En el claustro sumido en silencio del convento femenino de Sámokov reinan la paz y una majestuosa tranquilidad. Al cruzar su umbral, uno baja automáticamente la voz, y la calma invade su alma. En la calurosa mañana tardía de julio, el sol implacable derrama con generosidad sus rayos sobre las naves de dos plantas del convento, agrupadas en torno a la vieja iglesia de La Protección de la Madre de Dios. Hace tanto calor que incluso las aves han buscado el refugio en la sombra. En el jardín lleno de flores, sin embargo, vislumbramos a dos monjas que procuran llevar una lata grande de adelfas. Una de las hermanas nos ve y se nos acerca a paso rápido. Es la hermana Pelagia, la madre superiora del convento de Samokov.
La hermana Pelagia está habituada a acoger a invitados en el monasterio. La mayoría suelen ser creyentes, que acuden de todo el país para prender una velita y quedar a solas con Dios. Vienen también turistas. Suelen recorrer el patio, se asoman a las ventanas de los edificios del convento y llenan de voces alegres la vieja iglesia. A diferencia de gran parte de nuestros conventos, que han construido una parte hotelera para fines turísticos, en el de Sámokov no están previstas extras, ni atracciones. “Es un convento, no un hotel“, dice en tono tajante la hermana Pelagia. Sin embargo, rápidamente nos enseña el monasterio y nos cuenta la historia de ese lugar, envuelto en misticismo.
En el 1772 unas monjas cultas lo fundaron como un convento femenino que pronto se convirtió en un centro espiritual y educativo para toda la región. A mediados del siglo XIX, en los recintos monacales ya vivían unas cien monjas y novicias. Gran parte de ellas eran viudas, o ciudadanas adineradas de Samokov, que construían esas casitas con dinero propio para pasar en ellas el resto de sus días ayunando y orando.
Así, poco a poco, se fue formando un conjunto de edificios residenciales y comerciales, la mayoría de los cuales se conservan hasta hoy. No obstante, actualmente, en el convento viven apenas 4 monjas, que llevan una vida tranquila y contemplativa. Una de ellas es la hermana Heruvima, de 94 años de edad, la monja de mayor edad en Bulgaria. Vino al convento con solo 5 años de edad, pero sigue teniendo la mente clara y recuerda los acontecimientos históricos del último siglo.
Lamentablemente, los conventos en Bulgaria se vuelven cada vez más desiertos, y los jóvenes que aspiran a tomar la sotana son más bien una excepción. “Así es, porque no hay espiritualidad! En la mayoría de los países eslavos, la educación religiosa ha sido introducida como una asignatura en las escuelas, pero no es así en Bulgaria. Por eso, es muy fácil y lógico que la escala de valores de los jóvenes esté por el suelo", dice la hermana Pelagia. El día a día de las hermanas del convento de Sámokov es monótono, lleno de trabajo y oraciones
“Trabajar y orar, luego otra vez trabajar y orar, es lo que hace el monje, porque tiene una imagen angelical y debería mostrar cómo vivirían los humanos en el Reino de Dios, cuando sus almas llegasen allí, y luego, después de la Resurrección, sus cuerpos también. Por esta causa trabajamos mucho, nos empeñamos a educar a la gente. Muchas personas acuden a nosotros en busca de ayuda“.
La hermana Pelagia nos lleva a la iglesia monasterial de la Protección de la Madre de Dios, construida entre 1837 y 1839, medio siglo después de la fundación del convento. Entramos por la puerta y quedamos estupefactos ante el iconostasio y los magníficos frescos. Los tallados en madera son de la famosa Escuela de pintura de Sámokov, también lo es el iconostasio. En el atrio de la iglesia, hay una composición del célebre pintor autodidacta Zajari Zograf, de Sámokov (1810 – 1853). Observamos un autorretrato suyo, como también a un icono inusual de la Virgen. “Ven que ha sido dotado de unos pequeños pies de plata. Los han puesto allí personas a las que la Virgen María ha curado y por eso han hecho esta donación para hacer saber a los demás que este icono es milagroso y que cura enfermedades”, explica la madre superiora del convento.
Los creyentes y los turistas suelen quedarse más tiempo ante dos iconos, uno grande y otro pequeño, (que se puede besar), en los cuales la Virgen María está pintada con alas. Esto es contrario a las normas de la Iglesia Ortodoxa, según las cuales la Virgen María está por encima de los ángeles y los arcángeles, y no debe ser dibujada con alas. La hermana Pelagia nos cuenta la siguiente leyenda:
“En Sámokov dicen que cuando los otomanos invadieron la ciudad, ante ellos apareció la imagen de la Virgen María, extendiendo su manta sobre toda la ciudad. Los turcos son muy creyentes y también veneran a la santa. Al ver su gesto de protección, de inmediato retrocedieron y no atacaron Sámokov. Por eso la Virgen María está dibujada de esta manera en nuestra iglesia”.
En el convento se están haciendo intensas obras de reconstrucción. Está por ser inaugurada su nueva nave, que desde el otoño albergará una escuela dominical de educación religiosa. En los recintos renovados se desarrollarán cursos de iconografía, en que los alumnos de la ciudad podrán aprender los entresijos de la escuela iconográfoca de Sámokov. También hay celdas para gente que viene de afuera. En ellas los creyentes, los enfermos y los necesitados podrán alojarse a expensas del Convento y quedarse por un tiempo en busca de curación y apoyo de Dios.
A la salida, la hermana Pelagia nos bendice y nos desea que vivamos de forma honesta y en paz con nuestras almas.
Versión en español por Ekaterina Bobeva
Fotos: Veneta Nikolova
El artículo ha sido elaborado con la asistencia del proyecto “Campaña de comunicación para incentivar el turismo local en la República de Bulgaria”
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