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Koprivshtitza, la hospitalaria ciudad museo búlgara, abrió de par en par las pesadas puertas de madera de sus maravillosas casas renacentistas para los participantes en la X Peña Nacional del Arte folclórico, una fiesta inolvidable que se celebra cada 5 años y que desde su inicio en el lejano año 1965 hasta hoy, presenta las riquezas folclóricas de Bulgaria. Hay quienes califican la Peña de Koprivshtitsa como el milagro del folclore genuino, puesto que en tres días el visitante puede ver todo lo heredado de nuestros antepasados: canciones, danzas, costumbres, leyendas, trajes nacionales… Un panorama multicolor del espíritu creativo búlgaro. Por las siete tarimas montadas en la localidad de Voyvodenets, en las inmediaciones de la ciudad, del 6 al 8 de agosto pasaron más de 15.000 participantes de todas las zonas folclóricas del país. Centenares de autobuses llegaban y salían de Koprivshtitsa en los tres días de esta fiesta del folclore. Según las estadísticas, más de 250.000 personas acudieron a la ciudad renacentista para este evento. Más de 40 destacados folcloristas y músicos de la Academia de Ciencias Búlgara actuaron como jurado en los distintos podios. Además, dos equipos fonográficos de Radio Nacional de Búlgaria documentaron los momentos más relevantes del evento. Ahí fueron anunciadas las nominaciones para la segunda ronda del programa nacional Tesoros humanos vivos. Nuevos cinco fenómenos folclóricos fueron inscritos en la lista representativa del patrimonio cultural no material de Bulgaria: las Canciones en lo alto, presentadas por el grupo folclórico femenino del pueblo de Satovcha, las Danzas primaverales al son del canto, del grupo de la ciudad de Bania, Bulgaria Central, el ritmo Buenek, del pueblo de Iuper, municipio de Ruse, el festival de las máscaras Dzhumal, del pueblo de Koshov y, en la sección del folclore hablado, los cuetos de Lidia Dóbreva, de la aldea de Breznik. Según la profesora Mila Sántova, directora del Instituto de Etnología y Folclore de la Academia de Ciencias Búlgara, este X certamen del arte folclórico ha logrado su finalidad de reunir a gente de toda Bulgaria y del mundo en los claros de Koprivshtitsa, para que entonen canciones folclóricas búlgaras y bailen las danzas típicas de este pueblo, porque la idea de la peña siempre ha sido precisamente mostrar el acervo que hemos heredado de nuestros antepasados. El catedrático, Manol Todorov, no pudo disimular su emoción por lo vivido en la feria. En 1965 él presenció la primera edición del certamen de Koprivshtisa; tomó parte también en la décima edición del mismo y opina que lo visto y escuchado en Koprivshtitsa es la música viva del búlgaro, es su corazón . Para Mijail Bukureshtliev, destacado investigador del folclor, el certamen de Koprivshtitsa es fruto del primer evento folclórico de masas en nuestro país que tuvo lugar en el pueblo de Gramatíkovo, en la montaña de Strandzha. Bukureshtliev es uno de los primeros organizadores de estos certamenes nacionales junto con el académico Petko Stainov, con Gueorgui Boiadzhiev, Raina Katsárova, entre otros. Organizar hoy en día un evento folclórico de tal envergadura en tiempos de crisis, es un verdadero acto heróico, opina Mijail Bukureshtliev. La noche del sábado los organizadores ofrecieron a los grupos extranjeros la posibilidad de mostrar sus logros en el folclore búlgaro. Muchos de ellos son dirigidos por famosos intérpretes de folclore búlgaros que también estuvieron presentes en la feria. El concierto de los huéspedes duró cuatro horas en la tarima especial montada para ellos en el centro de Koprivshtitsa, En la plaza, llena a más no poder, resonaron las canciones del conjunto japonés Liliana, del trío vocal holandés Pauni (Pavos reales), del conjunto vocal femenino Mujeres salvajes de Boston, del coro Kitka de Dinamarca, así como la interpretación en solitario de Anna Monika Georgieva, de 20 años, de Canadá… El conjunto vocal Orfeya de Washington, dirigido por Tatyana Sarbinska, entregó su regalo a los organizadores – la canción Encomio (elogio) a Koprivshtitsa, basada en música de Kiril Stéfanov, e interpretada especialmente para la feria. “Estos tres días, muchas de mis solistas cantaban y lloraban, lo vivían todo con el corazón. Me comentaron que no tienen ganas de marcharse de aquí. Para ellas Koprivshtitsa y esta feria son algo sagrado”, nos dijo Tatyana Sarbinska. El catedrático Tim Rice, profesor de etnomusicología de la Universidad de California, y Marta Forsyth, autora de libros sobre formaciones folclóricas búlgaras, también expresaron su admiración por lo visto y oído en la décima edición del certamen de Koprivstitsa. Cada participante quería llevarse una partícula de los sonidos y el colorido de Koprivshtitsa. El recuerdo del certamen permanecerá vivo largos años en la memoria de Mónica Galinova de la ciudad de Shumen, la participante más joven en esta edición, y de Minko Dimitrov, de 80 años de edad, del pueblo de Topoli en el municipio de Varna, quien desde el 1975 viene a Koprivshtitsa a tocar su gaita de dos voces. Mónica y Minko se citaron para dentro de cinco años y esperan verse nuevamente en las tarimas de Koprivshtitsa. Cada noche los participantes bailaban la llamada ronda joró de la amistad. Búlgaros y extranjeros, tomados de las manos, bailaban y bailaban sin cesar. Es difícil contar todas las vivencias experimentadas en Koprivshtitsa. Lo más importante es que el certamen mantiene su vitalidad y aporta a conservar vivo el folclore autóctono de Bulgaria hoy y para siempre.
