Hace unos 10 meses, justo en el día de San Jorge, en la Biblioteca Nacional "Ivan Vazov" de Plovdiv, apareció un gato. Lo llamaron Gogo (diminutivo de Georgi). Él es sólo un gato, pero su destino ha hecho eco en las redes sociales. Gogo en seguida se ganó el cariño de los bibliotecarios, que le hicieron una casita en una de las salas del depósito de libros. A cambio, el minino les mostraba su agradecimiento con suaves ronroneos y con su comportamiento ejemplar. Y, probablemente, el pequeño Gogo hubiera seguido dormitando tranquilamente entre los estantes de libros, si no hubiera estado a punto de ser echado a la calle. En cuestión de horas, las redes sociales ardieron ante los comentarios de usuarios indignados que pedían ayuda para el animal, reaccionando a la publicación de una de las empleadas de la biblioteca. En seguida fue lanzada una petición en su defensa, que reunió más de 10.000 firmas en pocas horas. Mientras tanto, los medios de comunicación nacionales se sumaron a la iniciativa, emitiendo reportajes desde la biblioteca para que todo el mundo pudiera seguir la evolución de la historia. Así quedó claro que el gatito había sido vacunado, desparasitado y no ponía en peligro a nadie con su presencia, e incluso fomentaba la asistencia a la biblioteca. Finalmente, tras la presión masiva del público, el Consejo de Administración de la Biblioteca Nacional "Ivan Vazov" tomó la decisión de acoger definitivamente al gato Gogo en sus estancias.
Pero el caso de Gogo sacó a flote por enésima vez la cuestión de sus hermanos gatunos que siguen viviendo en la calle, cuyas historias no suelen tener un final tan feliz. En las redes sociales nos encontramos a diario con llamamientos a la adopción de perros y gatos callejeros o animales abandonados, y las respuestas son siempre las mismas… Sabemos de sobra que los refugios públicos para animales no son la solución, como tampoco lo es reunir a decenas de perros y gatos en casas particulares, ya que los animales no se sienten especialmente bien en lugares abarrotados, y en un espacio limitado.
Entonces, ¿cuál es el motivo de que estemos constantemente buscando hogares para gatos y perros en apuros? En palabras de Yavor Gechev, que trabajó durante muchos años en la dirección de "Cuatro Patas", este problema está presente en Bulgaria porque hay un enorme grupo de personas que abandona cada año sus animales de compañía:
“No se trata de un abandono puntual”, señala Yavor Gechev en una entrevista para Radio Bulgaria. “Se trata de actos recurrentes. La gente que tiene un perro, por ejemplo, para vigilar a sus gallinas o su huerta, no cuida a ese perro en absoluto. El animal se reproduce dos veces al año y sus cachorros van a parar a cualquier sitio: o los tiran al bosque para que sean presa de los animales salvajes, o los llevan a la ciudad y los dejan en algún parque, “para que sean ciudadanos”, como se expresan sus dueños. Y esta gente no es sancionada. Pero el mayor problema es que su mentalidad continúa siendo la misma. De alguna manera creen que están en su derecho de hacerlo: así se ha hecho siempre y así lo siguen haciendo".
Y, cuando las instituciones intervienen para frenar el creciente número de animales callejeros, nos encontramos con una práctica habitual de recogerlos de la calle y, tras castrarlos, no soltarlos nunca más en libertad. Los encierran en refugios, donde muchos de estos animales mueren en condiciones terribles, o los llevan a lugares alejados donde no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir.
“Esto se contradice con la lógica del propio programa de castración - se trata de una completa tergiversación de sus principios”, comenta Yavor Gechev. “La idea es castrar al animal y devolverlo al lugar de donde fue recogido, para evitar que otro animal, que no haya sido castrado y siga pariendo, ocupe su lugar. Cuando se financia su esterilización pero en lugar de realizarla, se envía al animal a una ciudad vecina, lo más probable es que la ciudad de al lado acabe haciendo lo mismo. La razón por la que estas cosas ocurren, es la falta de cualquier tipo de supervisión por parte de los órganos jurídicos, puesto que todo esto está regulado por ley".
La reacción de las personas compasivas parece ser la solución más cómoda. Cuando las instituciones abdican, la gente, al ver el peligro potencial que corre una criatura indefensa en la calle, suele reaccionar con: "La pobre criatura no tiene la habilidad para sobrevivir allí por sí sola", señala Yavor Gechev, y añade:
"Se lo llevan a casa, e intentan encontrarle un hogar, porque no encuentran absolutamente ningún apoyo por parte del gobierno local, por ejemplo. En algunos casos lo consiguen, en muchos otros casos fracasan y, de hecho, se quedan con los animales. Después, cuando ven otro animal abandonado en la calle, se enfrentan al dilema de si recogerlo también o no, y causar así molestias a sus vecinos, así como añadir dificultades a sus vidas personales, o bien, dejarlo en la calle con la certeza de que allí no sobreviviría. Esto es extremadamente erróneo porque se supone que los órganos jurídicos en Bulgaria deben encargarse de implantar alguna forma de moralidad, de un comportamiento que sea socialmente aceptable o que esté basado en una serie de valores. Y no lo está haciendo. Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar. El cambio empieza en cada uno de nosotros, como personas y ciudadanos - pero también debe salir de quienes tienen el poder para tomar las decisiones que conciernen estos problemas, pudiendo dar ejemplo con ello".
Autor: Darina Grigorova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: BTA, BGNES, Fundación "Cuatro Patas", Darina Grigorova
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