El monte Lozen es uno de los lugares favoritos de los residentes de Sofía para relajantes paseos de fin de semana, especialmente la zona que se eleva sobre el lago Pancharevo. En algún lugar, a pocos metros del camino, se oculta una pequeña agrupación de cactus conocida por pocos. Como todo lo exótico está envuelto en misterio y leyendas.
Según las teorías más populares que circulan por Internet, las semillas fueron traídas por pájaros o por un ciclón mediterráneo que trajo arena del Sahara. Sin embargo, eso es poco probable, afirma Vladimir Vladimirov, del Instituto de Investigación de Biodiversidad y Ecosistemas de la Academia Búlgara de las Ciencias:
Parece ser obra de amantes de la naturaleza. Hay tres especies del género Opuntia, lo que sugiere que es probable que alguien los haya plantado con las mejores intenciones de mejorar el paisaje.
Según el investigador, las colonias de estas plantas, típicas de América o el Mediterráneo, se están volviendo poco a poco exóticas en Bulgaria.
Desafortunadamente, en los últimos años, encontramos cada vez más a menudo agrupaciones de cactus silvestres en Bulgaria. Cabe señalar que incluso en América, los cactus no solo crecen en zonas tropicales. Algunas especies también se encuentran en latitudes templadas, por lo que resisten bajas temperaturas. Son precisamente estas especies que se traen aquí las que pueden asilvestrarse y propagarse en estas condiciones, sin problemas para soportar temperaturas de hasta menos 30 grados.
Vladimir Vladimirov afirma conocer al menos 11 agrupaciones de cactus, la más común de las cuales, del género “opuntia”. Es difícil determinar cuándo aparecieron los primeros cactus en Bulgaria. Sin embargo, lo que sí se sabe con certeza es lo siguiente:
Las primeras importaciones documentadas de cactus que pueden soportar condiciones externas a Bulgaria tuvieron lugar en los años 20 y 30 del siglo pasado. Se plantaron en algunos lugares, como en los palacios reales de Euxinograd y Krichim, como especies ornamentales. En algunas partes del de Bulgaria, por ejemplo Harmanli y Beloslav (cerca de Varna, la capital marítima de Bulgaria - N. de la A.), se cultivaban como plantas de hoja perenne en parques de cementerios, de los cuales más tarde desaparecieron. Actualmente, en Harmanli y Beloslav hay algunas de las mayores poblaciones de cactus silvestres de Bulgaria, señala Vladimirov.
Según añade, entre 1930 y 1933 también se hicieron experimentos con la plantación de estas especies sureñas en la Isla Serpiente, actualmente isla de Santo Tomás, cerca de la desembocadura del río Ropotamo. Durante 20-30 años, estas especies exóticas en Bulgaria se fueron asilvestrando y ya ocupan casi toda la isla. Los cactus también se distribuyeron en el área del pueblo de Pushevo, en la provincia de Veliko Tarnovo, donde se convirtieron en una atracción turística. Los lugareños están tan orgullosos de ello que organizan un Festival de los cactus.
Estas plantas espinosas se pueden ver en todo su esplendor desde finales de mayo hasta la primera mitad de julio, siendo la floración más abundante en el mes de junio.
Pero debe saberse que, por hermosos y exóticos que sean, estos cactus son un invasor no deseado en la naturaleza búlgara, subraya Vladimir Vladimirov. Los cactus ilustran un problema bastante serio: el de las especies exóticas invasoras. Se trata de especies que no son propias del país, casi siempre traídas de otras partes de Europa o de otros continentes, que una vez aquí pueden adaptarse y asilvestrarse. Sin embargo, se extienden tan rápidamente y con tanto éxito que convierten lugares concretos en comunidades de cactus, desplazando a las especies autóctonas, lo que podría crear un problema para la economía local.
Versión en español por Marta Ros
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