Incluso en el año en el que se cancelaron miles de reservas turísticas del extranjero por el peligro de propagación del coronavirus, Bulgaria sigue siendo un destino atractivo para los jóvenes que llegan para adquirir conocimientos en diferentes especialidades que ofertan las escuelas superiores de este país.
Según los datos sobre la movilidad en la educación superior en los países de la Unión Europea, en 2018 estudiaron en Bulgaria universitarios de 115 países. Volviendo al año académico 2013/2014, veremos que durante un periodo de cinco años ha habido un crecimiento de hasta un 33%. Y si en el pasado las universidades búlgaras eran elegidas principalmente por jóvenes de los vecinos países Grecia y Turquía y por búlgaros étnicos de las comunidades búlgaras en el extranjero, ahora la composición de los universitarios extranjeros en Bulgaria es muy variada.
Según información proporcionada por las universidades, a Bulgaria llegan estudiantes incluso de destinos como las islas Seychelles, México, Cuba, Angola, Kenia, Eritrea y Tayikistán. Precisamente estos jóvenes de puntos lejanos del planeta permanecieron en Bulgaria durante todo el año 2020 a causa de las medidas extraordinarias que limitaron los viajes e impusieron el control con pruebas en las fronteras.
“Al principio la mayor dificultad para mí fue el idioma”, dice Sergio Oliveira de Angola. Está estudiando ingeniería en la Escuela Naval Superior de Varna y lleva tres años en Bulgaria, el primero de los cuales fue dedicado al aprendizaje del idioma búlgaro.
“En mi país fui aceptado en un programa para estudios en el extranjero y así llegué aquí −cuenta Sergio− . Estoy estudiando una disciplina que me gusta mucho. Bulgaria es un país muy bonito, aquí puedo aprender muchas cosas nuevas. El clima es muy diferente al de mi patria, aquí hace mucho frío. Pasé el tiempo del confinamiento social en Bulgaria. A pesar de que tenía la oportunidad de regresar a Angola, hubiera sido muy complicado a hacerlo y continuar los estudios a distancia. Aquí estudiamos a distancia durante tres meses, los exámenes también se hicieron de forma remota; los aprobé todos. Todo estuvo bien, pero no sé cómo será este año. La enseñanza es en búlgaro, pero a menudo hay cosas que no entiendo. La mayoría de los profesores son muy bueno, les interesa si los entendemos y si no, intentan explicarnos en inglés, nos ayudan. Lo único que extraño aquí es a mi familia, así que nos mantenemos en contacto a través de las redes sociales”.
Kristina Ivanova de Ucrania tiene una motivación diferente para estudiar en Sofía. Ella es descendiente de búlgaros de Besarabia, llegó a Bulgaria por insistencia de su madre, pero pronto se convenció de que había tomado la decisión correcta.
“La gente aquí es muy buena y receptiva. Aunque llevo aquí mucho tiempo, todavía me sorprendo cuando la gente quiere ayudarme por ser extranjera. Cuando regreso a Ucrania, no veo tal actitud. Después de mi primer año aquí, ya había decidido quedarme. No me propongo irme a otra parte, como hacen algunos jóvenes búlgaros. Bulgaria me da todo lo que necesito para desarrollar mi potencial. Actualmente estoy cambiando de actividades y aquí tengo una amplia plataforma y acceso a especialistas, mientras que en Ucrania las cosas están difíciles. Ahí, el sistema todavía está cerrado y la educación apenas está por cambiar.
Kristina Míteva, de 22 años y descendiente de búlgaros de la provincia de Táurica que se asentaron en Ucrania hace dos siglos, también tiene su motivo para venir a Bulgaria.
“Decidí estudiar aquí porque hay un programa estatal para nosotros, los representantes de la diáspora búlgara, que nos permite cursar estudios en Bulgaria. Me siento muy bien aquí, el país es muy bonito, está tranquilo, incluso en la capital. Me gradué en Filología Inglesa en Plovdiv y ahora estudiaré una maestría en Seguridad Empresarial en Sofía. El nivel de enseñanza aquí es bastante bueno. Estudio aquí por el nivel del inglés; en Bulgaria más gente domina este idioma, mientras que en Ucrania son muy pocos los que lo hablan. Estudio y trabajo simultáneamente −parece ser obligatorio hoy en día− , pero no creo que interfiera en mis estudios. Los estudiantes de origen búlgaro somos un poco más especiales, porque después de una cierta estancia en el país, obtenemos documentos búlgaros que nos permiten comenzar a trabajar sin problemas”.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: archivo BTA y BGNES
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