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"El Apartamento Rojo", una ventana a la vida de los búlgaros en los años 80

En el centro de Sofía ha abierto sus puertas un museo poco convencional. Se encuentra ubicado en un apartamento y transporta a los visitantes a la vida de los búlgaros en los años 70 y 80 del siglo pasado: la última etapa del régimen comunista en Bulgaria y el Gobierno de Todor Zhivkov. El Apartamento Rojo es un proyecto conjunto de la Asociación 365, conocido por sus recorridos turísticos por la ciudad de Sofía, y el coleccionista del socialismo Valeri Gyurov, propietario de una tienda-galería donde comienza este fascinante viaje al pasado.


El apartamento cuenta con un salón-comedor que por la noche se convierte en dormitorio, como en muchas casas búlgaras de entonces. Hay una habitación amueblada como dormitorio infantil, un baño, un aseo y una cocina con despensa. En este hogar de muestra "vive" la familia Petrov: madre, padre e hijo. La familia es una muestra representativa de muchas familias búlgaras. En realidad estas personas no existen, pero lo hemos intentado contar mediante su historia el máximo de cosas posible y ofrecer a la gente información sobre el pasado, explica Valeri Gyurov.



La labor de reunir objetos emblemáticos de esa época pasada duró un año. Los visitantes tienen total libertad para examinar objetos, abrir el armario, leer periódicos, libros y revistas, y los estantes están llenos de objetos con historia. Un tapiz con el rostro de Lenin decora la cocina.

Entre los objetos de culto más valiosos hay dos televisores, modelos Sofía 31 y Sofía 85, que emiten fragmentos de emisiones de los años 80. Tenemos una radio y un gramófono "Resprom". La radio VEF también es clásica, y Radio Nacional de Bulgaria ha proporcionado grabaciones de famosos programas. Se puede ver una nevera "Mraz", una estufa "Mechta", una lavadora "Perla", botellas vacías de cerveza y limonada, una bicicleta “Balkanche”, juguetes infantiles… dice Valeri Gyurov, enumerando algunos de los interesantes objetos exhibidos.



Los visitantes pueden familiarizarse con la vida cotidiana de una familia búlgara cualquiera con ayuda de un dispositivo de audio en búlgaro e inglés que narra 46 historias sobre los objetos en el apartamento, mediante las cuales pueden aprender si uno debía quitarse o no los zapatos, lo que la gente comía y bebía entonces…



En su mayoría, información tanto visual como auditiva de una época pasada, pero que sin duda ha dejado su impronta en nuestra vida cotidiana, ya que se trata nuestro período histórico más reciente. Por supuesto, para los extranjeros la sensación es distinta que para los búlgaros. Hemos tratado de no posicionarnos y no mostrar los extremos, es decir, hay poca información sobre el terror o el entretenimiento. Hemos intentado también tratar la historia con la mayor delicadeza, para que uno pueda obtener información básica y a partir de ahí profundizar en temas específicos preguntando al anfitrión o indagar más en la literatura o Internet
, señala Valery Gyurov, añadiendo que la mayoría de gente reacciona con una sonrisa, especialmente los búlgaros cuando ven cosas como las que había en las casas de sus madres y abuelas.



Les vienen recuerdos de su infancia o de su juventud, dependiendo de su edad. Algunas cosas las habían olvidado, otras no las habían visto antes. Para aquellos nacidos después de 1989, muchos de los objetos son absolutamente incomprensibles e inexplicables, desde el teléfono con disco de marcar hasta los escasos productos que había en las neveras de los búlgaros. Los extranjeros lo perciben de forma distinta, especialmente para aquellos que no son de países de Europa del Este, como la mayoría de los visitantes. De ese modo tratan de explicarse algunas cosas sobre nuestro país, y esperamos que lo logren.

Los anfitriones del museo también ofrecen a sus huéspedes las delicias tradicionales de esa época: limonada, “bozá” (una bebida fermentada a base de trigo), la bebida “Etar” y, de vez en cuando, rebanadas de pan con mantequilla y ajedrea, para que prueben algunos sabores de aquella época.


Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal



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