Cuenta la leyenda que en el siglo IX siete hermanos boyardos fundaron el monasterio en lo alto de la montaña y establecieron a su alrededor siete asentamientos. Los hermanos mandaron construir la iglesia del monasterio, dotándola de siete tronos, uno para cada uno de ellos. Por eso la gente dio en llamar al lugar Los Siete Tronos. En el altar central del templo los boyardos colocaron el icono La Natividad de la Virgen, traído probablemente del Monte Athos, y en otro de los altares pusieron la efigie de santo Tomás El Incrédulo.

”Las festividades patronales del templo del cenobio se producen el Día de la Natividad de la Virgen y del Domingo de Tomás −explica el teólogo Pétar Vutov− . Siempre llegan muchas personas y algunas de ellas hasta se quedan a pernoctan. Yo voy organizando rutas para esta gente, siguiendo el recorrido de las reliquias de san Juan de Rila, partiendo desde el Monasterio de Cherepish para atravesar toda la montaña de Rzhana. Allá el río divide en dos porciones la cordillera Balcánica: de un lado está la Montaña Grande y del otro, la montaña de Rzhana”.

En el año 1737 el sultán Mahmud I, apodado El Impío por sus malas obras, dispuso que fueran arrasados numerosos centros de la fe, incluido el Monasterio de los Siete Tronos. Sin embargo, el convento fue restaurado y en 1848 abriría en él sus puertas una escuela monástica dirigida por el hieromonje Cristóbal.

A través de los años numerosas personalidades de la historia nacional fueron parando en este monasterio, al que, a guisa de singular recompensa, dedicaron palabras entrañables. En esta morada sagrada el patriarca de las letras búlgaras, Iván Vazov, sintió inspiración para componer su poema titulado “Toca el gong del monasterio”, cuya primera copla permanece grabada en uno de los muros del recinto hasta hoy en día.

De la montaña de Rzhana (que forma parte de la Cordillera Balcánica) parten todas y cada una de las cuatro Rutas de Botev, por las que transitaron los guerrilleros del destacamento del insigne poeta y revolucionario Jristo Botev tras su muerte. Recorrer un sendero único lleva de ocho a nueve horas y pone a prueba la voluntad de cualquier turista amante del senderismo.

“En un área de 20 000 hectáreas se extiende la zona protegida Desfiladero del río Iskar−montaña de Rzhana −cuenta Olia Guénova, experto senior de la Dirección del Parque Natural de la montaña de Vratsa. De las especies de la flora procuramos proteger un tipo de orquídea llamado himantoglossum caprinum, una de las más grandes de su especie. También es muy hermosa e interesante. De los peces cabe mencionar el Barbus petenyi y la Sabanejewia bulgarica; de los mamíferos, el lobo, la nutria y el turón jaspeado. La zona es igualmente hábitat de más de seis especies de murciélagos, que no sólo viven en cuevas sino también en viejos hayales. De la fauna invertebrada se pueden ver diferentes tipos de Lucánidos. Son también objeto de protección varios tipos de anfibios y ofidios”.

Según Ivo Jristov, alcalde de una aldea de la zona, no hay persona que venga que no acabe prendada de los parajes de la montaña de Rzhana:

”Es una sierra virgen, sin chalés ni refugios. Al ver cuánta gente viene y preguntan por mí, me siento colmado de gusto. Debemos impulsar en turismo en nuestra zona pues es lo único que se puede practicar en el monte”, concluye.

Adaptado por Diana Tsankova en base a un reportaje de Yordanka Petrova de la emisora regional de Radio Nacional en Vidin

Versión en español por Mijail Mijailov