Cada vez que nos enteramos de actos de bondad, humanitarismo, filantropía y empatía, solemos escudriñar la época poblada por los búlgaros “antiguos”. A medida que vamos abriendo nuestros espíritus y corazones al pasado, vamos sembrando la esperanza de que las virtudes de antaño no han muerto y que somos capaces de resucitarlas también hoy.
Pencho Semov fue uno de aquellos búlgaros que abrazaron el entusiasmo de la patria recién liberada-del dominio otomano, en 1878- y por su espíritu emprendedor y con corazón fueron creando la industria moderna en Bulgaria. Nacido en 1873 en la aldea de Tsviatkovtsi, en la región de Gabrovo, el empresario Pencho Semov no se había formado en universidades extranjeras. La agudeza de su ingenio e intelecto, su afán por buscar el saber en todas partes y en todas las personas y su valentía de “cabalgar” tras la idea más brillante convirtieron a Pencho Semov en un industrial de éxito a quien los periodistas dieron en apodar “El Rockefeller búlgaro”.Semov llegó a ser accionista de 28 sociedades y fábricas y formó parte de las juntas directivas de cuatro bancos y dos compañías de seguros.
Pencho Semov cuidaba de sus empleados y trabajadores desvelándose por ellos como si fueran sus propios hijos. Mandó construir casas para ellos, sufragó los gastos en la educación de sus vástagos. Cuando sus subordinados intentaban devolverle aquellos créditos, Semov , con leve sonrisa les decía: Cuando Dios les dé a Vds. entonces Vds. me darán a mí.
Posiblemente lo impulsaran a ejercer la beneficencia la Iglesia y lo sufrido por él en la vida. Es que Pencho se casó muy joven con Abitsa Gudeva, de Grabrovo pero, desgraciadamente, luego su esposa y sus dos hijos murieron de tuberculosis, dice Krasimira Cholakova. Pencho Semov donó 300 mil levas de oro para gestiones de presión a favor de Bulgaria, a fin de que se redujeran las pretensiones al país en la época del Tratado de Neuilly .También hizo donativos por una cuantía de 2,5 millones de levas a iglesias y monasterios, creó un fondo a su nombre en la biblioteca municipal de Gabrovo, para la adquisición de obras literarias sobre los estudios más avanzados en el terreno de la técnica y la medicina, financió la formación de alumnos en el colegio “San Agustín”, de Plovdiv, del Colegio de Aprilov, en Gabrovo, de escuelas de Varna. No fueron traros los casos en que hijos de trabajadores de él continuaron sus estudios con dinero donado por Pencho Semov. Es éste también uno de los pocos búlgaros que donaron recursos a favor de la cultura búlgara. Subvencionó a Kiril Todorov, autor del monumento a Vasil Aprilov en Gabrovo, pagaba el sustento del escultor Yosif Shkwara, autor del iconostasio de mármol en la sede de la diócesis de Gabrovo. Y, por si fuera poco, donó su chalet en Varna a la Unión de Periodistas de Bulgaria y creó uno de los primeros centros sociales para gente sin techo en Sofía.
El empresario hizo un resumen de su vida terrenal con unas frases de su propio puño y letra: Nací pobre y durante toda mi vida no dejé de trabajar. He luchado y he triunfado. Lo hecho por mí está a la vista. He sido maestro sin ser pedagogo. Soy rico sin ser egoísta. Soy social sin ser socialista. He trabajado con inspiración, sin ser un poeta, dice Krasimira Cholakova.
Antaño Pencho Semov solía recibir a visitantes en el exuberante parque de su chalet. Allá, en la fuente, ha dejado escrito su lema: ”Caridad, trabajo y perseverancia”. Acostumbraba agasajar a sus visitas con lokum-delicia turca- con los colores de la enseña nacional búlgara, para que recordaran que eran búlgaros.
Versión en español por Mijail Mijailov
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