El 1 de marzo, los búlgaros de todo el mundo lucen martenitsas, un símbolo de la primavera y de la naturaleza que renace, un amuleto para la salud, la alegría y el éxito. La martenitsa tradicional consiste en dos hilos entrelazados: uno rojo, que representa fuerza y salud, y uno blanco, que representa una larga vida. Actualmente, sin embargo, las martenitsas se pueden encontrar en todo tipo de variantes: con alfiler, collares, pulseras, colgantes… y en una gran variedad de formas y de materiales.
Ralitsa Koleva lleva 20 años elaborando martenitsas. Las primeras que vendía eran tejidas, pero fue ampliando gradualmente la gama y actualmente ofrece más de 200 modelos.
Trabajo con diferentes materiales, dice Ralitsa Koleva. Para decorar prefiero cuentas de madera, pero a la gente le gustan los elementos metálicos, que haya monedas en la “martenitsa”. Yo utilizo cuentas de plástico y elijo colores más limpios. En los últimos años, cada vez gustan más las “martenitsas” de lana, aunque los jóvenes aún buscan algo más moderno y brillante.
Ralitsa Koleva explica que en Bulgaria se venden ingentes cantidades de martenitsas baratas hechas en China, mientas que las hechas a mano no se valoran tanto.
Pero hay gente que busca “martenitsas” tradicionales. Los clientes que eligen a cada persona individualmente son aquellos que aprecian nuestro trabajo, y a pesar de tener menos poder adquisitivo, son los que intentan tomar la mejor decisión, dice Ralitsa. Para mí la “martenitsa” es un símbolo de salud. Cuando hago “martenitsas”, siempre espero que traigan salud, porque eso es lo más importante.
En los colores del bordado tradicional búlgaro relucen las martenitsas de Dimka Dilkova y su hermana Galia.
Nos centramos en el bordado porque los bordados búlgaros son preciosos, profusos y diferentes, y los especialistas en bordados y los etnógrafos afirman que tienen una fuerza protectora. ¿Y qué mejor que una “martenitsa” tenga algo tan búlgaro? -sonríe Dimka Dilkova-.
Las artesanas elaboran martenitsas con una gran variedad de formas, símbolos y bordados, pero el símbolo más buscado es la "elbetitsa".
En los bordados, la “elbetitsa” es símbolo de comienzo y de armonía en la vida. Simboliza las ocho direcciones del mundo: el este, el oeste, el norte, el sur y las intermedias. Este es tal vez el símbolo más universal y hermoso, con mucho color rojo. La “martenitsa” es un símbolo rojo y blanco, y debe contener estos colores. Trae la esperanza de algo nuevo, de la vida que renace en primavera. Creo que la “martenitsa” se debe interpretar así: el rojo y el blanco son un símbolo del comienzo femenino y masculino, de salud, de estas cosas humanas originales, opina Dimka Dilkova.
En el Museo Politécnico Nacional, los niños elaboran no solo las martenitsas tradicionales en forma de Pizho y Penda y de huso, sino también originales martenitsas de camisetas, aprendiendo una interesante artesanía casi desaparecida.
La artesanía se llama “basmadzhíistvo”. El nombre proviene de la palabra turca "basma": prensar, imprimir. En Bulgaria, la impresión artística con sellos de madera sobre estampados textiles data de la segunda mitad del siglo XIX, y los tintes se extraían de las hojas y raíces de diferentes plantas, de las glándulas de algunos animales o de minerales, dice Veselina Eneva, curadora del museo.
Yo he hecho una camiseta con los sellos de madera. Fue bastante interesante, divertido y creo que salió bastante bien. Había oído hablar de esto y había visto algunos videos, pero nunca pensé que haría algo así y no puedo esperar a que se seque para ponérmela, dice Radoslava.
Yo he hecho una “martenitsa”. Aunque ha sido algo complicado, especialmente retorcer el hilo, me las he arreglado. Es la primera vez que vengo a un taller como este, pero me ha gustado mucho, añade Alexander.
Y Vesselina Eneva recuerda:
Las “martenitsas” se llevan puestas hasta que se ven las primeras aves migratorias, como golondrinas y cigüeñas. Según las creencias populares, hay que colgarlas en un árbol frutal, que también es símbolo de fertilidad y alegría.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Ralitsa Koléva, Dimka Dilkova y Museo Politécnico Nacional
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