A pesar de encontrarnos confinados en nuestros hogares por miedo a la epidemia, no nos olvidamos de buscar a Dios en los lugares donde mejor será escuchada nuestra sincera oración. Los fieles colman a diario los templos y los peregrinos se ponen en camino para trasladarse a alguno de los sitios sagrados en las tierras de Bulgaria. En estos meses de dificultades y penalidades, uno de los lugares predilectos para la peregrinación de numerosos fieles sigue siendo el monasterio de Rila, ubicado a unos 120 kilómetros al sur de la capital, Sofía.
”Nos referimos a los peregrinos que acuden a nuestro monasterio como cristianos y creyentes −dice el obispo Eulogio, superior del cenobio− . Esto está bien no sólo para el monasterio, sino también para toda persona que aquí acude para comunicarse con Dios buscando consuelo, apoyo y esperanza. Haciéndolo, claro está, con el acato de todas las medidas y exigencias higiénicas vigentes en el país. Nosotros también hacemos lo indispensable: se hace constantemente desinfección, en la entrada hemos colocado una pequeña frazada empapada de solución desinfectante. A los iconos también los estamos desinfectando regularmente, al igual que todos los elementos de madera del templo que los creyentes suelen tocar, los sitiales de madera, las barandas”.
Cuenta la leyenda que la historia del Monasterio de Rila se asocia a san Juan de Rila, quien en el siglo X se habría ido a aquellos parajes para entregase al ayuno y la oración, lejos del mundanal ruido y la vanidad. Tras su muerte, sus seguidores construyeron un monasterio en proximidad al lugar donde el santo ermitaño había concluido su trayectoria terrenal.
A lo largo de los siglos, la santa morada fue convirtiéndose en un centro espiritual y cultural hasta el momento en que Bulgaria perdió su independencia al sucumbir en el siglo XIV al dominio otomano. Fueron los posteriores años de tinieblas y un siglo después el cenobio fue expoliado y arrasado por los invasores otomanos. Los primeros rayos de luz aparecieron a finales del siglo XV, cuando con la asistencia y colaboración de búlgaros de todo el país, el Monasterio de Rila fue resurgiendo y recobrando su aureola de centro espiritual.
”El Monasterio de Rila fue construido en su forma actual durante el dominio turco, salvo la Torre de Jrelo, edificada en la época del zar Iván Shishmán (1371–1395) –dice el obispo Eulogio–. Nuestros antepasados, viviendo en medio de circunstancias mucho más adversas, lo cuidaban celosamente: lo reconstruían después de los pogromos durante el dominio otomano, para darle su aspecto actual y lo hacían pese al agobio que sufrían por la penuria y las privaciones. Toca a nosotros continuar su obra y, a pesar de la epidemia, mantener bien cuidadas las instalaciones monásticas para conservarlas para las generaciones venideras”.
Toda persona que desee pernoctar en el monasterio será bienvenida, agrega el obispo. Lamentablemente, durante el inverno se mantienen cerradas la Torre de Jrelo y la cocina del monasterio. En cambio, los visitantes pueden ver el museo central y hacer un recorrido por los edificios y el templo en el que buscar la confianza en Dios.
”La oración es capaz de implorarlo todo a Dios y de infundirnos serenidad, fe, esperanza, consuelo −señala el superior− . Sin oración no se puede lograr nada. En los años de duras pruebas en el pasado, cuando en la región campaban a sus anchas la peste, el cólera, ente otras temibles epidemias, fue precisamente la oración la que contribuyó, en las misas comunes oficiadas, a que se superaran aquellas pruebas. La Santa Misa se está oficiando para todos los cristianos, pero quien no esté en condiciones de trasladarse a algunos de los templos de Dios o las santas moradas, podrá rezar una oración desde su hogar. Estas oraciones rezadas en la intimidad del hogar también son muy importantes para cualquier cristiano, para todo ser humano”.
El obispo Eulogio cree que la epidemia de coronavirus es una prueba para todos los humanos, por esto aconseja a todos buscar la comunión con Dios.
”Que cada ser humano se fije en su propia conciencia y pida a Dios perdón por los pecados voluntarios e involuntarios que haya cometido. Recemos todos para que la presente calamidad desaparezca más pronto”.
Adaptado por Diana Tsankova a base a una entrevista con la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Blagoevgrad
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos. rilskimanastir.org y archivo
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