Bozhana Tatarska confía en el destino y sigue las pequeñas piedrecitas que la orientan por su propio sendero. Y pese a situarse hoy en día al lado de los fotógrafos de moda consagrados en el mundo, no ha roto el vínculo con aquella chica de zapatos de estilo militar, mochila de soldado y frente manchada de tinta llevada por la casualidad a un casting para modelos para encantar por su desenvoltura y belleza.
A los 18 años, Bozhana desembarcaba en la capital de la moda, París, y pronto su rostro fue decorando las portadas de las revistas que dictan las leyes en el vestir, el gusto y el estilo. Modistos famosos la fueron enfundando carísima ropa para sus desfiles, a pesar de su estatura más bien baja. Así, fueron formando su portafolio las portadas de Vogue, Elle, Marie Claire, Madame Figaro, así como sus actuaciones en desfiles de los grandes de la moda como Paco Rabanne, Kenzo, Givenchy.
“Me fui a París en 1997, cuando Bulgaria se encontraba en una situación extraña en la que bandas y formaciones criminales armadas dominaban todo el país −recuerda Bozhana aquellos tiempos− . Circulaban historias horribles sobre modelos convertidas en trofeos, sobre cómo se abrían las portezuelas de vehículos todo terreno y chicas colándose en ellos. Una vez que llegué al centro de la moda, me puse a correr mundo, a aprender idiomas, a reunirme con mucha gente. Claro está he tenido mis decepciones, pero éstas se produjeron más bien en los momentos difíciles que cualquiera suele afrontar al emprender algo nuevo”.
La luz de los focos y los flashes de las cámaras fotográficas acompañaban a Bozhana en cualquiera de los puntos del mundo en que estaba. Sin embargo, acabó dándose cuenta de que un día aquellas luces se apagarían y se matriculó en la carrera de Arte y Comunicación en la Sorbona. Mientras tanto, iba manejando cada vez más frecuentemente la cámara fotográfica, alentada por un amigo fotógrafo. Compró su primera cámara en Tokio, y le servían de modelos las chicas de pasarela de su entorno natural.
En 2006, cuando su vida de modelo ya quedaba como un recuerdo, realizó su primer encargo: la portada de la versión portuguesa de la revista Elle. En su labor creativa fue apareciendo un hilo rojo, que es como ella lo llama, que inexorablemente conducía al tema de la muerte. Se ha quedado como emblemática la foto que hiciera de una mujer joven, cuyas piernas cuelgan de una rama alta: una foto que alude al impuso para el fin terrenal y, a la vez, al renacer y el principio nuevo.
“Actualmente me decanto por rostros y retratos, porque me gusta conocer a la otra persona. Sin embargo, experimento la misma sensación al fotografiar una piedra, un paisaje o una manzana, por ejemplo −dice la fotógrafa− . En mi trabajo no me empeño tanto en consolidar la imagen, sino más bien en ser testigo de su otredad, de que es al mismo tiempo algo familiar pero también extraño. Además procuro lograr intensidad, porque es la que emociona y es capaz de arrastrarnos. La buena fotografía, empero, no se presta a una explicación. A medida que un artista se va haciendo consciente en su labor, la intensidad va disminuyendo y el arte acaba convertido en una decoración o un discurso político”.
En la actualidad, Bozhana Tatarska está ultimando un proyecto que había permanecido tabú durante siglos en el arte (al que por lo demás le gusta interpretar el desnudo): el de la mujer que acaba de dar a luz. Espera poder hacer realidad su idea en marzo de 2021 en forma de un libro y una muestra.
”El proyecto más bien examina el estado de la psique y del espíritu de una fémina que acaba de dar a luz −explica Bozhana− . De manera que este proyecto no es meramente visual y plástico, mostrando el cuerpo desnudo, sino que está apoyado en las palabras de estas parturientas. Yo misma me hago la pregunta de por qué este tema sigue siendo tabú, por qué hay todavía tantas cosas por decir. Una mujer que acaba de dar a luz, con el bebé en su regazo, se parece tanto a la Virgen María. El problema, sin embargo, es conocer cómo esta mujer se ve a sí misma, contemplándose en el espejo por medio de la fotografía, cuando el crío no está como protección o excusa. Es justamente entonces cuando la mujer se sitúa en primer término como identidad y van surgiendo las preguntas de quién es, cómo asume su cuerpo y su sexualidad, si se siente deseada, atraída, etc”.
Al referirse al año que acabamos de despedir, marcado por la incertidumbre, el miedo y la muerte, Bozhana Tatarska dice que la ha vuelto a conectar con su pasión por la fotografía, ya que pudo salir para cazar tomas en su París favorita, sin vinculación profesional. Espera que en 2021 la gente de muestras de solidaridad, incluso con sus semejantes que pasen hambre viviendo en la calle. ”A todos y cada uno de nosotros nos ha tocado una sola vida y lo único hermoso que dejaremos tras morir serán nuestras relaciones con los demás humanos”, comenta Bozhana. Y no se trata únicamente de los contactos con los familiares y amigos, sino también de los esfuerzos por la preservación del medio ambiente y el resto de cosas importantes para los seres humanos.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: bojanatatarska.com, Instagram /bojanatatarskaphotography
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