Érase una vez un barrio mágico. Desde allí comenzó la construcción de la Antigua Sofía ya que se encontraba entre el Palacio Real y la estación ferroviaria, la vía principal que conectaba la vida en la ciudad. En este espacio las personas no solo satisfacían su necesidad humana de comunicarse, sino que motivados por su deseo de dar lo mejor, influían en el desarrollo arquitectónico, cultural y empresarial de la capital.
La edición actual del festival KvARTal (Barrio) nos hace regresar a aquel tiempo perdido para sentir el alma de la ciudad tal como era antes del 9 de septiembre de 1944.
“Hace ya casi nueve años que la iniciativa KvARTal lucha por la conservación del casco antiguo de Sofía, ya que la ciudad lo merece, dice Martina Stefanova, organizadora del Festival. El antiguo barrio bohemio antes disponía de muchos talleres de artesanos, mercados frente al baño, allí siguen siendo vivas las historias de las casas de los renacentistas búlgaros (s.XIX), de los médicos y de los comerciantes.
Era un punto cultural y en éste se encontraba La Galería de los seis, una de las primeras en la ciudad, donde comenzó el desarrollo del arte búlgaro a principios de los años 20 del siglo pasado. Muchas cosas nos trasladan al espíritu de la antigua Sofía, allí donde los recuerdos están vivos. Nuestro objetivo es que la presentemos a todos y que contemos la historia antes de que desaparezca o sea cambiada”.
Del 13 al 15 de septiembre los vecinos de Sofía y los huéspedes de la ciudad podrán pasear por calles peatonales especialmente creadas, sumarse a algunas de las giras turísticas, escuchar música de la aquella época, pintar grafitos, vestir trajes obsoletos, ver la marcha de los automóviles retro y de la instalación Luz del pasado. Durante el foro KvARTal en la presencia de propietarios de edificios, representantes de las instituciones y políticos será planteada la pregunta de la preservación y la renovación del patrimonio cultural.
“Una de las cosas principales es conservar las casas, pero es una tarea sumamente difícil ya que una gran parte de éstas han sido sacadas de la lista de los monumentos de la cultura y otras han sido incluidas en la lista de las casas a derribar. Cuando se abre esta lista se ve un horrible plan según el cual el 70% de los edificios en el barrio deben ser derribados para abrir paso para nuevas construcciones”, cuenta Martina Stefanova. Sin embargo, ella guarda una esperanza ya que ve que el barrio comienza a cambiar con la ayuda de los esfuerzos de los ciudadanos.
Por esto nos muestra uno de sus edificios favoritos que todavía están allí: una casa construida en 1911 para la familia de Zahari Futekov, editor de libros y hermano de la revolucionaria búlgara Rayna "la Princesa".
“Descubrimos la casa hace unos meses, dice ella. Se encuentra en la esquina de las calles Benkovski y Dondukov, escondida e intacta entre los árboles. El edificio es una obra de arte único en su género del periodo de la secesión, cuando en medio de la naciente revolución técnica, parecida a la digital en nuestros días, las personas deseaban escapar de la producción en masa y aproximarse a la naturaleza.
Precisamente ésta era la causa por la cual se gestó el movimiento Arte nuevo, que recrea motivos florales en los edificios. Es así la casa de Futekov: la puerta, los balcones y la fachada se parecen a un cuadro. Lo más interesante es en una de los muros hay un águila con las alas abiertas que sostiene ramitas de laurel y un pergamino en el cual podemos leer: Vincit Veritas (La verdad vence) y este elemento es muy inspirador”.
El barrio bohemio como lo llamaban los vecinos de Sofía era un lugar preferido para destacados representantes de los escritores.
“Entonces las personas vivían con más libertad u más felicidad ya que el lugar era conocido como el lugar de los faroles rojos. Había muchas cafeterías donde bellas mujeres interpretaban canciones. Allí se reunían los señores. Sobre las 04.00 de la madrugada se dirigían al local más cercano para comer sopa de mondongo.
La vida de los búlgaros en aquellos años era agradable, repleta de eventos culturales, floreciente y bohemia, opina Martina Stefanova. Es la época después de la liberación de Bulgaria del yugo otomano cuando, en sus palabras, los primeros estadistas y próceres de la ilustración dejaron una importante impronta para las generaciones venideras. Era la época en la cual inteligencia búlgara viajaba por Europa y comunicaba con grandes personalidades en Viena, París y otras capitales.
“Es muy interesante es que precisamente a principios del siglo pasado fueron ejecutadas las primeras piezas teatrales constructivistas en el Teatro Nacional, agrega Martina Stefanova. Los actores salían vestidos de trajes que semejaban el estilo de Picasso, con figuras geométricas en vez de cuerpos. Otro interesante hecho es que la visión del Festival KvARTal 2024 el Espíritu de la antigua Sofía está inspirado en el creador del escudo de Sofía Haralampi Tachev, quien elaboró los detalles sobre edificios emblemáticos como el Baño central y el Mercado Central y es considerado como el primer decorador en Bulgaria”.
Todas estas personas inteligentes y emprendedoras vivían en armonía, deseaban desarrollarse y construir su futuro, hasta que en 1944 se produjera una auténtica catástrofe con los nuevos gobernantes que se atrevieron a aniquilar la inteligencia y la vida burguesa. Los comunistas comenzaron a derribar o nacionalizar las viviendas de los bohemios capitalinos, y en su lugar construían edificios con muchos ángulos, privados de imaginación y espíritu creativo, el espacio se volvía cada vez más vacío. Era así hasta principios de 2000 cuando los primeros comerciantes se aproximaron con sus tiendas al barrio que largos años fue considerado como peligroso.
“Gracias a estos 9 años podemos pasear por las mismas calles y ver que hay una atmósfera completamente diferente: los edificios han sido renovados, existen las simpáticas tiendas, están abiertos los primeros pisos de las casas como era antes.
La verdad es que cambiamos la conciencia y despertamos a los ciudadanos. Los cambios los operamos nosotros, las personas y si no los reclamamos en voz alta no sucederán”.
¿En qué manera nos impacta a todos nosotros el medio urbano como espíritu, como una forma de educación y como dignidad y podemos culparlo por las deficiencias que afronta la sociedad búlgara actual?
“Vivimos en un entorno urbano sumamente fragmentado. Después de la transición a la democracia asumimos el capitalismo tratando de alcanzar Occidente y dejamos la educación y la cultura en segundo plano. Los búlgaros olvidaron el régimen represivo que tenía por objetivo aniquilarlo todo después de 1944”.
Por esto nuestro objetivo es restaurar esta memoria ya que sin la cultura no tenemos valores, no tenemos educación y regresaremos a las cuevas. De nosotros depende hablar de nuestra historia y cultura, conservarlas y no permitir que sean sustituidas a causa de intereses ajenos. La transición ya ha pasado y es hora de retomar el sistema de valores búlgaro”.
“Algo más, el verdadero patriota es la persona que cuida de la historia y desea trasladarla al futuro”, dice Martina Stefanova.
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