“Soy Gueorgui Ivanov, alumno en el último grado de la Escuela Secundaria de Matemáticas de Sofía y mi principal interés es la Física”.
Con estas breves palabras se presenta uno de los futuros estudiantes seleccionados por la Universidad de Harvard este año para cursar estudios en su seno. Según los análisis, este año el ingreso en este centro docente ha sido de los más difíciles. Los candidatos a engrosar las filas universitarias ascendieron a 57.000 de todo el mundo y los admitidos fueron solo 1.968, o un 3.4%. Uno de ellos es el búlgaro Gueorgui Ivanov, que desde su más tierna infancia se siente atraído por la Física. Lo explica con las historias interesantes sobre diferentes científicos famosos que le contaban sus abuelos, las únicas personas de su familia que se dedican a las matemáticas: su abuela es física y su abuelo es ingeniero. En lo que se refiere al descubrimiento de su talento, Gueorgui es lacónico:
“Ya desde preescolar comencé a resolver problemas que normalmente son para alumnos de los niveles superiores y a participar en competiciones de Matemáticas. Por los resultados que obtenía, mis padres se dieron cuenta de que tengo cualidades de un futuro matemático o un físico”.
Siguieron años de trabajo diligente, solucionando problemas matemáticos y escuchando las historias de la abuela sobre científicos célebres que estudiaron y se graduaron por un lugar “mágico” llamado Harvard. Así, Gueorgui decidió seguir sus sueños de ser uno de ellos y se postuló a la Universidad de Harvard. Pocas semanas antes de cumplir los 19 años de edad recibió la anhelada respuesta.
“Nadie que quiera estudiar a Harvard cree que será admitido, por eso no puedo decir que lo esperaba, sino que tenía mucha ilusión. El billete para Harvard, o llamémoslo el factor que me trajo el éxito, fue el hecho de que enseñaba ciencias a 700 menores en Bulgaria. La manera en que logré presentar esta actividad en mis ensayos y luego, durante la entrevista, fue el factor que que hizo que Harvard me admitiera”, dice, convencido, Gueorgui.
Se trata de un proyecto social que Gueorgui está llevando a cabo conjuntamente con su mentor personal, el norteamericano Luis Lomeli, fundador de la organización de desarrollo juvenil Vox Tua. La idea de los dos es animar a los niños a concebir la ciencia a través de su propia experiencia y su aplicación en la vida cotidiana. Decidieron trabajar con alumnos de 1º al 4º de Primaria que no tienen acceso a recursos similares a los que disponen sus coetáneos en las escuelas mejor equipadas.
Al realizar experimentos científicos con la participación de los menores, Gueorgui acerca la ciencia a los pequeños alumnos y de este modo logra cautivarlos y mostrarles una forma diferente de enseñar. Mediante el proyecto, Gueorgui descubrió otra pasión en su vida: la tutoría y la “trasmisión” de la ciencia a los menores, una pasión que también quiere mantener en el futuro.
“Diría que me espera un largo periodo de formación y trabajo focalizado, pero sea cual fuere la dirección en que me encamine, Bulgaria estará presente en todo lo que haga. Me propongo regresar a la patria y continuar mis actividades bajo alguna forma porque creo que Bulgaria puede posicionarse mejor en el mundo y yo mismo puedo dar mi aporte en este sentido utilizando los conocimientos, las habilidades, los recursos y la experiencia que se pueden adquirir en una prestigiosa institución como es la Universidad de Harvard”.
Esto no es un sueño norteamericano, sino el sueño de Gueorgui de Bulgaria.
Versión en español de Hristina Táseva
Fotos: archivo personal
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