La tradición búlgara manda colorear huevos de gallina cocidos para Pascua de Resurrección. Los multicolores huevos son, de hecho, uno de los símbolos de esta magna festividad. La norma tradicional es colorearlos en la madrugada del Jueves Santo, o bien al amanecer del Sábado de Gloria. Según la tradición ortodoxa, los huevos coloreados de Pascua de Resurrección se intercambian como expresión del júbilo por la Resurrección de Nuestro Señor y un voto de bienestar a todos. El ama de casa debía colorear suficientes huevos cocidos de gallina para poder servirlos en la mesa y obsequiarlos a todo quien visitase su hogar en los 40 días posteriores a la Pascua de Resurrección. Para que durasen más y para hacer más sólida su cáscara los hervía en agua con una añadidura de salmuera de la col fermentada, de obligada presencia durante el invierno en la despensa de toda casa y, desde luego, en el menú del búlgaro. El ama de casa preparaba los colorantes para los huevos pascuales a partir de diferentes plantas. El color más importante era el rojo, símbolo de la gran festividad, y se obtenía a base de extractos e infusiones de diferentes hierbas medicinales, por ejemplo orégano, recogidas en la temporada veraniega. Se utilizaba también el zumo de remolacha betabel, o infusión de trocitos de palo Brasil o penambuco (Caesalpina echinata) que los pintores de brocha gorda utilizaban en su oficio. Los diferentes matices del amarillo se obtenían a base de diferentes hierbas, hojas de nogal o una infusión hecha con trocitos de corteza de manzano. Las cáscaras de la cebolla, en cambio, hervidas largo tiempo en agua, daban un hermoso color anaranjado, y el verde se conseguía con zumo de ortiga fresca.
Parte de los huevos pascuales coloreados se decoraban con ornamentos especiales y estaban destinados a adornar el ambiente casero o a ser regalados a personas especialmente apreciadas y veneradas por los dueños de la casa. Se decoraban con especial esmero y cuidado por lo cual incluso existe en búlgaro una expresión que dice "Cuida de él como de un huevo pascual", es decir muchísimo. Una de las técnicas tradicionales de decoración de los huevos pascuales consistía en lo siguiente. Se derretía en un recipiente de barro (la tradición exigía que fuera de estreno) un poco de cera de abeja. La punta bien afilada de una pluma de oca, utilizada como pluma de escribir, se untaba en la cera derretida y se dibujaban con ella diversas figuras en el huevo cocido, sin colorear aún. Luego el huevo se bañaba en otro recipiente, con el colorante preparado a base de plantas. El resultado era (y es) que la cera no deja al colorante penetrar en la cáscara del huevo por lo cual, una vez coloreado éste, en su superficie quedan en blanco los dibujos hechos con la pluma de cera. Otra técnica de decoración consiste en pegar al huevo cocido sin colorear hojas de diferentes plantas primaverales. Entre las preferidas están el perejil y el geranio. El huevo se envuelve en una fina malla o gasa que se amarra bien apretada para impedir que el colorante penetre debajo de la hoja decorativa. Entonces el huevo se baña en el líquido colorante y al rato, retiradas la malla y la hoja decorativa, en su cáscara queda en blanco la huella de la hoja decorativa. Tal vez la técnica más difundida para colorear y decorar los huevos pascuales sea la del aceite. Es tan simple como echar al recipiente con el colorante un poco de aceite, de girasol en la práctica búlgara, pero nada impide que sea de oliva, maíz u otras plantas. El efecto es siempre el mismo. Al sumergir el huevo en el colorante, el aceite cubre parte de su cáscara y actúa como aislante. El resultado es un huevo pascual hermosamente moteado en diferentes colores.
Versión en español por Raina Petkova