En 2009, el búlgaro Antón Orush puso las bases de su colección, dedicada a la tecnología búlgara. Entre las muestras de esta colección se pueden encontrar televisores, receptores de radio, electrodomésticos, ordenadores, teléfonos, cajas registradoras, y mucho más. Poco a poco, su pasión le impulsa a iniciar una investigación y a buscar artefactos procedentes de todos los rincones de la historia de Bulgaria. De esta iniciativa nacen dos publicaciones: “El gran libro de la técnica búlgara” y “Hecho en Bulgaria - 101 creaciones tecnológicas”. Esta segunda publicación contiene algunos hallazgos de su propia colección, adquiridos durante los últimos 3-4 años, y también otras muestras interesantes, que suscitan la curiosidad. Entre ellas descubrimos, por ejemplo, el primer autobús eléctrico búlgaro o la primera fábrica de bombillas, creada durante el Reino Búlgaro.
Otra información interesante que encontramos en estas publicaciones, es acerca del instrumento musical denominado “filtón”, y creado por el profesor Lyuben Istatkov:
“Como decía el propio Lyuben Istatkov, él quería crear un instrumento con el que cada nota musical generara el tono correspondiente, de manera que los alumnos pudieran obtener no solo una idea sonora, sino también una idea visual de los tonos”, explica el investigador Antón Orush ante Radio Bulgaria. “En el verano de 1940, Istatkov aboceta un nuevo instrumento musical que se asemeja a un gran ábaco, como los que había antaño en los colegios. El filtón contaba con una caja de resonancia, cuyas dos tablas estaban unidas por un listón de madera, el cual transmitía las vibraciones entre la tabla superior y la inferior de la caja. Sobre la tabla superior había un traste cuya función era que las cuerdas no rozaran la superficie, y que pudieran vibrar libremente. Las propias cuerdas iban combinadas de manera que empezaban en el sol de la línea inferior del pentagrama, y terminaban en el fa superior. Frente a la tabla superior de la caja de resonancia había otra tabla, con un pentagrama y las notas talladas. Estas eran a su vez teclas, y en el lado opuesto de la tabla se encontraba la parte eléctrica del filtón, formada por electroimanes anclados a 8 mm de las cuerdas. Los imanes se alimentaban por medio de pilas de 4,5V cada una, colocadas en la base del pie del filtón, estando uno de los polos de la pila conectado a los electroimanes - y el otro, a la tecla correspondiente. Al tocar la tecla, la cadena eléctrica se cerraba, el ancla le daba a la correspondiente cuerda y hacía sonar el tono buscado. Según el inventor, el timbre del filtón es similar al de la mandolina, pero más profundo y más puro.”
Durante los años 60, en Bulgaria aparecieron una serie de electrodomésticos que tenían la finalidad de facilitar diferentes ámbitos de la vida cotidiana. Entre ellos, por supuesto, el de la agricultura, donde surge como apoyo a los agricultores el tractor eléctrico “innovador”:
“Este tractor es de pequeñas dimensiones, con un ancho de 60 cm y un largo de 135 cm, y su peso era de unos 400 kg. Servía para arar la tierra de los invernaderos antes de plantar. Hasta ese momento, la tierra se araba con la ayuda de caballos o a pala, lo cual no resultaba productivo. Este tractor no hacía uso de batería, sino que estaba conectado a la red eléctrica mediante un cable que, según la disposición del espacio, podía arrastrarse sobre la tierra o bien elevarse a la altura del tejado e ir sujeto de una cuerda de alambre. Para que no se enredara en las curvas, fue construido un enchufe rotatorio especial, que giraría junto al cable para evitar que se cortara la conexión. El artilugio se ponía en marcha mediante palancas y pedales, situados en el asiento del tractorista”, explica Antón Orush.
“En 1978, en Bulgaria se estuvo trabajando sobre un programa para la implementación de los automóviles eléctricos y en la fábrica de automóviles “Chavdar” fue creado el primer prototipo búlgaro de un autobús eléctrico: el “Elmobus 78”. Para su construcción fue utilizada la carrocería de un microbús Chavdar, con un motor de 15KM de potencia y un sistema de arranque simplificado, sin caja de cambios. Su velocidad máxima podía ser de 35, 40 o 45 km/h, según lo programado”, cuenta Orush.
Las ideas innovadoras de los inventores búlgaros son empleadas también en el ámbito de la construcción. En los últimos años, en Bulgaria son cada vez más solicitadas las casas móviles, cuya construcción es considerablemente más económica y rápida que la de las viviendas tradicionales. Pero es un hecho poco conocido el de que este tipo de casas ya se ofrecían incluso antes del 1989. “En 1977, en la ciudad de Pazardzhik, fue fundada la constructora “Balkansrtoy”, cuya actividad estaba relacionada con la construcción experimental y el montaje de edificios de viviendas de una sóla planta, campings y garajes”, nos recuerda el investigador de los inventos búlgaros. Entre las estructuras más curiosas encontramos hasta un modelo de guardería con una capacidad de 30 niños.
La pasión coleccionista se apodera de Antón Orush desde muy temprana edad, en su adolescencia, cuando se dedica a recopilar toda clase de aparatos antiguos, embelesado por su apariencia. Más tarde llega la curiosidad por cómo funcionan estos, lo que le llevó a indagar en diversas publicaciones de literatura técnica y a constatar que en todos los países se ha buscado la sistematización de la historia de la tecnología nacional - algo que en Bulgaria no existía. Esto hizo cristalizar el propósito y Orush comenzó a recopilar únicamente artefactos búlgaros, describiendo la información relativa a ellos y sus creadores - todos ellos búlgaros, residentes tanto en Bulgaria como en el extranjero.
Autor: Yoan Kolev
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Facebook/Anton Orush, Archivo personal, sandacite.bg
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