Un búlgaro en Francia, pero no simplemente un actor en escenario extranjero, sino director del Teatro Dramático Nacional de Tolosa. Es la prestigiosa posición que desde hace tres años viene ocupando el director de teatro búlgaro Galín Stoev. Tan pronto como asumió el cargo, Stoev confesó ante Radio Bulgaria que le había costado mucho tomar esta decisión pues para él cualquier puesto investido de poder equivalía a un problema. Explica personalmente que esto fue resultado del régimen en medio del cual había ido formando su cosmovisión: los años postreros del socialismo real en Bulgaria. Y de ahí, “todo lo que significara poder era para mí corrompido en cierta forma”, confesaba el director.
Hace unos días Galín Stoev volvió a patentizar su animadversión por el poder al redactar una carta abierta dirigida al primer ministro de Bulgaria, pero en ella se percibe la ira que siente por cualquier persona con culpa por la imagen negativa de Bulgaria. La carta es una crítica violenta y franca a los gobernantes de este país, en el que el hombre llano vive sumido en la pobreza, acostumbrado a verse expoliado por la cúpula económica y política.
Stoev vislumbra optimismo y una esperanza renovada en las protestas callejeras, protagonizadas por personas jóvenes y de buena formación y que cursaron estudios básicamente en el extranjero. Lo nuevo, a juicio de este director teatral consagrado internacionalmente, es que “ahora la gente no sale a protestar por tener más pan, o factura de la electricidad de menor precio, como sucediera en las protestas en los años 90. Ahora la gente ya está protestando movida por la convicción de que el modelo estatal existente ha sido equivocado y es una mampara para algo que ya resulta imposible de tolerar”.
En la carta abierta, difundida por numerosos medios informativos nacionales, Galín Stoev dice: ”Lo que se les ha escapado ver es que con la llegada del Covid–19 éste ha provocado el retorno físico a la patria de un número enorme de búlgaros, y, al mismo tiempo, ha impedido la salida del país de otros. Fue así como apareció esta masa crítica de hombres y mujeres inteligentes y de buena formación a quienes el imperio mediático de un oligarca local calificó con desprecio de “inteligentes y bellos”.
Radio Bulgaria vuelve a otorgarle la palabra al director búlgaro de Tolosa, en esta ocasión para comentar el contenido de su carta e igualmente la crisis por Covid–19, que ya ha alterado los encuentros con el teatro y nuestra vida en general.
”Como cualquier otro búlgaro, también yo he podido ir acumulando bastante encono y amargura. Las protestas, que llevan ya más de un mes, han encauzado esta energía. Tuve necesidad de unos pocos días para descubrir el tono justo de lo que escribo. He procurado no increpar personalmente al lector, sino más bien hacer una disección y diagnosticar lo que está pasando en Bulgaria”.
¿De qué son síntomas la época que nos ha tocado vivir, la pandemia?
“Covid–19 no es más que un papel tornasol que consigue visibilizar los procesos que se están operando a un nivel mucho más profundo en el seno de la sociedad. En este sentido, ha sido catalizador de la necesidad del ciudadano llano de declarar su existencia. Por esta razón Covid–19 es un fenómeno sumamente interesante y curioso, según como lo mire uno.
El ardor en lo que he procurado escribir se asocia no tanto a la crítica mezquina concreta lanzada contra un gobierno, sino al tema de la significación. Lo paradójico es que estemos viviendo en un país muy pequeño, y, sin embargo, no seamos capaces de poner orden en él. El ímpetu de quienes están protestando reside en el hecho de que han visto en el extranjero el Estado que puede existir no como enemigo, sino como un juego de herramientas que le ayuden a uno a tener mayor serenidad para llevar una vida normal y feliz. Procesalmente, los nuevos líderes aparecerán a medida que se acerquen las elecciones”.
¿Por qué en medio de la situación actual no se escucha con nitidez cristalina la voz de los intelectuales?
“Discrepo de que los intelectuales brillen por su ausencia. Cabe reconocer que los intelectuales, como un segmento enorme de la sociedad, están afrontando ahora grandes apuros económicos. Una parte de este grupo de personas pugnan, literalmente, por su supervivencia física. Esta supervivencia ha sido amenazada por la suspensión de todo tipo de actividad cultural, pero esto ya pasará. El problema es que durante años este grupo de personas, los intelectuales, a los que hemos dado en llamar la individualidad de la nación, ha sido concreta e intencionadamente marginado por medio de mecanismos económico, políticos y sociales de cualquier tipo”.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES
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