El 22 de septiembre, el día en que Bulgaria declaraba su Independencia con el manifiesto del príncipe búlgaro Fernando, puso fin a los últimos lazos que el país tenía como vasallo del Imperio Otomano. El principado se convirtió en un territorio independiente encabezado por el zar Fernando.
El año y la fecha de la proclamación de la Independencia del joven Estado búlgaro no son casuales.
La diplomacia búlgara de aquel entonces se dio cuenta del favorable entorno internacional y el príncipe búlgaro se reunió personalmente en Gran Bretaña con el emperador Franco-José para reclamar el apoyo de Austria-Hungría, una de las Grandes Potencias que impusieron el Tratado de Berlín.
La independencia de Bulgaria fue declarada por el príncipe en la antigua capital de Bulgaria, Veliko Tarnovo, como una forma de continuidad y respeto por el Segundo Reino Búlgaro.
La Sublime Puerta insistía en que Bulgaria pagara un impuesto por haber violado las cláusulas del Tratado de Berlín, pero el primer ministro Alexander Malinov se negó a aceptarlo y declaró que la Independencia no se puede comprar. El ejército búlgaro fue parcialmente movilizado. El Imperio Ruso en aquel entonces no deseaba un conflicto bélico en los Balcanes y se convirtió en mediador de las negociaciones. Rusia estaba de acuerdo en perdonar la deuda del Imperio Otomano que había quedado después de la guerra de 1877-1878. Por su parte, la Puerta Sublime tampoco reclamó a Bulgaria una indemnización cuando reconoció su Independencia.
Hoy solemos vincular el Día de la Independencia con el éxito de la diplomacia búlgara; de ello nos convence la historiadora Irina Boteva, de la ciudad de Panagúrishte.
“La fecha 22 de septiembre es muy importante ya que hasta entonces Bulgaria esperaba la ayuda de las Grandes Potencias en casi todos los acontecimientos importantes de su historia. El país dependía de la actitud que tenían las Grandes Potencias con respecto al deseo de los búlgaros de lograr la libertad. Excluyendo la caída de Bulgaria bajo el yugo otomano, tal vez no haya otro acontecimiento más trágico que la firma del Tratado de Berlín, después del cual Bulgaria esperaba la benevolencia de alguna de los grandes países.
El acto del 22 de septiembre de 1908, dirigido por el primer ministro Alexander Malinov y el príncipe Fernando, es una prueba de que Bulgaria debe ser independiente y tiene las fuerzas de estar en el escenario internacional y defender su independencia.
Hoy, 114 años después, el 22 de septiembre sigue despertando un sentimiento de orgullo nacional y reconocimiento entre los búlgaros. Por ejemplo para Tsviatko Tsviatkov, estudiante de historia, el Día de la Independencia es tan importante como el 3 de marzo, la Liberación de Bulgaria:
“Se trata de un día muy importante porque Bulgaria se liberó de la dependencia del Imperio Otomano y podía establecer relaciones de comercio con el resto de los países europeos. Esta fiesta es una prueba de que el país ya no necesitaba el apoyo de los grandes estados. Ser independiente significa ser libre en las acciones que realizas”.
En una encuesta de Radio Bulgaria sobre si los búlgaros logran defender su independencia hoy en día, Temenuga Zlateva de Sofía, reconoce que el hombre moderno depende de nuevos factores:
“Por muy abierto que sea el mundo y disponiendo de la posibilidad de viajar por todas partes, los medios de comunicación, las distintas instituciones, la crisis global y la crisis del gas socavan nuestra libertad e independencia. Cada uno de nosotros puede tratar de ser independiente, tratar con respeto a sus familiares y gozar de libertad e independencia en el seno de la familia”.
“Hoy dependemos sobre todo de la política estatal y de la situación financiera en el país, del gobierno del país”, señala Evelina Petrova de Sofía.
“No ha cambiado casi nada a través de los años pero el pueblo búlgaro ha logrado resistir y encontrar una salida de cualquier situación. Los búlgaros estamos famosos por el hecho de que nos hemos movilizado en los momentos difíciles y hemos logrado sobrevivir. Además, durante los siglos del yugo otomano nos ha mantenido fuertes la fe en Dios, hemos logrado conservar nuestros valores y nuestra identidad como pueblo”.
Versión al español de Hristina Táseva
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