A pesar de que tiene un aspecto humilde, la iglesia San Jorge en la aldea de Oreshets, próxima a la ciudad de Belogradchik, en el noroeste de Bulgaria, lleva dos siglos llenando de luz los corazones de todos los creyentes que hayan pisado su umbral. Las efigies de los santos en las paredes y la cúpula se aprecian en colores vívidos, como si en un bello día bajo el cielo despejado el pintor hubiera recogido en la mano los tintes de margaritas, amapolas y acianos. En un vívido amarillo descuellan el Sol y la Luna pintados en ambos lados de la iglesia y que son un eco de las creencias precristianas en las tierras búlgaras.

Todos los murales han sido realizados en la vívida gama del amarillo, naranja, rojo y un fuerte azul, cuenta la catedrática Raya Zaimova, del Instituto de Estudios Balcánicos en la Academia de Ciencias de Bulgaria. La mayoría de las efigies fueron pintadas por maestros autodidactas por lo cual falta el orden establecido según el canon. Así en vez del icono de la Virgen María en el altar vemos la escena de la Última cena de Jesucristo y los apóstoles pintada como un cuadro infantil. 

En primer plano está representado el individuo, el artista que pinta en conformidad con su visión: santa Marina está representada con un martillo en la mano y está lista para aplastar a diablo. San Caralambio tiene en la mano una cesta con instrumentos para ahuyentar a los malos espíritus y las enfermedades. Es decir, el pintor venera a los santos pero al mismo tiempo añade algo de la vida real para que los creyentes se sientan más próximos a las efigies en los murales.

Las imágenes del iconostasio también han sido pintadas de un modo ingenuo y de proporciones desmesuradas. Allí se pueden ver no solo iconos, sino escenas de la creación del mundo. Dios fue pintado como un anciano y Adam y Eva son de colores oscuros porque Dios creó al hombre de barro. 

Aparte de los artistas autodidactas pintaron en la iglesia maestros de la famosa escuela de Triavna, como lo testimonian los nombres que escribieron ellos mismos sobre una de las puertas de entrada del templo. En 1866 dejó su firma Vitan Nikolov, nieto del fundador de la escuela papá Vitan. Son obra de estos hábiles maestros los tallados en madera y el suelo cubierto de madera en el templo, así como el campanario.

La torre de la campana “magníficamente elaborada”, en palabras de la profesora Raya Zaimova, está separada de la iglesia. En su patio hay también una fuente de agua curativa que fluye del monte y durante muchos años ha reunido a los fieles que creen en su fuerza. Aquí están las crucesen las cuales se ejecutaban ritos especiales, los restos del antiguo cementerio y de la escuela mutual cercados por una alta muralla de piedras de caliza.

A pesar de que sobrevivió durante dos decenios la iglesia de Oreshets tiene heridas causadas no solo por el tiempo, sino por la maldad acometida en un periodo de oscuridad y locura. Igual que otros templos de la región el de San Jorge fue transformado en un establo durante la época del comunismo. Sus valiosos murales fueron conservados por milagro hasta hoy pero necesitan de restauración por las grietas que se abren cada vez más en ellas. En estos momentos en el templo se fortalecen solo las bases, las paredes y el techo.

Situado en proximidad a las rocas de Belogradchik, a centenares de metros de la gruta Venetsa, y rodeado por pintorescas localidades, el templo San Jorge de Oreshets puede ser un agradable destino para el turismo religioso en medio de las bellas creaciones de Dios.

Versión en español de Hristina Taseva 

Fotos: nomadstime.com, Raya Zaymova