La lyútenitsa basada en una receta original búlgara, pero Made in Japan, ha llegado al mercado del País del Sol Naciente, y su productora, Makiko Miura, ya está haciendo planes para ampliar la producción.
Makiko vive en la prefectura de Yamagata, uno de los mayores productores de pimentón y tomates de Japón. Por eso, todos los ingredientes de su lyútenitsa son de cultivo ecológico, sin fertilizantes nocivos ni pesticidas. "Los principales ingredientes de mi receta son pimientos, cebollas, tomates y zanahorias", afirma Makiko con orgullo.
Sin embargo, el camino del producto búlgaro hasta la mesa japonesa es largo y espinoso. Comenzó hace 10 años, cuando Makiko se fue a Europa. En aquel entonces trabajaba para una empresa farmacéutica. Mientras viajaba y compraba productos en supermercados de España, Francia y Alemania, descubrió la lyútenitsa búlgara y quedó fascinada.
"Hace unos 5 años, volví a Japón y empecé a pensar en cómo ofrecer la lyútenitsa búlgara aquí. En la prefectura de Yamagata, el pimiento es un producto local especial, muy parecido al europeo: grande, jugoso y aromático. Es cierto que en los mercados japoneses se ofrece otro tipo de lyútenitsa, pero ésta ni se acerca al sabor auténtico búlgaro, y yo quería crear una lyútenitsa de verdad. Después de pasar un montón de tiempo leyendo recetas en Internet, empecé a experimentar mezclando las proporciones de las verduras", cuenta Makito.
La emprendedora japonesa preparó tres variantes y pidió la opinión de un chef de un restaurante de Tokio que había vivido y trabajado en Bulgaria. Entonces consultó a la ex gimnasta búlgara Antoaneta Vitale, que en ese momento vivía en la prefectura de Yamagata y promocionaba el deporte y la cocina búlgara en los medios de comunicación locales. "Antoaneta encontró que mi lyútenitsa era demasiado acuosa y no lo suficientemente aceitosa. Por eso me recomendó que aumentara la cantidad de aceite de oliva", recuerda Makiko. Así, tras una serie de consultas, pruebas y errores, el producto original búlgaro entró en el mercado japonés. Comenzó a plantearse la cuestión de cómo conseguir que los japoneses consuman este "puré de verduras búlgaro".
Resulta que las dos culturas alimentarias son bastante diferentes. A los búlgaros les gusta untar la lyútenitsa en rebanadas o combinarla con albóndigas, kebabcheta o judías. No son así las cosas en Japón. "En Bulgaria se consume mucha carne, pero los japoneses preferimos el pescado. Y no sólo", añade Makiko:
"Al principio fue muy difícil adaptar la lyútenitsa al gusto japonés porque la gente de aquí no sabe cómo consumir un producto como este. Simplemente los japoneses prefieren comer arroz en lugar de pan. Por eso me pregunté cómo adaptar sus hábitos alimenticios a los búlgaros. Entonces se me ocurrió: "¿Por qué no ofrecer la lyútenitsa como complemento de los platos japoneses?". Así que mezclé la lyútenitsa con el arroz y creé una receta de paella. A los niños les gustó mucho esta receta, porque la lyútenitsa tiene un color naranja brillante. También la ofrezco como salsa láctea: la mezclo con yogur búlgaro y recomiendo la salsa en combinación con pollo al vapor", dice Makiko.
Los pimientos rellenos con la "lyútenitsa de arroz" de Makiko también atraen al paladar japonés. Su lyútenitsa se vende en paquetes de 100 y 130 gramos y van con un código QR adjunto al tarro con recomendaciones sobre cómo consumirlo.
Definitivamente, Bulgaria NO es terra incognita para los japoneses. En el País del Sol Naciente Bulgaria es conocida sobre todo por el yogur, las rosas y el éxito de las gimnastas búlgaras, aprendemos de Makiko. Por eso su lyútenitsa despertó la curiosidad y la aprobación de las masas, e incluso consiguió atraer la atención de los medios de comunicación nacionales, que señalaron con todo lujo de detalles las propiedades saludables del producto búlgaro Made in Japan. Makiko ha abierto recientemente una nueva planta de producción para satisfacer la gran demanda, y para el año que viene prepara una gran campaña de comercialización de la maravilla culinaria búlgara en la capital, Tokio.
Versión en español por Borislav Todorov
Fotos: archivo personal
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