Cuando el mes de marzo y la primavera están tocando a la puerta, cada búlgaro sabe que ha llegado la hora de colocarse una mártenitza. Este es el bello símbolo búlgaro de la primavera que siempre va acompañado por votos de salud, alegría y bienestar durante el año. Desde tiempos inmemorables los búlgaros creemos en el triunfo de la luz sobre la oscuridad, de las fuerzas del bien sobre el mal y esta fe está entrelazada en las mártenizas.
Creemos en su poder mágico, las llevamos hasta que se vaya el invierno y hasta que veamos las primeras flores que han brotado de la tierra y el vuelo de las aves que regresaron del sur. La fe en el poder mágico de la mártenitza es tan fuerte que algunos compatriotas nuestros la llevan como un talismán durante todo el año.
A medida que se aproxima el 1 de marzo los hilos entrelazados de blanco y rojo se pueden ver por todas partes. Las calles céntricas de las ciudades se convierten en una sala de exposiciones de mártenitzas, nos alegran y nos invitan a comprarlas para hacer un regalo a nuestros familiares y seres queridos.
Una de las avezadas maestras de mártenitsas en Bulgaria es Cristina Marzákova, de 33 años de edad. Se graduado en la especialidad de economía y turismo en su ciudad natal Varna pero su enfermedad neurológica le ha obligado a quedarse en casa por un largo periodo de tiempo. Hace siete años comenzó a elaborar mártenitzas, siguiendo modelos propios y los médicos le dijeron que el trabajo manual es uno de los mejores remedios contra enfermedades neurológicas. Así, junto con la crianza de sus hijos, Cristina se dedica a la elaboración de mártenitzas.
Este año ha elaborado un número mayor de mártenitzas porque pasó casi un mes bajo cuarentena. Dice que para ella este periodo era muy agradable y repleto de gran inspiración.
“Durante la cuarentena toda la familia se dedicó a esta ocupación creativa. Mis hijos me echan una mano en la elaboración pero es mi esposo quien me presta mayor ayuda. Lo que más me agrada en las mártenizas es que uno puede inventar elementos nuevos y dejar algo de sí en cada márteniza. Estos simpáticos adornos primaverales hacen sonreír a las personas, despiertan su imaginación y así la fiesta dura más tiempo.
Muchas personas optan por las mártenizas con un imán que pueden ser un adorno permanente en sus hogares. Otros buscan mártenizas originales que envíen al extranjero ya que son un lazo muy sentimental con la patria.
Cristina es una de las madres del grupo Compra un regalo de una madre de un menor con deficiencias. Dice que este grupo le presta el mayor apoyo en la crianza de sus dos hijos que también tienen necesidades especiales. En el seno grupo se ha gestado la idea de elaborar una mártenitza enorme digna para el Libro Guiness de los records. Así Cristina elaboró los tradicionales personajes Pizho y Pendo en estatura humana.
Esta mártenitza única en su género todavía puede ser vista en uno de los parques de Varna donde en los días entorno al 1 de marzo Cristina vende sus mártenitzas:
“Había elaborado una mártenitza pequeña con los personajes tradicionales Pizho y Penda que agradó a muchas personas y me propusieron que elaborara la misma pero de estatura humana. Entonces decidí hacerla a toda costa para que los niños puedan fotografiarse con ella. Utilicé nueve kilogramos de hilos en blanco y rojo y le puse muchos adornos y así la máretniza pesa más de diez kilogramos”.
Versión al español de Hristia Táseva
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