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Obras maestras arquitectónicas de Sofía con misión diplomática

A lo largo del año pasado, Bulgaria celebró varios aniversarios importantes relacionados con el establecimiento de relaciones diplomáticas con algunos de los países más grandes e influyentes de Europa. Para celebrar los 140 años de cooperación diplomática con Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Austria y Rusia se llevaron a cabo numerosos debates, exposiciones y eventos públicos relacionados con la historia y el futuro de estas relaciones duraderas y fructíferas. Por eso, en el último artículo del año dedicado a las joyas arquitectónicas de Bulgaria, hemos elegido investigar la historia de los edificios donde se encontraban las Embajadas y residencias de los diplomáticos extranjeros en Bulgaria. Establecida en 1879 como la capital del recién liberado Principado de Bulgaria, Sofía creció con rapidez, atrayendo la atención de numerosos arquitectos extranjeros que participan en las licitaciones de los nuevos edificios administrativos del joven Estado búlgaro. También participaban en proyectos para la construcción de Embajadas, residencias y hogares de comerciantes adinerados.

Uno de los primeros diplomáticos en llegar a Bulgaria en 1879 fue el representante de la Corona Británica, Lord William Palgrave, cuenta Mariana Melnishka, autora de una edición de dos volúmenes sobre joyas arquitectónicas de Bulgaria.

Primero abrió un consulado en Sofía. Para su construcción se le ofreció un solar que en aquel entonces estaba a las afueras de la ciudad. Se llamó a un arquitecto británico para diseñar una casa inglesa típica de estilo eduardiano. Debido a que el clima en Bulgaria no es como el inglés, las ventanas del edificio se hicieron más grandes para captar la luz. La construcción finalizó en 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Entonces, Bulgaria y el Reino Unido estaban en distintos bandos y el edificio fue cerrado. Cuando terminó la guerra, primero hubo una misión militar británica y luego una Embajada. Como misión diplomática se utilizó menos, ya que para funciones administrativas se usó otra casa y el edificio, que parecía un pequeño palacio, pasó a ser la residencia del embajador.

Foto: fco.gov.uk

La cultura británica, por su parte, ha ido penetrando en Bulgaria en las últimas décadas, con la ayuda del British Council. También creó un edificio muy representativo, propiedad de un gran comerciante de tabaco búlgaro llamado Doncho Palaveev, descendiente de un revolucionario de Koprivshtitsa que ayudó a financiar el levantamiento de abril.

Foto: britishcouncil.bg

Otros edificios notables de la antigua Sofía son las Embajadas de Austria e Italia. Estas dos joyas arquitectónicas son parte de la decoración de una de las principales arterias de entrada de la ciudad: la avenida del zar Libertador. Ambas tienen una historia muy interesante:

Otra de las primeras misiones diplomáticas en Bulgaria fue la de Austria-Hungría, que se estableció en 1883. Fue elegido arquitecto el austriaco Peter Paul Brang. El estilo de la Embajada austríaca es clásico, aún no influenciado por la secesión. Al cabo de unos 30 años, después de la Primera Guerra Mundial, Italia mostró pretensiones sobre la derrotada Austria-Hungría. Naturalmente, como ganador también se agenció el terreno de la Embajada del antiguo imperio en Sofía.

Foto: ambsofia.esteri.it

Esto, por supuesto, no significa que Italia no tuviera Embajada propia: es de estilo típico neorrenacentista veneciano, diseñada por Enrico Bovio. Cuando los dos países empezaron a discutir en vez de luchar, lo que hicieron de hecho fue intercambiarse los edificios.

Foto: bmeia.gv.at

En la misma avenida llaman la atención dos edificios muy similares situados en diagonal a cada lado del cruce de la Universidad de Sofía. No es casual, ya que su arquitecto es el mismo, el austriaco Friedrich Grünanger. Uno de los edificios fue construido para el diplomático búlgaro Haralampi Sermadzhiev, y el otro, para el entonces alcalde de la capital, Dimitar Yablanski. El destino de las dos casas fue distinto: la del banquero cayó en manos de buenos propietarios que la conservaron bien y actualmente es la residencia del embajador de Turquía.

Foto: wikipedia.org

La del alcalde no tuvo esa suerte durante muchos años. Tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en la Embajada de China, y una vez abandonada por los diplomáticos, los herederos de la familia reclamaron la propiedad, que durante mucho tiempo no se la pudieron repartir. Así, largo tiempo quedó abandonada a las inclemencias del tiempo, pero en 2011 fue restaurada por fin gracias a los planos arquitectónicos originales descubiertos y se convirtió en un club privado.

Foto: stroiinfo.com

Versión en español por Marta Ros



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