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En Petrovden nos fijamos en las diestras manos de los artesanos búlgaros

Artesano autodidacta búlgaro confecciona trajes tradicionales para los escenarios mundiales

Foto: Pixabay

El 29 de junio, día de la festividad eclesiástica de los apóstoles san Pedro y san Pablo, llamada por el pueblo búlgaro Petrovden o sea Día de Pedro, Bulgaria celebra también el Día de los Artesanos. En las tierras búlgaras han persistido tradiciones artesanales antiguas relacionadas con la manifactura de alhajas exquisitas, trajes tradicionales, objetos de uso cotidiano en el hogar entre otros productos cuya factura roza la elaboración artística.

El bordado y la pasamanería forman la base del traje tradicional búlgaro. Mientras sigan vivos estos oficios artesanales, seguirá existiendo la indumentaria tradicional profusamente engalanada, que los intérpretes del folclore búlgaro suelen lucia al actuar ante su público.

Stoyán Marinov, de la ciudad nororiental de Dobrich, ha dedicado toda su vida al traje tradicional búlgaro, que trae el sello de la labor de su autor y refleja su cosmovisión. Ha estado confeccionando tanto la indumentaria tradicional de los integrantes de reducidos grupos de aficionados que recrean el folclore genuino como los trajes que han lucido cantantes de música tradicional de renombre mundial como Yanka Rúpkina y Galina Durmushlíyska.

“También he trabajado con conjuntos de folclore búlgaros en Gran Bretaña, Alemania, Países Bajos −dice el artesano− . Obras creadas por mis manos han sido vendidas a gente de diferentes continentes y han llegado incluso hasta las provincias septentrionales del Canadá y a la península de Kamchatka. Para mí el trabajo es un placer. Soy autodidacta y me inicié en este trabajo a la edad de apenas 15 años. Confeccionar un traje tradicional requiere numerosas habilidades, pero lo fundamental es saber hacer los adornos de abalorios. Yo en concreto enfatizo en la factura de adornos para la cabeza, que vienen de diferentes regiones de Bulgaria. En general, puedo decir que sin estos adornos no se podría hacer ningún traje tradicional búlgaro. Es apenas después cuando se fija uno en los otros elementos de importancia, como son el corte, el tejido, el bordado, la firma de hacer puntos, el tradicional encaje búlgaro”.

El maestro artesano agrega haberse criado en una época en la que todavía quedaba gente capaz de contar y enseñar su destreza a los que se inician en el oficio. ”Y, sobre todo, de transmitir lo esencial: las mesuras estéticas, los criterios, el gusto, que se invierten en la confección del traje tradicional”, resalta Stoyán Marinov. Porque no basta con sólo asimilar la técnica del oficio, alguien debería transmitirle al interesado las sutilezas del mismo. Con cierta tristeza confiesa que ya no hay de quien aprender y que solo puede confiar en sí mismo.

La creatividad popular es un conjunto complejo de habilidades y criterios estéticos, un sistema perfecto de tradiciones, leyendas, puntos de vista y ritos −agrega el artesano− . Cuando uno ha llegado a dominar este complicado sistema, puede irlo perfeccionando con soltura y con mano delicada. En el pasado, si uno hacía una copia cursi de un hermoso traje, la sociedad se burlaba de tal sastre y se lo recriminaba. En cambio, si llegaba a incorporar a la prenda algo positiva, el resto del gremio se atenía a ello en su trabajo. Yo tengo mis criterios estéticos propios, pero también presto atención al escenario, porque éste parece una caja mágica que miras desde cierta distancia: hay que pensar en cómo es la iluminación, el movimiento, la danza y cómo se verá todo ello junto”.

Según Stoyan Marinov, en el oficio no hay que meter una autoría innecesaria. Sin embargo, ser parsimonioso y precipitado también conduce a la degradación en el arte, opina, convencido.

”Ando siempre dispuesto a trabajar, acojo gustoso cada pedido que se me hace −prosigue−. Nunca repito algo que ya haya hecho. Elaboro los detalles de manera distinta, pero me mantengo siempre fiel a la tradición búlgara. Para que crezca un árbol milenario, no se le deberán cortar las raíces ni darle hachazos en el tronco. Por desgracia, últimamente las cosas no son así y si uno se pone a aguardar la aprobación de los demás, no siempre la obtendrá. Lo más importante es que uno dé el máximo de sí y que sepa que en algún rincón del mundo hay alguien capaz de apreciar su labor”.

Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: Pixabay



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