En agosto de 2015 la famosa frase de Angela Merkel “nos las arreglaremos” abría las puertas del Viejo Continente a un enorme flujo de refugiados de la guerra en Siria. Junto con ellos se encaminaron a Europa emigrantes económicos de Asia y África. Siendo un país fronterizo Turquía dio asilo a una gran parte del flujo migratorio, pero aprovechó la situación para lograr fines más pragmáticos, pidiendo financiación de la UE. En lo que se refiere a Bulgaria, para este tipo de extranjeros es un país de tránsito por su camino hacia Europa. En 2021, sin embargo, se triplicaron los candidatos a obtener estatuto de refugiados, en comparación 2020.
Según datos del Centro de Registro y Acogida en la ciudad de Jarmanli, donde se encuentra uno de los centros de refugiados en Bulgaria, no falta interés por parte de los empleadores hacia los refugiados, pero a pesar de eso, apenas 50 de los 1400 instalados allí tienen trabajo fijo. Se desempeñan como higienistas, cocineros y empleados en el ámbito de los servicios y el comercio. La renuencia de la mayoría de los extranjeros a trabajar para cobrar salarios búlgaros sigue siendo una de las principales causas del bajo porcentaje de ocupación en medio de estas comunidades.
A pesar de esto no han cesado los intentos de integrarlos a la sociedad, las costumbres y el modo de vida en Bulgaria.
Iva Gumnishka es una joven cuya vocación es el tema de los refugiados y los derechos humanos. Fue aceptada para estudiar en varias universidades de los EEUU pero optó por la de Nueva York porque su programa ofrece los cursos que le interesan. Ante ella se reveló un mundo entero de destinos humanos que no pueden dejar impasible a nadie. A diferencia de la mayoría de las personas que no están interesadas en el destino de los demás, Iva concibe las cosas de otra forma. Ha creado una empresa social que ayuda a personas afectadas por conflictos bélicos y coopera con organizaciones de Siria, Afganistán, el Líbano y Yemen. En Bulgaria los servicios de la empresa son aprovechados por unas 40-50 personas.
“Tratamos de crear destrezas y posibilidades para que las personas puedan obtener ingresos mediante las tecnologías digitales. Para este fin deben aprender a trabajar con un ordenador, perfeccionar su dominio el inglés y trabajar con distintas plataformas en línea. A través de nuestra fundación organizamos cursos de diseño gráfico, programación, emprendimiento... Además, para los interesados existe la posibilidad de teletrabajar en distintos proyectos”.
La experiencia de tres años en el ámbito del emprendimiento social a favor de los refugiados afrontó a Iva ante un gran número de irregularidades. Para resolverlas es indispensable una intervención categórica por parte del Estado.
“Hace falta un programa bien estructurado y centralizado para su integración, dice categórica Iva. Muchos de los refugiados vienen sin hablar búlgaro. Lo dominan pocas personas que con mayor frecuencia han estudiado en una universidad búlgara. Estas personas deben ser atraídas al mercado laboral y llegar a dominar el búlgaro en el marco de un programa especializado. El papel del Estado es respaldar este proceso ofreciendo información sobre los sectores en los cuales su experiencia es aplicable”.
Como un gran obstáculo ante la rápida integración de los refugiados Iva señala los lentos procedimientos burocráticos. Su organización no gubernamental coopera para la resolución de casos administrativos de toda índole.
“Les explicamos cómo pagar sus cuotas a Seguridad Social, cuáles son los distintos tipos de contratos que deben firmar y en que deben prestar atención. Para una gran parte de los refugiados es difícil abrir una cuenta bancaria propia porque los bancos se las niegan. Sus funcionarios no tienen derecho a actuar así, sobre todo cuando presentan un DNI búlgaro. Esto condena a los refugiados a cobrar su dinero en efectivo y convertirse en parte de la economía sumergida y eso va en contra de los intereses de Bulgaria”.
Versión al español de Hristina Táseva
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