¿Hasta qué punto la proximidad a un importante centro económico como Sofía, generador de casi el 40% del PIB nacional, es capaz de incidir en el desarrollo de la región más atrasada en Bulgaria, la del noroeste? Buscaremos la respuesta conversando con el economista Adrian Nikolov, del Instituto de Economía de Mercado. El tema forma parte de la serie de escritos que Radio Bulgaria dedica a las distinciones económico-regionales en el país.
Los grandes centros económicos son focos de atracción de trabajadores desde distancias remotas. Al estudiar este proceso, el citado Instituto efectuó, hace dos años, un análisis especializado de las formas en que los trabajadores se trasladan - y regresan- a los importantes centros económicos búlgaros.
Ha resultado que converge a Sofía más del 10% de la fuerza laboral procedente de municipios tan distantes como el de Mezdra, o sea, de una distancia de un centenar de kilómetros. Nos referimos a distancias muy grandes que la gente propende recorrer para llegar a puestos de trabajo adecuados. Sin embargo, la falta de infraestructura, sobre todo de calidad, en las zonas al norte de la capital, representa, de hecho, uno de los frenos más grandes. A título de comparación cabe señalar que en regiones como la de Varna o la de Plovdiv -en el este y el centro de Bulgaria- de 5 a 10 municipios se han integrado en un núcleo económico compacto en el cual la gente puede viajar y trabajar en uno u otro de esos municipios. En el norte de Bulgaria, mientras tanto, esto se observa menos, sobre todo en las zonas más alejadas, por ejemplo, de las ciudades danubianas Lom y Ruse.
¿En qué medida podría resultar eficaz la creación de zonas industriales en las regiones atrasadas?
La creación de zonas industriales se coronó de éxito, mayormente, en algunas regiones meridionales de Bulgaria. La zona “Trakia”, en Plovdiv, es posiblemente, el ejemplo más visible de ello. También se barajan posibilidades para crear tales zonas en Stara Zagora y en Varna. Sofía cuenta asimismo con una zona de semejantes características en Bozhuriste, a unos 13 kilómetros al oeste del centro de la capital de Bulgaria, que funciona bastante bien. Hay que decir, sin embargo, que estas zonas se habían creado en regiones de negocios ya activos. O sea, si se procurara crear una zona industrial, fuertemente integrada y siguiendo el modelo de la de “Trakia” esto funcionaría en las ciudades de Gabrovo y Sevlievo situadas ambas en Bulgaria central y con tradiciones, las dos, en la producción industrial.
Sin embargo, si se tratara de crear, desde cero, tal tipo de zona económica en las ciudades de Lom o Silistra, ambas ribereñas del río Danubio, yo personalmente -dice el economista- no abrigaría grandes expectativas de que este modelo fuera capaz de funcionar en inexistencia de otros factores. Lo que sugerimos como una política concreta es traspasar a las administraciones municipales una parte de los ingresos previstos en el Presupuesto del Estado. Es que son los municipios los que conocen cómo funciona la economía local, están enterados de las necesidades a nivel local y bien conocen los lados fuertes del respectivo municipio para enfatizar en ellos ante un eventual inversor. En cambio, resulta muy ardua la planificación centralizada para 265 municipios como unidades económicas independientes. La transferencia de recursos propios más cuantiosos para mejorar el entorno empresarial en los municipios es una parte de la solución. No hay forma de que esto ocurra sin que se efectúe, con anterioridad, una reforma administrativo-estatal, ya que los municipios son de un número elevadísimo y no se ajustan a sus propios criterios para existir.
Los fondos europeos son, simultáneamente, un aliciente y un escollo ante el desarrollo de los municipios en Bulgaria. En cierta medida le han hecho una mala jugada a la administración local, dice el analista Adrian Nikolov, y precisa:
En muchos lugares el poder municipal tiene una capacidad administrativa limitada. Debido a esta limitación puede centrarse o bien en la obtención de recursos de los fondos europeos o bien en mejorar el entorno empresarial y atraer a empresarios auténticos y recios. En consecuencia, en la última decena de años, los municipios se han ido decantando por los fondos europeos, relegando a un segundo término el mejoramiento del entorno empresarial. Y es que esta negligencia todos, de hecho, la estamos sufriendo.
Otro escrito de la serie, el próximo miércoles, tratará de la extensión óptima que tendrían las zonas planificadas económicas en Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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