El Instituto de Microbiología Stefan Anguelov, adscrito a la Academia de Ciencias de Bulgaria, ha celebrado solemnemente su 75º aniversario. La impresionante historia de esta institución tan importante en Bulgaria se remonta al término de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, cuando en respuesta a la necesidad de luchar contra las enfermedades infecciosas se iniciaron exámenes en este ámbito.
Los primeros temas en los cuales se centró la atención de los especialistas en microbiología eran del campo de la bacteriología y virología médica y veterinaria. Poco después, comenzaron a llevarse a cabo los primeros estudios y análisis de los microbios existentes en los tradicionales alimentos búlgaros, como el yogur y el queso blanco de salmuera, y sobre todo de sus aspectos beneficiosos para la salud humana. Hoy los microbiólogos del Instituto trabajan sobre la creación de preparados que ralentizan el envejecimiento de las células, que propician el tratamiento de la psoriasis y sobre fórmulas que fomentan la inmunidad humana.
Con motivo del aniversario, la directora del Instituto, la Prof. Penka Petrova, ha señalado que en el ámbito de la ecología los logros están vinculados con el descubrimiento de las nuevas cepas de bacterias y de levaduras que pueden descomponer sustancias nocivas en el agua y de microorganismos capaces de desintegrar deshechos de celulosas durante largos viajes cósmicos. La Prof. Petrova ha recordado que el Instituto ya tiene diseñado el prototipo de la vacuna búlgara contra la Covid-19. El proyecto ha sido financiado por el Instituto Pasteur de París y ha sido altamente valorado por el trabajo realizado por los científicos búlgaros.
En la conferencia solemne dedicada al aniversario del Instituto de Microbiología han tomado parte varios científicos jóvenes con sus más recientes trabajos orientados a mejorar la calidad de la vida.
Una de las promesas jóvenes de la ciencia es Kristiana Amirova, doctoranda en el laboratorio de Metabolómica, adscrito al Departamento de Biotecnologías de la Academia de Ciencias de Bulgaria. Pronto deberá defender su tesis doctoral dedicada a los nuevos estudios sobre dos moléculas naturales que se extraen de una plata endémica y muy valiosa en Bulgaria:
“Se trata de la planta Haberlea rodopensis. Nuestra idea es incidir en más de mil genes en el organismo humano que son responsables de la defensa que garantizan los antioxidantes y regulan un gran número de procesos durante una inflamación. Lo que nos proponemos en la práctica mediante estas moléculas naturales es beneficiar la salud humana y respaldarla. Durante largos años la química ha sido parte de la vida humana y nuestro deseo es aprovechar los recursos naturales.
Nos apoyamos en los descubrimientos hechos por nuestros antepasados y con la ayuda de los métodos modernos demostramos su eficiencia. Ahora vemos cuál es el mecanismo de acción de estos medicamentos”.
La Haberlea rodopensis es una de las plantas recogidas en el Libro Rojo de Bulgaria, por lo cual su recogida está prohibida por ley. Los científicos han encontrado una manera de cultivarla en condiciones de laboratorio. “En esto consiste el trabajo del estudioso: contribuir y apoyar la salud humana”, dice Cristiana Amirova.
“En Bulgaria existen muchas posibilidades gracias a la financiación europea. Lo que debe hacer uno es dar el paso correcto en esta dirección. El Instituto diseña moléculas mediante las cuales podríamos ayudar en la gestión de pandemias virales como la de Covid-19. Cabe decir, sin embargo, que se trata de fenómenos con los cuales debemos acostumbrarnos a vivir. Todavía es pronto decir si se encontrará una panacea en la lucha contra los virus y otras enfermedades infecciosas”.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: microbio.bas.bg,BGNES, archivo personal, archivo
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