Tras ingerir los primeros sorbos de libertad, la Bulgaria recién liberada fue llamada, en virtud del Tratado de Berlín, a forjar su propia Ley Fundamental. Los parlamentarios, hasta aquel momento inexpertos, alentados por su entusiasmo, responsabilidad y patriotismo, cumplieron brillantemente su cometido. Así, el 16 de abril de 1879, la Asamblea Constituyente en Tarnovo, antigua capital de Bulgaria, aprobaba una constitución democrática lanzando el mensaje de que Bulgaria era ya un Estado independiente capaz de trazar solo su camino.
La Asamblea Constituyente fue convocada el 10 de febrero de 1879 y de ella formó parte la elite de la Bulgaria renacentista: personalidades ilustradas que se habían formado como tales en el período de la lucha eclesiástica y en el movimiento por una educación y cultura búlgaras modernas. También se incorporaron a sus labores representantes de los territorios que se habían quedado fuera de las fronteras del Principado de Bulgaria a raíz del Congreso de Berlín. Aquel hecho hizo que la idea sobre la unión de todos los búlgaros en un Estado único primara en los debates de los diputados.
Se oyeron voces que cuestionaban la legitimidad de la Asamblea Constituyente, por haberse quedado fuera del territorio del Principado extensos territorios poblados de búlgaros, dice Mijail Gruev, presidente de la Agencia Estatal de Archivos. Esta es la razón por la que, al comienzo de los debates, se convirtiera en central el relativo al problema nacional general. Sin embargo, para los padres de la Constitución de Tarnovo estaba claro que lo que tenía que ser legitimado era la estatidad búlgara y así procedieron a discutir el proyecto de la Constitución. Al principio, la idea de la administración rusa apuntaba a que aquélla fuera un Estatuto Orgánico, o sea, que la estructura de Bulgaria se asemejara a la de los territorios autónomos del Imperio Ruso. Sin embargo, los forjadores de la Constitución de Tarnovo estaban plenamente conscientes de que tenían que confeccionar precisamente una Constitución que simbolizara el afán de los búlgaros de una independencia nacional. Así, ellos alteraron seriamente el proyecto originario del jurista ruso Serguéi Lukianov, transformándolo de un Estatuto Orgánico en una Constitución Democrática, en consonancia con el espíritu de los países europeos más modernos y avanzados de la época.
El otro asunto fundamental en la agenda de la Asamblea Constituyente era la elección de una nueva capital del país. Aunque por sólo una ventaja mínima de un voto decisivo, los diputados acabaron calificando a Sofía de la ciudad búlgara de mayor peso por su situación geográfica central desde el punto de vista de la unidad nacional, puesto que se consideraba que sólo era provisional el desgarramiento del Principado, de Macedonia y de Rumelia Oriental. Mientras iban transcurriendo los debates en torno a la legitimación del nuevo Estado, en el seno de la Asamblea Constituyente se fueron formando dos corrientes ideológicas, una liberal y, la otra, conservadora, de cuyos círculos, luego, emergerían los futuros estadistas búlgaros que trabajarían al servicio de Bulgaria con honestidad y envergadura intelectual.
Se produjo una colisión no sólo entre concepciones distintas sobre la composición de la sociedad, sino también entre personalidades brillantes, dice Mijail Gruev. En la Asamblea Constituyente destacaban figuras como Petko Slaveikov, Marko Balabanov, quienes se habían vuelto famosas ya en la época anterior a la liberación de Bulgaria del dominio otomano. Sin embargo, en los debates en torno a la Ley Fundamental se fueron afirmando también nombres nuevos, entre los cuales señalaría a Petko Karavelov y Konstantin Stoilov. Se trata de personalidades que dejaron su huella perdurable no sólo en el espíritu de la Constitución, sino también en todo el desarrollo social y político de la Bulgaria de las postrimerías del siglo XIX, señala el presidente de la Agencia Estatal de Archivos.
Según Mijail Gruev, los búlgaros tenemos que aprender de aquellas personalidades egregias que se dieron perfecta cuenta del momento histórico crucial para el país y tuvieron el atrevimiento de proceder a crear algo de tanta envergadura. Las ideas de la igualdad ante la ley, de la separación de poderes, de la libertad de la personalidad, son todas ellas unos principios plasmados en la Constitución de Tarnovo de los que quisiéramos enorgullecernos también hoy en día, agrega Mijail Gruev.
La muestra itinerante de la Agencia Estatal de Archivos Todo depende de nuestras fuerzas aunadas, que evoca los preparativos y las labores de la Asamblea Constituyente, podrá ser vista el próximo día 3 de mayo en la ciudad de Burgas, antes de retornar definitivamente a Sofía en la Noche de los Museos, el 18 de mayo próximo, en la cual los habitantes y visitantes de la capital de Bulgaria podrán ver el original de la Constitución de Tarnovo.
Versión en español por Mijail Mijailov
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