., se sumó, una vez más, un escándalo relacionado con la etnia gitana.

El motivo del descontento de los gitanos fue la violenta indignación de aquél a causa de la agresión contra un militar por parte de dos cíngaros. El Ministro llamó a los atacantes “gitanos insolentes”, y su reacción fue seguida por una orden del alcalde de la aldea de demoler varias viviendas de construcción ilegal, así como instalaciones para el uso ilícito de electricidad. Todo ello fue seguido por las tan características en casos similares protestas (de los gitanos) y contraprotestas (de ciudadanos solidarios con las acciones del Ministro). No se hicieron esperar tampoco los comentarios habituales de observadores, politólogos y antropólogos sociales. Se ha confirmado que, además de existir, el problema es objeto de una alta sensibilidad social.

Sin embargo, como ha ocurrido en varias ocasiones, también esta vez se consiguió controlar el estallido de indignación. Las protestas en Voyvódinovo fueron suspendidas en espera de que expire el plazo legal para impugnar la demolición de las casas. Se supone, asimismo, que los dos gitanos, detenidos por agredir al militar, probablemente también recurran los cargos. El propio soldado se está recuperando satisfactoriamente. Otro episodio conflictivo más relacionado con los cíngaros está paliado pero los motivos que llevaron al mismo siguen en pie.

Uno de estos motivos es que la etnia gitana sigue reacia a integrarse en la sociedad. Los esfuerzos para ello se han realizado durante décadas, incluso mediante el Plan Nacional de Acción: Década de la Inclusión Gitana 2005–2015, que, además formó parte de una iniciativa internacional de integración de los gitanos. Los diversos consejos, centros, comisiones, grupos interdepartamentales, etc., enmarcados en este plan, obviamente han resultado ineficaces. Ahora, el ministro Karákachanov –quien está en el Gobierno por línea de Patriotas Unidos, el pequeño socio de coalición– aboga por un programa integral para resolver el problema gitano. Según Karakachanov, la única forma de integración total de los cíngaros es incorporarlos de manera efectiva en la educación y el trabajo. Ésta puede ser una opinión personal del político pero sus acciones por el incidente de Voyvódinovo están respaldadas por una gran parte de la sociedad. Según una encuesta de la Agencia Barometer Bulgaria, realizada recientemente, el 73% de los encuestados aprueba las posiciones de Karákachanov. El porcentaje supera con creces al del electorado de los Patriotas Unidos, y muestra que la conducta del Ministro está avalada a nivel nacional, y que las exigencias de dimisión indican que quienes la reclaman pretenden exclusividad. Apenas el 12.1% de los encuestados desaprueba la actuación del Ministro, quedándose así marginalizados. Los ánimos públicos indican con claridad las direcciones en las que se debe buscar solución al problema lo cual no será posible cayendo en extremos, sino con paciencia y evitando las tentaciones de politizarlo. El comportamiento de las fuerzas políticas durante las campañas para los próximos sufragios europeos y locales mostrará si son del mismo parecer.

Versión en español por Daniela Radíchkova