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En la Fortaleza de Kaloyan los niños participan en simulacros de batallas en sus clases de historia al aire libre

La historia búlgara abandona las portadas de los libros de texto y hace retroceder al tiempo insertándolo en el decorado de un castillo medieval con sus torres y almenas. Ahí pueden vivir lo aprendido en las aulas al encarnarse en diversos papeles. Así aparecen guerreros que vuelven a enfrentarse a caballeros foráneos, boyardos que discuten los asuntos del Estado, aldeanos que se ganan el sustento y amasan pan.

Hace cuatro años a dos militares en la reserva se les ocurrió la idea de animar las clases de historia convirtiendo a los alumnos en protagonistas. En su proyecto “Relato sobre Bulgaria” revelan de manera auténtica cómo eran sus antecesores, sus oficios artesanales, su vida y costumbres, su cultura y su vida militar. Escogieron para escenario de estas reconstrucciones históricas la Fortaleza de Kaloyan. Está situada en el pueblo de Arbanasi, cerca de Veliko Tarnovo, antigua capital de Bulgaria, lugar de atractivo moderno con imitaciones de elementos arquitectónicos encontrados en la colina de Tsarevets, a la que se accede por un puente de madera tendido sobre un foso lleno de agua. Allá, rodeados por las murallas de la fortaleza, los niños se enfundan armaduras y yelmos de guerreros medievales, muelen harina y amasan pan según tecnologías antiguas, se familiarizan con las gloriosas victorias conquistadas por los zares de Bulgaria...

Recibimos a los niños en la entrada de la Fortaleza de Kaloyan y yo les explico la diferencia que hay entre una fortaleza, un castillo y un palacio, dice Alexander Karacholev, uno de los creadores del proyecto. Luego iniciamos una charla sobre el Primer y al Segundo Reinos búlgaros. También hacemos una comparación entre las armas. Tenemos por un lado arcos, flechas y fusiles, y, por el otro, el armamento que suele tener el soldado búlgaro moderno. Además de ocupaciones teóricas desarrollamos una formación práctica sobre cómo manejar una espada, disparar flechas con un arco, disparar un fusil y elaborar pan casero. En el círculo de artes plásticas que hemos organizado los niños colorean diferentes dibujos guiándose en la selección de los colores por los de la indumentaria medieval exhibida en maniquíes.

Los pequeños visitantes acogen eufóricos las clases “vivientes”, y algunos de ellos incluso llegan a hacer gala de talento en los disparos y la esgrima.

Las reconstrucciones no representan un relato alternativo sobre la historia de Bulgaria sino aportan mayor colorido y trazos más agradables a la educación, enfatiza Alexander Karacholev.

Nosotros no entorpecemos la enseñanza de la historia en las escuelas ni muchos menos alteramos el plan didáctico, continúa el señor Karacholev. Lo que hacemos es más bien recrear lo que en los libros de texto aparece escrito con letra menuda, destinado a los niños más curiosos a los que la historia emociona. Por ejemplo, quién fue el primer zar búlgaro que acuñó monedas o por qué la indumentaria de los guerreros búlgaros era diferente a la de los soldados árabes, bizantino y romanos. Hace dos años conmemoramos el centenario de la epopeya de Doiran y enfatizamos en la Primera Guerra Mundial, y en 2018 conmemoramos el 1300 aniversario del triunfo del khan Tervel sobre los árabes y la salvación de Europa.

Los relatos sobre Bulgaria suelen versar sobre la Edad Media y la época del Renacimiento búlgaro y no trascienden la época de la Primera Guerra Mundial. Los creadores de este proyecto dejan la narración fiable de la historia más reciente a los profesores de escuela, esperando que ese período pronto llegue a formar parte de los libros de texto.

Al referirnos al presente y al futuro enseñamos a los niños cómo han de guardar la memoria de sus ancestros, dice Alexander Karacholev. Toda persona es capaz de descubrir en su fuero interno algo de sus antepasados al remontarse en el tiempo y la historia. Esto le producirá una gran satisfacción personal y le moverá a sentirse orgullosa y especial. Muy frecuentemente echamos mano de citas de prestigiosos autores para demostrar a los niños que todo lo que hacemos y reconstruimos para ellos sucedió de verdad. El resultado es que los chicos se sienten más orgullosos, risueños y felices de ser búlgaros.

Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: archivo personal



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