Vivir en Europa, pero entre dos mundos diferentes: así son las dos partes de la vida de una joven búlgara, nacida en Sofía y residente en París. Con tan sólo 12 años, Andrea Savova junto con su madre y su hermana de 6 años, se fue a vivir en Francia, donde se matriculó en el Colegio Bartholdi de París (Collège Bartholdi). Consiguió adaptarse rápidamente, aunque llegó en febrero de Bulgaria, donde había sido alumna de la escuela francesa "Victor Hugo".
Unos meses después, en mayo, presentó su nueva escuela en el concurso BIG CHALLENGE 2008 de estudiantes de inglés en colegios franceses y ganó el primer premio, entre 141.000 participantes de su edad. A nivel nacional, la joven búlgara quedó en cuarto lugar, un logro increíble tomando en consideración el impresionante número de participantes: 330.000 en total para todas las categorías de edad en toda Francia. Así ella se convirtió en un verdadero orgullo para el Colegio Bartholdi, que nunca había alcanzado un nivel tan alto en la competición.
En la escuela de francés, Andrea no olvidó el búlgaro, y durante las vacaciones, cuando regresaba a Bulgaria, tomaba clases particulares de su lengua materna. Tras completar con éxito su educación secundaria, Andi ingresó en la especialidad de odontología en París. Actualmente está en el último curso de la carrera, realiza prácticas en el hospital universitario y al mismo tiempo trabaja en una consulta dental.
Al menos una vez al año consigue encontrar un poco tiempo para ir a Bulgaria:
Eligió su profesión cuando era joven, algo intrigada por el trabajo de su abuela, que era dentista. Bromea diciendo que, cuando era pequeña, en los festejos con motivo de los primeros pasos del niño se acercó a las herramientas de su abuela y eso pareció marcar su camino.
Vivir y trabajar en París es una verdadera carrera contra el tiempo, donde la rutina te absorbe para dejarte sin aliento al final de la jornada laboral. Por eso, cada vez que vuelve a Bulgaria, Andrea disfruta de la vida en Sofía y de la tranquilidad de la naturaleza, de las montañas búlgaras y de su amado mar Negro.
"Ya estoy acostumbrada a vivir en París. Es cierto que la mayor parte de mi vida ha transcurrido en esa ciudad, pero mi corazón está aquí, en Bulgaria. A veces me siento como un árbol desarraigado... o como una flor arrancada entre París y Sofía".
Por eso siempre vuelve al lugar donde nació, a la gente que quiere.
En otra visita a Sofía conoció a un holandés que optó por instalarse definitivamente en el país búlgaro. Asombrada, ella le preguntó por qué había tomado esta decisión. La corta respuesta era: "La calidad de la vida", lo que confirmó su sensación de que en Bulgaria realmente se puede vivir más libre y más tranquilo."Sí, es bueno tener orden y reglas", afirma ella, "pero no hay que ir más allá de lo necesario".
Versión en español por Borislav Todorov
Fotos: archivo personal
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